REAL MADRID 1 - ARSENAL 2 (1 - 5)

La eliminación es en abril, pero el Real Madrid lleva perdiendo esta Champions League desde una fase de liga que no entendió

Tres derrotas en la primera ronda hicieron que se sumase una eliminatoria más, con todo lo que eso conlleva.

Mbappé sale del campo lesionado en el partido contra el Arsenal. /REUTERS
Mbappé sale del campo lesionado en el partido contra el Arsenal. REUTERS
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

El fútbol se conjuga en presente y eso hace que en la derrota del Real Madrid solo se ve al Arsenal, pero las temporadas no se cuentan así si quieren entenderse, son como ese río que sedimenta poco a poco en el delta, que va dejando lecciones, reveses y alegrías hasta el balance final. El Real Madrid ha perdido esta Champions el 16 de abril, pero si mira la fotografía entera sabrá que no ha sido este el único problema. En toda la competición, la que legítimamente contempla como su competición, el equipo ha sido incapaz de estar a la altura que se le presume.

El Madrid no ha sabido atacar esta Champions de formato nuevo. Hay un pecado original, un problema casi de entendimiento del modelo, no fue capaz de ver lo importante que era ir sacando resultados desde el principio, pensó que daba lo mismo estar entre los ocho primeros o jugarte una eliminatoria intermedia. Tan acostumbrado como está a la épica se fue dejando asignaturas para septiembre, pero todos esos tropiezos eran acumulativos, no independientes entre sí.

Porque el Madrid perdió contra en Lille (1-0), en Liverpool (2-0) y en casa contra el Milan (1-3), tres derrotas en ocho partidos que son muchas más de las que debían estar pautadas. Se trató el tema como si fuese una lluvia fina, algo molesta pero no demasiado problemática. Sí, claro, el equipo no jugaba del todo bien, había sufrido más de lo apropiado, pero ya llegaría la primavera y con ella la busiana, los fenómenos paranormales y ese qué sé yo que tiene el Madrid en la Champions.

En realidad ese camino pedregoso ya estaba cargando las que iban a ser las eliminatorias posteriores. Perder esos partidos, terminar undécimo en esa liga Frankenstein que ha montado Ceferin, es un problema mayor del que había pensado la dirección deportiva. Colocó dos partidos más, que en un calendario ya de por sí cargado es siempre un problema.

Se le pueden dar vueltas teóricas al tema, pero ahí están las cifras. Este mismo miércoles FIFPRO ha publicado algunos datos de la carga de los futbolistas. Entre los diez que más partidos han jugado desde el inicio de la temporada hasta el 1 de abril estaban Modric (54) y Valverde (53). El uruguayo, además, ha jugado un 81% de sus partidos con menos de cinco días entre encuentro y encuentro. Si se le ve algo gris, desdibujado, igual hay que tener en que el fútbol que nos gusta no lo juegan todavía robots. Y mientras así sea, los jugadores que se peguen cada semana dos veces estarán más cansados que aquellos que tienen dos semanas para pararse y pensar.

En esa negligencia del Real Madrid al tomarse la liguilla previa como un terreno para experimentar se han encontrado otro drama que nadie pareció pensar de antemano. En este partido no jugó Camavinga, en el anterior Tchouamení, contra el Atlético se disputó un partido sin Bellingham. Algo tiene que ver el modelo de juego, pero el hecho de meter dos partidos más, contra un rival de élite como era el City, hace que sea hasta lógico que el Madrid se haya visto mermado en esta serie de partidos importantes.

Y está bien que así sea, porque recompensa a los mejores. Eso no es un problema del sistema de competición, por más que siempre da cierta rabia que en las grandes noches los equipos están mermados. Si no eres de los mejores, la competición te va cargando, poniendo en la espalda más peso. Cuando te permites jugar dos partidos más, las amonestaciones se disparan y la plantilla mengua, algo que no se puede permitir un equipo que no va sobrado de fondo de armario en unas cuantas posiciones.

A todo esto se le une el cansancio mental. El Real Madrid quería ganar esta Champions pasando por encima del City, el Atlético, el Arsenal y luego en la semifinal. No todos los partidos son iguales, no todos los días de la temporada tienen la misma exigencia, encadenar cuatro eliminatorias de ese calado, con ese nivel de drama, es algo que va minando, que va haciendo cada vez más complicada la empresa.

El Madrid se encontró con un Arsenal claramente mejor. Por más que los ingleses hayan tenido bajas durante el año, que las han tenido, a este cruce llegaron más recios, con las ideas más claras y, también, algo menos cargados de partidos de la máxima tensión. Ningún ciclista consideraría igual una etapa con un puerto muy duro al final que otra que, además de ese puerto, tiene por el camino unos cuantos más para ir rompiendo ls piernas.

Ser uno de los ocho primeros les llevó a conseguir un cruce algo más plácido, contra el PSV. Llegaron a cuartos de final sin los dramas que ha tenido que gestionar el Real Madrid, eso les sirvió para pensar con más claridad en esta eliminatoria. La diferencia la cuenta el marcador sin necesidad de mucha retórica: 5-1. Se pierde en abril, pero se sestea desde septiembre.