MANCHESTER CITY - REAL MADRID

Guardiola 'rompió' un mandamiento del Barça con su médico: "Nunca hubiera dicho que no sabría vivir sin un perico al lado"

Edu Mauri, médico del Manchester City, es uno de los hombres fuertes del entorno de Pep Guardiola.

Edu Mauri celebra el último título de la Premier League./Getty Images
Edu Mauri celebra el último título de la Premier League. Getty Images
Lu Martin

Lu Martin

Edu Mauri recuerda que todo empezó una noche de Sant Joan en el año 2016. Suena el teléfono y al otro lado escucha una voz súper reconocible. '¡Me cago en diez! ¡Que tenga que trabajar yo con un perico! ¡Yo, culé como soy, que soy más que culé!'. "Me dijo que era Pep Guardiola, como si no le hubiera reconocido, y me pidió que por favor aceptara la oferta, que Cugat le había dicho que yo era el médico que necesitábamos... y que lo pasaríamos bien", recuerda el galeno.

Diríase que lo han hecho. "¿Que si lo hemos pasado bien? Hemos currado un huevo, pero me lo he pasado… Quién me iba a decir a mí que iba a tener la suerte de trabajar con Pep, con Manel, con Txiki, con Xabi, con Carles, con Loren... De conocerles y de ganar todo lo que hemos ganado. No puedo estar más agradecido al doctor Cugat y a Pep Guardiola", explica hoy Edu Mauri, el doctor Mauri, perico de cuna, nieto de charcutero con puesto en el Mercat de Galvany, hijo de maestra y de mito españolista, doctor y parte del histórico Manchester City de Guardiola.

Ocho años después de que se incorporara a los servicios médicos del City, como enlace entre el doctor Cugat y Max Sala, de Mauri suele decir Pep, siempre un poco exagerado, que se irá del club un minuto antes de que se vaya Edu. "Nunca hubiera dicho que no sabría vivir sin un perico al lado", suele bromear.

Edu es el hijo mayor del mítico Pepe Mauri, delantero centro de la década de los 50, director técnico y entrenador en varias épocas del club de Sarriá. Edu creció en la cantera blanquiazul antes de ir a Sabadell, a Granada y de vuelta al Sabadell. En 1982 le reclamó el Espanyol. Jugó seis años. Mientras, comenzó la carrera de medicina. "Mi padre no pudo estudiar. Mi madre, María del Carmen, era maestra. Siempre me decía que si llegaba a algo en el fútbol, algún día sería ex futbolista, pero si estudiaba, el oficio que aprendiera sería para toda la vida". Su hermano José jugó en el Sant Andreu y L'Hospitalet, y ahora es abogado; Fito es economista y Elisa también abogada.

Edu Mauri, abajo a la derecha, exfutbolista del Espanyol. ABC
Edu Mauri, abajo a la derecha, exfutbolista del Espanyol. ABC

Jugó en Primera con el Espanyol, formando parte de la histórica hornada del 'Yo Cantera' con Robi, Gallart, Samper, Haro Morilla, los dos hermanos Orejuela o Tintín Márquez. Después de seis años en Sarriá, jugó tres en el Sabadell, hasta que a los 29 años lo tuvo claro. "Vi que el Barça, el Madrid o el Valencia estaban más lejos que la Gramanet o el Sant Andreu y, al mismo tiempo, tenía una oferta de la Teknon (centro médico) para empezar a ejercer. Así que le dije a mi padre: "Tengo una oferta de trabajo el lunes, no te extrañe que el martes deje el fútbol". Y el miércoles lo dejó. "Preferí dejar el fútbol antes de que el fútbol me dejara a mí. Además, no quería ser un médico viejo". Empezó a hacer chequeos en la Teknon con el doctor Oliveró, hasta que el Espanyol le reclamó para que ayudara en el primer equipo al mítico Doctor Oliveras.

Fue entonces cuando empezó a tener mucho contacto con el Ramón Cugat, a través de la mutua montañesa. Con la llegada de Paco Flores bajó al B y ahí intensificó su contacto con el hombre que más sabe de rodillas del mundo, en la mutualidad de futbolistas, donde asistía cada vez que podía para coger experiencia viendo patologías de todo tipo. En el 2003 se hace cargo de los servicios médicos del Espanyol, pero aquello era un poco problemático: no había ni dinero ni respeto para el departamento. "Un día entré a pedir un ordenador porque legalmente necesitábamos guardar en registro digital todo lo de los futbolistas, porque lo exigía la mutua y la federación. Me dijeron que si no me lo podía comprar la mutua. Otro que si las vitaminas se las podía comprar el futbolista. Ese era el presupuesto y el trato en aquella época para los servicios médicos"

En esas apareció otra vez el Doctor Cugat. Buscaba un futbolista que fuera traumatólogo para Aspetar en Catar, el centro médico del Emirato. Fue dos días a verlo, se pasó cuatro años y descubrió un mundo. Ahora en La Vie, una coqueta cafetería de Deansgate, propiedad de libaneses, pide la comanda en árabe: "Me propuse aprender dos palabras al día. No sé dónde leí que con 600 te espabilabas. Al final decían que yo era el médico que hablaba árabe, pero no me enteraba de nada. Menos mal que tenía una enfermera argelina que hablaba inglés y árabe". De regreso a casa, estuvo trabajando en dos o tres sitios y mantuvo alguna colaboración con el Cugat hasta que durante un congreso de traumatólogos en Estepona se despertó con seis llamadas perdidas de Cugat, que era ponente en el certamen. Se encontraron en el desayuno.

- He visto llamadas tuyas de anoche, pero ya dormía, ¿qué pasa?

- 'Tenemos un problema', respondió Cugat. 'Pep necesita ayuda'.

Le explicó que había fichado por el City y que le estaba montando un pequeño equipo de colaboradores –un ecógrafo, un radiólogo...-, pero que se había quedado sin el médico que tenía que hacer de enlace entre el jefe en Mánchester y él, en Barcelona, que iba a supervisar las decisiones. Pep venía de una lamentable experiencia con los médicos del Bayern y necesitaba tener alguien de quien fiarse.

De hecho Edu sabía que en el City trabajaba Max Sala, con el que había convivido en Catar. Él era el médico de la selección olímpica y Edu, de la absoluta, así que habían tenido mucha relación y buen trato: "Ahora es el mi jefe", se ríe. Edu, que se acababa de comprar un apartamento en Sitges, tenía un plan de de vida tranquilito cerca de sus dos hijos, disfrutar del sol y del mar y de la compañía de su pareja mientras se ganaba bastante bien la vida... Pero claro, la idea de trabajar con Pep era muy tentadora.

"Propuse ir cuatro días". A los dos días, Ramón Cugat le respondió: "A Pep le parece bien, te llamará". Lo hizo durante una verbena y ocho años después vive en Mánchester toda la semana y toma café con Guardiola cada mañana.

Durante estos años ha descubierto "los mejores servicios médicos que he visto jamás en ningún sitio", por capacidad de reacción, por profesionalidad, y buena gente, ha sufrido tratando de recuperar a Kompany –"era un drama, salía de una y caía en otra pobre"-, ha alucinado con Mahrez -"Me dijo: 'yo no me lesiono nunca' cuando llegó y no se perdió un entrenamiento"- y ha disfrutando ejerciendo su profesión entre otras cosas porque asegura que no ha visto un entrenador respetar a los servicios médicos como él. Y ha ganado todo lo que se puede ganar.

"Pero eso es mérito de Pep y de los jugadores", dice el que fue extremo. Todo empezó una noche de Sant Joan. Pep llamó a un doctor perico y acabaron cantando Fiesta, de Serrat, en un improvisado Karaoke celebrando la Navidad en Mánchester, muertos de risa. La vida tiene estas cosas (por cierto, l'avi Josep, el abuelo de Pep, era del Espanyol).