Así es el Joselu más desconocido, entre la lealtad a su socio en la sombra y una rabia que ahora debe hacerle gracia
El hispanoalemán pasa a la historia del Madrid tras su doblete contra el Bayern, tocando techo con 34 años.

Hace poco más de una década, Joselu era uno de los jugadores con más ascendencia de un Castilla histórico. Los Nacho, Carvajal, Álex, Lucas, Juanfran o Jesé se pegaban a aquel gallego de tallo largo, con un acento que nunca abandonó y con un carisma que arrastraba cuando los chavales se juntaban en un bar de Montecarmelo, La esquina del 22, que pertenecía a un trabajador de Valdebebas. Allí se le pasaba a Joselu el mal humor cuando perdía en los entrenos. Por aquella época, 2011-12, ya había un pulso soterrado con Morata, que contaba en el club con el cariño y la apuesta que sus compañeros y entrenador, Toril, hacían por 'Selu'. Uno salió a Alemania, el otro se quedó en el Madrid.
𝐄𝐒 𝐄𝐋 𝐑𝐄𝐀𝐋 𝐌𝐀𝐃𝐑𝐈𝐃.
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Joselu no tuvo paciencia. Se vio maduro, máximo goleador del Castilla que arrasó aquella temporada, y ante la apuesta del club por Morata, no quiso quedarse en Segunda. "Yo fui el primero en querer salir del Castilla, tenía el nivel suficiente para jugar el siguiente año en Primera. Me fui a donde yo quería irme, a veces sale bien, otras mal", decía en una conversación con quien escribe publicada en Marca en 2017. El asunto es que el Hoffenheim pagaba seis millones por él (en 2012) y Joselu voló del nido de Valdebebas. Un gallego que había llegado a La Fábrica en 2009 de la mano de Ramón Martínez, que lo conocía de Vigo, por apenas kilo y medio.
Su carrera siempre fue un quiero y no puedo. O no me da. O no me dejan. O no se da. Poca estabilidad: Hoffenheim, Eintracht, Hannover, Stoke, Deportivo, Newcastle, Alavés y Espanyol. Año a año, traspaso o cesión, otra oportunidad para empezar de cero y reivindicarse… pero sin acabar de romperla. Por condiciones, hay quórum entre los que le han conocido. Joselu siempre estaba para más cosas de las que había conseguido. Un rematador de primer nivel, hombre de área de los de toda la vida, con el gol en las venas. Para haber metido más de 20 goles por temporada. Ahora mismo suma 16. Su mejor cifra fue 17 con el Espanyol.
Suyo fue el récord durante años de gol por minuto jugado en el Bernabéu. Marcó en su debut contra el Almería de la mano de Mourinho. También marcó contra la Ponferradina en Copa. Y en su primera aparición como rival, con el Deportivo, doblete en 33 minutos. En aquel momento presentó cuatro goles en 51 minutos. Mucho menos importantes que su doblete en el puñado de segundos contra el Bayern, historia que él ha hecho.
Varias curvas y un agente al que agarrarse
También ha tenido sus detractores. Un exentrenador de Primera razonaba críticamente hace meses que donde iba Joselu, se descendía. Su salida del Alavés se discute en los tribunales, con la acusación de que amenazó con bajar el rendimiento si no se le quitaba una cláusula de renovación automática. En su momento, se defendía, jugó infiltrado o con fiebre. Venía el delantero mosqueado porque en Mendizorroza se opusieron a su traspaso al Sevilla. Hablamos del año 2021. Lopetegui apretó mucho para llevarlo a Nervión. El adiós al Espanyol también tuvo sus sombras. Luis García cuenta en público menos que en privado sobre su actitud en la parte final del curso.
A su lado siempre ha estado José Redondo, su 'socio', el agente que vela por él desde que era un niño. En tiempos en los que los jugadores se dejan seducir por grandes empresas (o cheques en blanco) o apellidos ilustres de la representación, Joselu se mantuvo fiel a Redondo, un representante de la clase media del fútbol español, al que le une una estrecha amistad. Siempre en la sombra, José le ha acompañado en lo profesional y lo personal durante toda su carrera. Para él también es un logro tener plaza fija en los palcos del Bernabéu tras años viendo fútbol en Valdebebas, el Cerro u otros campos, donde se pasa infinitamente más frío que comiendo canapés en Chamartín. Un currante que ahora saborea, desde su posición, las mieles del éxito. No se entiende la carrera de 'Selu' sin este cordobés al que la representación ha golpeado con deserciones de lo más dolorosas.
Cuando empezó a ser candidato para la Selección, a Joselu le frustraba no verse convocado. Incluso ni estar en la prelista. Hablamos sobre todo de 2022, opositando al Mundial. Suele pasar con jugadores a los que, desde equipos modestos, les cuesta romper el cascarón de verse llamados por la absoluta. Joselu es el tercer futbolista que debutó con la Selección siendo más veterano, a punto de los 33 (detrás de Argila, un portero de los años 50, y Puskas). Ahora es un fijo para De la Fuente. Le hará gracia recordarse indignado cuando no le llevaban. Es el premio a un cúmulo de circunstancias. "Uno se hace futbolista para vivir también lo que viví en mi pasado", contestó en zona mixta tras la gesta conseguida. Lo dijo por algo. Sólo él y sus más allegados saben por lo que ha pasado para tocar el cielo. Sólo habiéndolo sufrido se puede saborear en toda su dimensión.
Cuando fue a París como aficionado a la final contra el Liverpool, no quería que se supiera, tímido como es, temeroso del qué dirán. Hace 12 años, Joselu se juntó con Carvajal para un reportaje con Marca, uno en el Eintracht, otro en el Hoffenheim, y ambos aseguraban: "Sería un sueño volver". Ni por asomo se podrían imaginar que años después serían concuñados ni mucho menos que acabarían jugando juntos, con el escudo real, una final de la Champions League.