M. CITY 1 (3) - R. MADRID 1 (4)

Los malabares de Lucas, la locura de Rüdiger, Militao pidió no tirar y la tanda que convirtió a Lunin en héroe

El Real Madrid ganó 4-3 la tanda de penaltis definitiva tras una actuación inmensa del ucraniano.

Lunin para el penalti a Kovacic./EFE
Lunin para el penalti a Kovacic. EFE
Jonás Pérez

Jonás Pérez

El Real Madrid ya está en semifinales de la Champions en una auténtica oda al sufrimiento, una eliminatoria agónica, épica, legendaria, que se cerró en una tanda de penaltis que confirmó a Lunin como héroe y que tuvo a Rudiger y Nacho de inesperados lanzadores. Y cómo no, a Lucas Vázquez, que volvió a jugar con el balón, como en los viejos tiempos y convirtió. Fue el broche de un partido a vida o muerte, una final anticipada entre dos colosos.

El primer paso lo dio Lunin, que se acercó a la posición de Llopis, donde también se encontraba Kepa, para estudiar los lanzamientos de los futbolistas del City. Después llegó la arenga del Real Madrid, todos juntos, unidos, abrazados, en señal de plena confianza. Algo similar a lo del equipo local, que también se cogió de los hombros mientras los jugadores escuchaban con atención a un Pep Guardiola más hablador que el italiano.

Ancelotti, a posteriori, reveló en las radios cómo eligieron a los lanzadores: "El cuerpo técnico los ha elegido. Hemos probado antes de salir de Madrid. Pusimos a los que más confianza tenían. Muchos querían tirar. Solo Militao ha dicho que no, porque le conocía Ederson".

Como parte del protocolo, los once supervivientes de cada equipo en un partido de un enorme desgaste vieron desde el centro del campo una tanda más tensa aún que los 120 minutos. Los jugadores del City, probablemente avisados por su cuerpo técnico, siguieron una liturgia peculiar: quitarse la hierba de los tacos, una vez postrados, para evitar resbalarse en caso de lanzamiento.

El City ganó el sorteo y Julián fue el primer encargado de lanzar. Carrera y adentro. El del Madrid fue para Modric y Ederson se lo detuvo abajo, mano fuerte. La última vez que el brasileño paró una pena máxima con los citizens Agüero aún estaba en la plantilla. Esta vez resultó vencedor, el Día D, a la Hora H.

Con la ventaja para los locales, era el turno de Bernardo Silva, que se encontró con el mismo muro que en los 120 minutos anteriores. Tomó carrerilla, Lunin le aguantó hasta el final y el portugués ya no supo cambiar su idea. Al centro, suave, a su rival le valió con quedarse quieto para detenerlo.

Bellingham, con sangre fría, convirtió, confirmando el empate. Más nervioso se puso Kovacic y Lunin le volvió a adivinar las intenciones. La gigantesca mano del meta del Madrid le confirma como una realidad y uno de los mejores porteros de la temporada. Lucas Vázquez, recordando a finales de Champions anteriores y jugueteando con el balón, convirtió para poner por delante al Real Madrid.

La cuarta ronda fue gol de Foden y de Nacho, quizás la mayor sorpresa del Real Madrid en la tanda. Todavía más alocado fue que el quinto lo tirara Ederson, nada habitual en una tanda. El brasileño fue una apuesta acertada, lo tiró de maravilla, junto al palo izquierdo de la portería de Lunin. Y quién si no, Antonio Rüdiger, un hombre que no conoce el significado de la palabra presión, marcó el último y definitivo.

A sprint todos los jugadores del Madrid corrieron hacia la posición de Lunin, el héroe, y Rüdiger, el que transformó el último. Concretamente, Valverde, Modric, Brahim, Kepa Arrizabalaga y Luis Llopis (entrenador de porteros) volaron hacia el ucraniano. Y, por supuesto, todos a festejar con una afición que no dejó de alentar y que incluso se les escuchó durante minutos y minutos al mismo nivel que la grada citizen. Una noche inolvidable. Una victoria de quilates. Un sufrimiento insoportable que acabó en éxito. Una tanda de penaltis que convirtió a Lunin en héroe y a esta eliminatoria en leyenda.