La situación de Mbappé endurece a un Luis Enrique que no perderá el pulso como con Messi
Desde que el club comunicó que el francés no seguirá, solo ha completado un partido.

"Nos tenemos que acostumbrar a jugar sin Kylian", comentó Luis Enrique después de que el Paris Saint-Germain comunicara que Mbappé no renovaría. "Cuando lo considere oportuno, jugará; y cuando no, no jugará. Esto ocurre con todos los entrenadores", justificó el asturiano. Su postura no ha cambiado y no hay motivos para pensar que vaya a hacerlo.
El francés se quedó sin jugar contra el Lille y una semana más tarde jugó media hora contra el Nantes. Luis Enrique lo sustituyó contra el Rennes, lo dejó en el vestuario al descanso en Mónaco y luego le dio un cuarto de hora contra el Reims. Jugó el partido entero ante el Montpellier, con hat-trick, y volvió a ser sustituido en Marsella, en el que fue su último clásico francés.
"Sigo con la esperanza de que Mbappé continúe", comentó Luis Enrique tras el cambio en el Velodrome. Con 0-1 a favor y con diez hombres, el técnico sentó a Kylian, Dembélé y Fabián Ruiz. Uno de los recambios, Gonçalo Ramos, marcaría el 0-2. Mbappé mostró su descontento con subiendo una fotografía con el brazalete en la mano. Este sábado, disputó algo más de 20 minutos. Le valió para asistir a Gonçalo Ramos y que el PSG rascara un empate en casa ante el colista, el Clermont.
Los seis cambios de Messi
En los tres años que Luis Enrique estuvo en Barcelona, cambió a Messi en seis ocasiones. El primer curso, el 14/15, temporada en que el club ganó su última Champions, el entrenador sustituyó a Leo una única vez. Fue en Champions, contra el Ajax, con 2-0 en el marcador y a tres días de jugar el Clásico. Aquel Real Madrid-Barça, sería el debut de Luis Suárez con la camiseta blaugrana.
Para encontrar otro cambio hay que avanzar un año. Luis Enrique sustituyó a Messi contra el Athletic. Lo dejó en el vestuario en el descanso, con 2-0 a favor y a raíz de unas molestias musculares que arrastraba el diez. El tercer curso, el último del asturiano en el banquillo del Camp Nou, lo cambiaría en cuatro ocasiones. La primera, contra el Atlético, por problemas en el aductor. La segunda, contra el Athletic, para darle descanso. Tres días después el Barça disputaba la vuelta de las semifinales de Copa contra los de Simeone. Messi acabó en el banquillo, sonriente al lado de un Luis Suárez que no saltó al campo y vio como Paco Alcácer ocupaba su puesto.

El tercer cambio fue el preludio de uno de los partidos más recordados en la historia del barcelonismo. El Barça ganaba 4-1 al Sporting de Gijón y Luis Enrique sentó a Leo. Una semana más tarde, con partido ante el Celta en medio, los blaugrana soñaban con remontar un casi imposible 4-0 al Paris Saint-Germain. El sexto cambio fue ante Osasuna, justo después de anotar su segundo gol y con 4-1 en el marcador.
Anoeta y una inesperada suplencia
No fue un cambio sino una suplencia la decisión que tensó más la cuerda entre Luis Enrique y Messi. Aquella fatídica noche de enero en Anoeta, con derrota incluida, se llevó por delante a Andoni Zubizarreta, director deportivo, y cerca estuvo de irse también el entrenador. Leo, Neymar y Dani Alves llegaron dos días más tarde de las vacaciones navideñas por haber cruzado el charco, algo pactado con el club. El técnico decidió empezar con los tres en el banquillo.
Al acabar el encuentro, el ambiente en el vestuario se caldeó. Al día siguiente, con el Barcelona haciendo el tradicional entrenamiento a puertas abiertas del 5 de enero, Messi decidió no asistir y Luis Enrique, no quiso hacer excepciones, pidió al club multar al argentino. Quien actuó de intermediario fue Xavi Hernández, que apaciguó aquel huracán. Unos meses después, Luis Enrique y Messi posaban con la Copa, LaLiga y la Champions.
PSG y Real Madrid llevan años a merced de las decisiones de Mbappé. Luis Enrique decidió no depender del francés, el jugador franquicia del club. Los cambios de Messi eran para 'cuidar' al argentino, el diez que aparcaba sobre el campo y se dosificaba el mismo. Los cambios con Mbappé son para mirar al futuro, aunque el futuro cercano haya plantado una eliminatoria contra el Barcelona.
Kylian no le ganará el pulso a un Luis Enrique que tampoco se quemará en la sala de prensa. "Tengo 53 años. Ya tengo una parte de mi cuerpo pelada... que es la cabeza. Me encantaría que la historia terminara maravillosamente para el PSG y para Mbappé, para todos. Estamos todos en el mismo barco", cerró el asturiano.