REAL MADRID 1 - ARSENAL 2 (1-5)

El Real Madrid imaginó el centro del campo del futuro, pero el fútbol sigue obligando a tener un Kroos

El equipo se ha visto sin timón en la temporada porque apostó por un modelo de centro del campo que no ha sabido imponerse.

Valverde protesta al árbitro del partido. /EP
Valverde protesta al árbitro del partido. EP
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

Toni Kroos se fue del Real Madrid con una de las despedidas más bonitas que jamás ha tenido un futbolista. Con los niños en el campo, con una grada entregada, con la promesa cumplida de ganar una Champions más. Se marchó para siempre el jugador alemán, dejando la sensación que siempre estuvo en su cabeza, la de irse cuando todavía era un referente, no emborronar con un final errático una carrera legendaria. Fue el adiós perfecto para su manera de ver el mundo porque, efectivamente, todo eso se cumplió, pero nadie duda que el Real Madrid hubiese sido mejor con él en la plantilla, incluso aunque su fútbol hubiese decaído un poco.

Cuando se fue Kroos tendrían que haber llegado las prisas por sustituirle, porque cualquier empresa que pierde un activo así tiene que hacer control de daños, pero en las oficinas del Real Madrid pensaban que esa jugada ya la habían visto tiempo antes y que tenían en la mano los argumentos suficientes para reconstruir al equipo sin necesidad de ir al mercado. Se iba Kroos, sí, pero con la plantilla bastaba para no tener problemas, debieron pensar.

Kroos celebró la Champions de 2024 con la afición.RELEVO

Es cierto que se estaba planificando desde tiempo antes la jugada, pero quizá el problema que se encontró la dirigencia del club es que el fútbol que imaginaron no es el que se ha ido imponiendo. Asumieron que con la evolución de Camavinga, Tchouameni y Valverde el equipo iba a terminar encontrando una nueva versión mejorada, un futuro en el que los mediocampistas iban a ir de aquí para allá y cubrir mucho campo, porque el fútbol que venía, físico y vertiginoso, no iba a dejar lugar a la pausa.

Ese sueño no llegó y la pausa sigue teniendo un lugar en el fútbol. Jugadores como Pedri o Vitinha, ambos semifinalistas en esta Champions, son capaces de imprimir velocidad cuando el partido así lo requiere y también bajar las revoluciones si es eso lo que su equipo necesita. Los tres jugadores a los que el Madrid ha confiado su centro del campo del futuro son, no cabe duda, excelentes, capaces de hacer muchas cosas bien y convertirse en piezas claves para un buen equipo. Valverde ya lo es, sus dos compañeros pueden serlo también a su manera. Ninguno de los tres, sin embargo, es Kroos. Ni se parecen a ese jugador.

En verano el uruguayo se quedó el '8' y pensó que podía ser suyo ese rol. Había en su relación con el alemán algo paternofilial, la típica secuencia de maestro y aprendiz que tanto gusta en Hollywood pero que en este caso no se puede hacer realidad. Incluso su entorno parecía implorar un lugar para él que no sabe del todo llenar, haciéndole un flaco favor. Entre sus muchas virtudes no está la de dirigir un equipo, y un equipo sin dirección es siempre un proyecto fallido.

Lo más parecido que había en el club a Kroos era Ceballos, tanto es así que sus aficionados han ido echándole cada vez más de menos en sus ausencias, planteándose tras los partidos horrorosos —y han sido muchos los partidos horrorosos— que el de Utrera iba a ser el ibuprofeno de los dolores futbolísticos blancos. En destellos lo fue, y quizá cualquier futuro éxito del Madrid esta temporada pasa por que vuelva a serlo, pero nunca será un jugador del todo fiable. Y, en realidad, su nivel futbolístico es alto pero probablemente no el que se requiere para llevar el timón de un transatlántico así.

En esta suma se añade Modric, que tampoco tuvo que ser exactamente eso, porque siempre jugó con Kroos al lado y, en todo caso, solo puede ofrecer una versión crepuscular de sí mismo, siempre entre algodones, más apto para ratos que para noches enteras. Él, a diferencia de su más ilustre compañero, decidió hace tiempo que iba a exprimir al máximo su tiempo en el fútbol, que le gusta tanto que no quiere irse. Su decisión, como todas las que se toman en la vida, también tienen consecuencias, y aunque nunca dejará de ser una leyenda blanca, ese título no se quita, ahora mismo su presencia en la plantilla no es capaz de cambiarle la cara al equipo.

Este desbarajuste en el medio tiene también un problema filosófico, y es que lo que pensaron en las oficinas era incompatible con el entrenador al que le habían encargado esta tarea. Ese fútbol de presión y potencia no es el universo de Ancelotti, que fue mediocampista en los 80 y siempre ha estado más cómodo desde el control que navegando la incertidumbre. Un rato de ida y vuelta puede estar bien, parece pensar el italiano, pero para ganar títulos siempre se necesita que entre tus estrellas haya algún regista.

El presidente del club renovó su mandato hace solo unas semanas, y eso implica que es él quien tiene la confianza y el mandato del madridismo. Él, con sus asesores, fue quien soñó un equipo vigoroso y potente, más una banda heavy que la filarmónica. Él también fue quien le dio esa partitura a un señor que no se fiaba del todo de ella para interpretarla, un entrenador legendario, con sus virtudes y defectos, pero que no terminaba de casar con la propuesta que estaba sobre la mesa.

Mientras tanto, el club se hizo alguna que otra trampa más, como plantearse la opción de que Arda Güler termine jugando en esas posiciones. Estiman que si lo hizo Modric, quizá él, con su talento, también puede hacerlo, pero el técnico nunca se ha fiado de esa intuición de la dirección deportiva. Quizá Nico Paz era más capaz de adaptarse a eso, pero habría que verlo en el Madrid y, en todo caso, es poco probable que Ancelotti se la hubiese jugado con esa carta. Asencio es el único ejemplo reciente de éxito para el primer equipo y solo lo ha sido con una concatenación sorprendente de acontecimientos varios.

Llegó la derrota más dolorosa, pero no la más imprevisible. El Real Madrid está fuera de Europa y, aunque arrancó la temporada como favorito, ha terminado estampándose con la realidad. Hay nostalgia de Kroos, que sale en anuncios de televisión, por si alguno todavía cree que puede olvidarle. Era imposible sustituirle, pero es que en este caso ni siquiera se intentó.