Mikel Arteta era el 'Guardioleta' de La Masia, pero un trauma y un tapón lo 'echaron' del Barça: "Los obreros cobraban menos y sacaban las castañas del fuego"
El técnico del Arsenal jugó en el Barça de 1997 a 2001, pero ese curso con "desequilibrios" en el filial le hicieron cambiar de aires.

El Mikel Arteta que esta noche (Movistar +, 21:00) se siente en el banquillo del Santiago Bernabéu y aspire -lo tiene todo de cara- a noquear al Real Madrid y pasar a las semifinales de la Champions con el Arsenal fue un día un valor de La Masia. Más Andrés Iniesta que Xavi Hernández por su historia inicial: un chico que con 15 años dejó San Sebastian para alistarse a esa cuna de talentos del fútbol en la que ya dormían los que iban a ser los campeones del mundo del futuro, como los dos centrocampistas mencionados anteriormente y Carles Puyol, que ya asomaba por el primer equipo. Unas generaciones que después se unirían en el filial con nombres como Moha, Jofre, Trashorras, Mario Rosas, Pepe Reina, Motta o Babangida o Nano.
Arteta (1982) jugaba en el Antiguoko (club reconocido por labor de base en Donosti) e iba a entrenar a Lezama cada semana hasta que un día el FC Barcelona pidió que viajase a La Masia para hacerle una prueba. Lo explicó en su día José Luis Mendilibar, actual técnico de Olympiakos, en Relevo: "... El Barcelona se dirigió al Athletic y pidió permiso para que Arteta realizara una prueba con ellos en La Masia. José María Amorrortu, que era el responsable de la cantera, accedió. Probó y le ficharon. Allí se quedó". Un paso que, como explica el extécnico del filial Josep Maria Gonzalo, era lógico por las características del centrocampista: "Era un supertalento, muy técnico, no tenía nada que ver con el prototipo de jugar vasco de aquella época".
Para entender la apuesta por Arteta, y por Iniesta, hay que contextualizar los pasos que fue dando La Masia con esa idea de juego que implantó Laureano Ruiz y que potenció Johan Cruyff, en la que los jugadores bajitos, técnicos y con talento tenían cabida en esas etapas de formación. La figura del 4, el mediocentro que canalizaba todo el juego, era una referencia en La Masia, de Luis Milla a Pep Guardiola, con los matices que después tendría Xavi y las expectativas que generó la llegada de Arteta, apodado el Guardioleta por sus similitudes físicas, quien siempre habló maravillas de lo que significó aquello. "Es el entorno más único que he visto en mi vida. El más competitivo, el más inspirador... Y probablemente el entorno más profesional de cualquier club o academia que haya visto que replica el entorno de un primer equipo a los 14-15 años", dijo como técnico ya del Arsenal.
Arteta fue subiendo peldaños con compañeros como Trashorras, quien recuerda como era el centrocampista vasco. "Llegamos el mismo año, él jugaba más de seis, yo por delante. Era extrovertido, siempre con bromas, tengo buenos recuerdos. Nos juntamos. Tenía unas cualidades grandes pero estaban Pep, Xavi y Andrés, lo tenía difícil", explica. Jofre Mateu, quien también estuvo con él en La Masia, no tiene un recuerdo aproximado al de Trashorras y destaca a nivel personal una cierta distancia: "Fuimos compañeros de La Masia, pero no teníamos una estrecha relación. Era un buen profesional, aseado, pero serio e introvertido. No estaba llamado a ser el jugador que fue, y en la parte base había esa percepción". Gonzalvo le da la razón a ambos aunque opinen diferente: "Era muy vasco, una persona de pocas palabras, pero amigo de sus amigos. La relación fue corta y hubo poco tiempo para establecer conexiones", dijo.
Mikel Arteta é La Masia. pic.twitter.com/THPwNbRGpa
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Los 700.000 euros a Nano que dividieron el filial con Arteta en medio
Con esa etiqueta de jugador predestinado al primer equipo tarde o temprano, la cantera del Barça estuvo a la defensiva bajo la presidencia de Joan Gaspart por la marcha por 150.000 euros de Gerard López al Valencia en 1997. Otro centrocampista que empezaba a triunfar en otro club mientras el Barça no se acababa de encontrar y llegaban holandeses al centro del campo del primer equipo. Ese trauma marcó la política de protección de los canteranos, que pautó el devenir de Arteta y de otros jugadores. En el verano de 1999, el extremo izquierdo gallego Nano debutó en el Joan Gamper y se convirtió en el jugador más joven (17 años, seis meses y siete días). Durante ese curso, cuestionado Rivaldo, el joven extremo gallego se convirtió en una gran promesa y Gaspart decidió pagarle un sueldo de 700.000 euros. Y ahí aparecieron los problemas porque, al día siguiente, otros canteranos llamaron a la puerta. También Arteta, a quien se le mejoró el contrato en el filial.
"Ese año fue convulso para el Barça B porque era un año en el que había desequilibrio entre las fichas de los jugadores. A Nano se le aumentó para que no se fuera al Arsenal, luego vinieron otros... Teníamos un vestuario dividido, la clase obrera cobraba poco, pero sacaba las castañas del fuego, y luego había otros de sueldos desorbitados", explica Gonzalvo, quien tuvo que lidiar con una campaña complicada que generó muchos problemas de vestuario y que acabó con Arteta fuera del FC Barcelona por todo el ambiente creado. El mediocentro, que veía como la apuesta del primer equipo era Xavi, decidió coger la puerta de salida e irse cedido al PSG de Luis Fernández y Ronaldinho tras jugar 41 partidos de titular en dos años. Después, se iría traspasado al Glasgow Rangers. Y, como definió Mendilibar, ya se hizo una carrera "muy brithis, porque él era ya medio british".
Un camino paralelo a Guardiola en La Masia y en los banquillos
El Arteta jugador, para Gonzalvo, sí reunía las características para haber sido un futbolista de la primera plantilla azulgrana, como luego demostró con sus años en Everton o Arsenal. "Era muy técnico, con una visión de juego y una derecha excepcional. Y era un gran chutador de faltas, como Declan Rice. Dominaba la izquierda también", asegura y profundiza en la figura del cuatro tan mimada en La Masia: "Todos lo comparaban con Guardiola o Xavi, pero era un jugador diferente, y eran etapas distintas. En el Barça siempre queríamos cubrirnos las espaldas de que siempre había una referencia por si pasaba algo. Mikel cogió una época convulsa de cambios en el club, de pocas oportunidades en el primer equipo y tuvo el tapón de Guardiola y Xavi", resume.
Aunque era un Arteta muy joven, sí que le veían los compañeros una inteligencia dentro del campo que les hacía ya intuir que podía ser entrenador. "Su conocimiento era privilegiado. Era inteligente, y en el Barcelona jugando ahí tienes que verlo todo", matiza Trashorras. "Tenía muchas cosas dentro y gran capacidad de análisis. Era más talento de coco que de habilidades futbolísticas", argumenta Jofre. Y así se fue posteriormente formando en los banquillos, curiosamente con Pep Guardiola en el City, al que siempre comparaban de jugador y ahora también de entrenador. Historias paralelas aunque con gloria distinta. Hoy, ante el Real Madrid, Arteta puede dar un paso más hacia ese cetro que sí tiene su mentor.