PSG 2 - BARCELONA 3

La odisea de los culés en París que valió la pena: 28 horas de bus, una avería y un gol para soñar: "Es difícil dormir con este subidón"

La felicidad de los aficionados azulgrana desplazados a la capital francesa fue total.

Aficionados del Barça en el Parque de los Príncipes. /REUTERS
Aficionados del Barça en el Parque de los Príncipes. REUTERS
Alex Pintanel

Alex Pintanel

París.- Ningún culé olvidará la mágica noche de Champions del FC Barcelona en el Parque de los Príncipes. Especialmente los 2.000 culés que se ubicaron en uno de los córners del estadio parisino. El partido fue una montaña rusa de emociones. De la euforia con el tanto de Raphinha para adelantar al Barça, al sufrimiento del inicio del segundo tiempo con los goles de Dembélé y Vitinha que le daban la vuelta al marcador. El tanto del empate del brasileño devolvió la alegría al sector azulgrana que estalló de júbilo con el gol de la victoria de Christensen. La noche del miércoles en el Parque de los Príncipes fue tan cambiante como un día meteorológico en París.

"Soy un barcelonista más y estoy orgulloso, pero esto no ha acabado", espetó Xavi Hernández en rueda de prensa. Lo de anoche fue un primer paso, pero queda el segundo y el más complicado y decisivo. El egarense espera que Montjuïc sea la olla a presión que fue el Parque de los Príncipes. "Jugamos en casa y con nuestra gente y los vamos a necesitar", reconoció.

Xavi: «Es un momento de orgullo, pero no hemos conseguido nada»

Cinco autobuses, uno averiado y 2.000 culés

No empezó bien la previa para 50 culés. El Barça había organizado a través de su agencia oficial FCB Desplaçaments el viaje a París. Se montó una sola opción: el autobús. El precio era de 125 euros para los socios y 143 para los peñistas. Los autobuses salieron de la Ciudad Condal el martes por la tarde para llegar a la capital francesa a primera hora del mismo día de partido. 14 horas por carretera, muy pocas paradas, paciencia e incluso una avería. De los cinco autobuses con 250 culés, uno de ellos se estropeó al salir de Barcelona. Una odisea que unos llevaron mejor que otros. "He estado durmiendo cinco horas", explicó un aficionado a Relevo. "Yo he dormido bastante también", decía otro. El sueño fue la mejor manera de combatir la pesadez de tantas horas en la autopista. El sueño, y viajar por el Barça. "Por el Barça lo que haga falta", comentó un aficionado que lucía los colores azulgrana. El resto de los 2.000 seguidores que se desplazaron hasta París para animar al equipo optaron por el avión, el tren y el coche.

El Barça y sus aficionados celebran la victoria en París. RELEVO | ALEX PINTANEL

Los autobuses volvieron a Barcelona al finalizar el encuentro, y por lo tanto, varios aficionados se habrán pasado más tiempo en la carretera, cerca de 28 horas, que en París, donde no han estado mucho más de 12. Eso sí, la paliza valió la pena. "El cansancio se digiere mucho mejor con la victoria. Ahora veremos si podemos dormir con el subidón que llevamos", contó feliz a Relevo uno de los aficionados antes de emprender el largo regreso para casa.

Los ultras se fueron apagando

El Collectif Ultras Paris (CUP) es el único grupo ultra presente en el estadio que se sitúa justo detrás de una de las porterías. "Este innoble Barcelona, tantas veces favorecido por el arbitraje, debe sentirse en territorio algo más que hostil", rezaba el comunicado del ala más radical de la afición del PSG en la previa del encuentro. Caldearon el ambiente y el estadio se hizo notar con un ruido que fue ensordecedor en muchos momentos, especialmente en los prolegómenos del encuentro. El grito de "puta Barça" se cantó en infinidad de ocasiones. Incluso cuando saltaron los futbolistas de Xavi a testar el césped del Parque de los Príncipes. En la zona visitante se encendieron dos bengalas después del tercer tanto culé.

Lo mejor de la noche fue que no tuvo que lamentarse ningún incidente. Ni en los prolegómenos del encuentro, ni durante ni después del choque. De hecho, se pudo ver por París a los aficionados del Barcelona luciendo orgullosos las camisetas, bufandas y banderas sin ningún tipo de problema. "Estamos tranquilos. Esperemos que todo sea seguro. Hemos viajado muchas veces en Champions y nunca hemos tenido problemas", dijo un culé a este medio paseando tranquilamente con su camiseta azulgrana por la zona de la torre Eiffel. durante la mañana. "Los autobuses venían llenos. Confiamos en las autoridades de seguridad de París", comentaba otro en la previa del partido. También hubo presencia de los Boixos Nois, grupo vetado por el presidente Joan Laporta que estuvo ya en Nápoles y que viajó a París.

La odisea de los 2.000 azulgrana en París acabó con final feliz. La ciudad del amor se convirtió en eterna para un Barça que volvió a ganar fuera de casa en una eliminatoria de Champions cinco años después. El próximo martes, el segundo capítulo de la entrega, pero lo de anoche en París no lo olvidará ningún culé.