Para entender por qué la gente no tiene ni p*** idea sobre Gavi sólo hay que preguntarle a Ceballos y Ancelotti

A veces miramos y no vemos. Y torcemos los renglones que hasta Dios había dictado rectos. De Gavi se ha dicho —como él mismo reconoció en la previa ante el Borussia alucinado— que no sabe jugar al fútbol, como también se deslizó que no le gusta para nada a Flick y que De la Fuente ya se ha olvidado de él después de ser su ojito derecho e invitarle como oyente a la Eurocopa.
Y la realidad, siempre tan palmaria e incontestable, es que —como ya avisamos— va a ser más importante en este tramo decisivo de la temporada de lo que una mayoría piensa, que su relación con el entrenador alemán es casi paternal y que el seleccionador, si no pasa nada raro y juega con asiduidad, lo llamará a filas en junio para la Final Four de Alemania en la Nations League.
Gavi no es Pedri. Ni falta que le hace. Cuántos querrían tener sus atributos. Pregúntenle a Eric García, al que le falta esa pizca de visión y presencia en campo contrario. O a De Jong, que siempre careció de ese hambre y ese colmillo cuando las cosas van contracorriente. El centrocampista andaluz es al Barça lo que Valverde al Real Madrid. Que no es poco y más bien lo es todo.
La verdad es que Gavi, pese a su reivindicación bajo el aroma de la Champions, ha puesto bastante de su parte para confundirnos. Hay varios hechos que han elevado su fama de minotauro, dando a entender que es más feliz rodando que trotando y que estaría dispuesto a disparar con la cabeza una decisiva tanda de penaltis. La finura es para otros. De ahí mientras sus compañeros regatean en sala de prensa, él embiste.
Entre sus hitos está jugar con un gorro de waterpolo para tapar una buena herida, algo que confirió un lustre especial, cercano al de un héroe guerrero, a un jugador ya de por sí bastante peculiar. También está en el top-ten el hecho de patentar esas planchas marca de la casa para recuperar un balón más en medio campo. Pero no hay nada como el día que se lanzó con la testa por delante en un entrenamiento de la Selección a puerta cerrada, con 14 puntos en la oreja, para intentar neutralizar un simple disparo de Rodrigo. "Es que iba a meter gol", dicen que gritó cuando los técnicos pararon la sesión, en mitad de las risas del resto de internacionales, para hacerle ver que su salud debe ser siempre lo primero.

Pese a que hay quien todavía no quiere verlo, la progresión de Gavi está fuera de toda duda. Aunque se dio a conocer como un incordio que iba al choque con cualquier rival, independientemente de su talla, peso y condición, ha ido mutando ese perfil y complementándolo con unas dotes tácticas y técnicas nada desdeñables. Lástima que la primera impresión es la que más pesa. Gavi ya no sólo es esa especie de Roomba que se estrella con quien haga falta con tal de arañar balones y barrer duelos para casa. Ni ese pitbull que va a la presión como quien ataca a medianoche la nevera. Ahora también viene a por el balón, se asocia, gira el juego, aparece por detrás del mediocentro adversario, cae a banda cuando se le necesita, aparece por sorpresa en el área desde segunda línea, tira paredes y tiene gol. Mucho gol. Como siempre demostró en las categorías inferiores.
"Mucha gente se cree que no sé jugar al futbol y no tienen ni p*** idea". Esta frase que ha desatado la carcajada general en la rueda de prensa de este martes aún resuena en mi cabeza. Por todo lo que engloba y significa. Más allá de verdad, el desahogo destila descaro, confianza y ambición. Por eso, habría que hacer unas buenas camisetas con el lema serigrafiado en el pecho. Y veremos si después de la final de Copa del 26 de abril y del desenlace de la temporada en mayo no da incluso hasta para tifo. Es el mejor resumen de lo que es este Barça. Pura valentía y atrevimiento.
Para saber la grandeza que ya ha adquirido el canterano con tan sólo 20 años, y después de haber remontado con grandeza una operación de rodilla, bastaría una simple encuesta a pie de campo. Pregunten a Carlo Ancelotti, que sufrió a Gavi en la final de la Supercopa de España en enero con una actuación decisiva, a quién preferiría no ver en el medio campo culé en La Cartuja y en el Clásico que decidirá dentro de poco esta Liga. Y si aún siguen con la duda, vayan y repitan ejercicio en la ventanilla de Ceballos, que ya estará recuperado para ambas citas y podría tenerlo frente a frente. El 6, una mezcla de Bakero, Eusebio y Amor, es una verdadera pesadilla para los rivales y una bendición para todos aquellos que miran y ven y, sobre todo, tienen una ligera idea de qué va esto.
Si Gavi es uno de los pocos jugadores a los que De la Peña representa, está todo ya dicho. No hay mayor sello de calidad que el del hombre con mejor visión de juego que ha existido en la tierra. Es algo así de fiable como si Ronaldo El Fenómeno, la mejor pareja de baile que tuvo en el verde Lo Pelat, te recomienda un restaurante o, ya puestos, un after.