El PSG y la pregunta incómoda de todos los años: "¿Y ahora qué?"
Más de 2.000 millones de euros después y tras distintas aproximaciones, el equipo parisino sigue sin ser capaz de lograr ganar la Champions.

Una nueva temporada y un nuevo fracaso. En el PSG la cosa funciona así La liga francesa se da por supuesta, pues el proyecto jibariza a cualquier otro club del país, y las decisiones se toman pensando en llegar a mayo y lograr levantar la Champions League. Todavía está por ocurrir, siguen pasando los entrenadores, los proyectos y los millones sin hacerse con el santo grial. Puede ser injusto, una exigencia desmesurada, pero es la que concuerda con un proyecto faraónico.
Una temporada más, toca la pregunta incómoda: ¿y ahora qué?
El pasado verano, como en casi todos los anteriores, el PSG acudió al mercado de traspasos con la billetera rebosante. Habían traspasado a Neymar a Arabia por un buen dinero, 90 millones, y eso mismo valía como excusa para cualquier dispendio. En Kolo Muani se gastaron esos 90 y cinco más, una cifra altísima por un jugador que no ha sido siquiera titular en el club parisino. Contra el Borussia, en el partido a vida o muerte, observó lo ocurrido sin llegar a mancharse de césped las botas. No es algo sorprendente, en la ida jugó solo 25 minutos y en la eliminatoria anterior, contra el Barcelona, solo disputó minutos de descuento.
No es muy distinto lo que se puede contar de Gonçalo Ramos, que por 65 millones fue el segundo traspaso más caro de la ventana de verano del PSG. Contra el Dortmund fue titular, disputó 63 minutos, pero no fue un factor en el encuentro. Entre todos los demás partidos de eliminatoria de la Champions de este año sumó la friolera de cinco minutos. 60 millones costó también Ugarte y entre los seis partidos de eliminatorias no ha llegado a los 25 minutos. Dembélé (50), Barcola (45) o Lucas (45) sí han jugado más, aunque tampoco su contribución ha hecho al PSG escapar de su destino.
No se duda del músculo económico del PSG, pero sí de la capacidad de convertir esa ambición en resultados. La apuesta presente modificó de alguna manera lo establecido hasta el momento en París. Ya sin Neymar ni Messi, quedó el proyecto con una sola estrella absoluta, Mbappé, rodeado de lo que se supone un esquema de presente y futuro, jugadores con mayor capacidad de trabajo que deberían de haber fraguado un equipo más sólido. Equipo, equipo, equipo, esa era la receta para deshacer los males del pasado.

El proyecto Luis Enrique
Durante la temporada, a ratos, funcionó, pero un poco como lo parece todos los años. Porque al final el equipo tiene un tonelaje suficiente para impresionar, pero nunca la configuración necesaria para ganar. Este proyecto es el de Luis Enrique, que como a todos sus antecesores se le contrató con la idea de poder ganar la Champions. La primera bala se ha marchado desviada y ni siquiera queda el consuelo de otros años, cuando el rival que ganaba era el Madrid o el City, equipos hechos del mismo material y con la misma ambición. El Borussia ni siquiera es eso.
Luis Enrique queda señalado por esta eliminatoria, porque el resultado esperado era otro, pero tampoco puede asirse en la suerte como un factor definitivo. Ya en la anterior ronda el equipo mostró la mandíbula de cristal y solo la expulsión de Araujo les despejó el camino hasta las semifinales. Quizá lo más preocupante ha sido que al equipo le ha costado competir, y eso que a su entrenador se le da fama de eso, de ser un gran competidor.
A las constantes dudas del PSG, que se han traducido en importantes bandazos, este verano habrá que añadir una variable más, la muy probable salida de Mbappé del club. El de Bondy fue la apuesta más grande del proyecto, durante años ha sido uno de los mejores jugadores del mundo, si no el mejor, pero su ineficacia en las semifinales, sumada a lo fallido en general del proyecto, ha impedido que lograse ganar la Champions con el equipo de su ciudad. En todo caso, cualquier plan es distinto cuando apartas de él a un jugador como él.
Desde que Qatar llegó al PSG, en el año 2011, el club ha jugado 12 veces la competición, pero solo en una consiguió alcanzar la final. Fue en la temporada de la pandemia, con una fase final anómala, en Lisboa, sin público. También cayeron derrotados, en aquel caso contra el Bayern de Múnich. Desde el momento de la adquisición, el club se ha gastado algo más de 2.000 millones de euros en jugadores, un sinfín de proyectos en los que se iban coleccionando ligas —con alguna notable salvedad— mientras que en la primavera se quedaban cortos en Europa.
Sin Mbappé lo más probable será intentar construir desde la misma idea que esta temporada, no apostar tanto por una estrella única como por un conjunto sólido de buenos jugadores. Luis Campos, el director deportivo, tiene una papeleta difícil, viendo el reparto de minutos de los últimos fichajes, de momento no ha acertado. ¿Quo vadis, PSG?