Rodrygo Goes cataliza el caos ordenado del Real Madrid
El atacante brasileño está alejado de los números de Vinicius, pero su fútbol es vital para que el Real Madrid juegue bien.

Rodrygo Goes está a punto de empezar a decir que juega para los que saben de fútbol. El impacto cultural de Karim Benzema en la memoria del aficionado del Real Madrid ha acostumbrado a quien mira a los atacantes del equipo blanco a no preguntar solo por cifras, sino a mirar más allá. En cierta medida, que Rodrygo haya nacido después de Benzema es una suerte, porque la presencia del francés le allana el camino y le regala un marco narrativo muy cómodo. Como comenta el analista Fabián Piñero, el ojo del aficionado se ha acostumbrado al brasileño por Karim. Rodrygo juega y hace jugar. Sus partidos no necesitan goles o asistencias para ser buenos.
El Real Madrid de Carlo Ancelotti es un equipo construido alrededor de la pelota, tomando esta como referencia primaria en su juego. En muchas fases del juego, el Real se mueve de forma abrupta, adoptando formas para las que su rival no suele estar preparado, tocando rápido la pelota, aprovechando una superioridad técnica que les permite expresarse con naturalidad allí donde muchos tartamudean. Y esto ante un Chelsea que nunca se creyó lo que su entrenador les decía, convirtiendo al Santiago Bernabéu en un campo mucho más ancho de lo que ya es, permitiendo que Goes recibiese en zonas muy peligrosas.

Siendo el Chelsea un equipo tocado en lo anímico y con pocas respuestas desde la pizarra, lo que logró el Real Madrid juntándose tanto, deformando su dibujo, es hacer que sus mejores futbolistas estuviesen cerca. En esa química ancestral, una memoria táctica que les permite construir jugadas que terminan siendo su juego, los blancos tuvieron siempre la sensación de estar ante el preludio de un gol. Y nadie eleva más esta sensación que Rodrygo, un jugador que hace que Vinicius pueda ser siempre el desahogo bien abierto, que le regala a Benzema un apoyo cercano, a Fede su mejor zona y a Modric un socio que piensa igual que él. El acierto en el último gesto no es tan relevante en un atacante que dibuja siempre jugadas.
De hecho, ante el Chelsea Vinicius tocó 14 balones en área contraria por solo 3 de Rodrygo. La diferencia es abismal y también coherente con el tipo de movimientos de un extremo y otro. Mientras uno es profundo y busca encarar, el otro se viste de cuarto centrocampista o de segundo punta, en un disfraz que le permite dotar de peligro a todo lo que toca; Rodrygo es el punto y coma del fútbol, el preludio de algo mejor.

A campo abierto, sin tener la potencia de Vinicius, sí tiene la capacidad cognitiva y asociativa para detectar dónde y cómo jugar, siempre a una velocidad que, al chocar con otra mente como la de Benzema, provoca que el rival siempre tarde medio segundo en anticipar y adivinar.


Si solo toca tres balones en área contraria no es porque no tenga presencia, sino porque el partido le pide muchas otras cosas. Que el Chelsea apenas pudiese transitar y que cuando robase lo hiciese en unas condiciones que no le permitían pensar claro tiene mucho que ver con la altura y rol de Rodrygo. Al recibir dentro, comprimía mucho a los tres centrocampistas del Chelsa, metiendo mucha presión a la estructura defensiva blue que tenía que pasar por momentos de estrés colectivo. Atacar de forma imprevisible, como dando pequeños saltitos, implica que al perderla, el rival no sepa dónde esté exactamente.
Rodrygo después de Benzema. La suerte para el futbolero es que también es Rodry mientras Karim, dos futbolistas que juegan acariciándose desde la distancia. El ataque del Real Madrid cuando ambos conectan es un aforismo bien pensado. ¿Para qué más líneas si en dos pases lo puedo decir todo?