REAL MADRID 1- ARSENAL 2 (1-5)

El ruido del Bernabéu en la no remontada: el mayor pico de decibelios no fue el gol de Vinicius

Un sonómetro indica que la afición cumplió su parte con mucho ruido, aunque el equipo no estuvo a la altura.

Sonómetro del Bernabéu./Relevo
Sonómetro del Bernabéu. Relevo
Jorge C. Picón

Jorge C. Picón

Parte de la magia de las grandes noches del Bernabéu están en el ruido ensordecedor que retumba en todo el estadio. En este sentido, la instalación de la cubierta retráctil ayuda, pero es la afición que copa el estadio la que pone todo de su parte para que los 90 minutos o la mayor parte de ellos se conviertan en un infierno para los jugadores rivales. Contra el Arsenal no fue para menos, como marca un sonómetro llevado por Relevo a la zona de prensa y que captó los decibelios durante los 90 minutos. Sin embargo, a medida que pasaban los minutos y las opciones de remontada se agotaban, el sonido bajó y la gente cambió los gritos por pitos.

El Bernabéu se volcó desde que se dieron a conocer las alineaciones por el videomarcador y la megafonía. Sin embargo, fue con la salida de los futbolistas y el pitido inicial cuando el sonómetro se disparó. Difícil verlo bajar de 80 decibelios en la primera mitad y durante los primeros minutos la cosa se descontroló. El primer momento álgido, ya con el balón en juego, llegó en el minuto 2 con el gol anulado a Mbappé por fuera de juego. En ese momento, el ruido rozó los 110 decibelios. Puso ser un punto de inflexión que podía cambiar la eliminatoria y que, aunque el tanto no subió al marcador, el francés aprovechó para jalear al público.

EL RUIDO DE UNA GRAN NOCHE EUROPEA DEL BERNABÉU

Sin embargo, el momento de más ruido de todo el partido fue el penalti atajado por Courtois en el minuto 13. El Arsenal ya se veía apagando el fuego del estadio con un gol tempranero, pero la picadita de Saka no funcionó. El guardameta belga detuvo la pena máxima y en ese momento se alcanzó un pico de 110 decibelios. Durante un par de minutos el público aprovechó en envión anímico para intentar llevar en volandas al equipo.

Entre el 22 y el 27 hubo varios momentos de estruendo. Principalmente, porque a Mbappé le pitaron un penalti que después se anuló. Primero hubo una celebración que alcanzó los 107 decibelios, segundos después pitos y acabó con el descargo de la grada sobre el colegiado, aunque ya sin tanta fuerza. En ese momento, el ruido empezó a caer hasta el punto que prácticamente no superó los 90 decibelios en todo lo que quedaba de primera parte.

El comienzo de la segunda dejó claro que la gente empezaba a dejar de creer. El Arsenal tenía el partido controlado y los jugadores blancos, con mucho ímpetu pero poco fútbol, se ahogaban en la defensa rival. El gol de Saka en el 65' cayó como un jarro de agua fría y silenció el estadio.

Sin embargo, en el 67, Vinicius volvía a enchufar a la grada con un gol que suponía el 1-1. Su tanto se celebró, pero cuando realmente sonó el Bernabéu fueron segundos después, con una arenga de todos en lo que sí parecía ser un último intento por animar a los futbolistas de conseguir la machada, aunque finalmente quedó en nada. Se alcanzaron los 106 decibelios.

Resulta curioso que, de ahí al final, uno de los picos más alto llegó cuando Mbappé fue sustituido y el motivo fueron los pitos de parte de la afición. Los minutos finales, ya con gente abandonando sus asientos, el ambiente decayó notablemente y la noche mágica que tanto buscaba la gente se apagó. El equipo no respondió a la altura de un público que se dejó la garganta animando.