¿Y si Valverde siempre tuvo dentro un lateral? Ancelotti encuentra a un jugador que no sabía que tenía
Es rápido, es intenso, siempre está concentrado y demostró contra el City que es capaz de darle al equipo alternativas que antes no tenía.
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El día que Carvajal cayó lesionado un escalofrío recorrió el madridismo. Primero por él, porque venía de hacer una temporada tan inspirada que hasta había entrado en la conversación por el Balón de Oro y siempre es delicado que una de las estrellas del equipo, y esa era su consideración, vaya a tener una baja de larguísima duración. Después, claro, porque en el banquillo esperaba Lucas Vázquez, un jugador irreprochable en su profesionalidad y entrega, pero al que ni la edad ni su talento general le muestran como un titular fiable para un equipo que aspira a ser el mejor.
Ancelotti perseveró con el gallego siempre que pudo, no siempre con fortuna porque es el jugador que es, y de fondo algunos esperaban que el italiano se inventase algo. Que le diese una vuelta al equipo porque en estos tiempos, a diferencia de lo que ocurría en el pasado, los laterales son parte importante en muchas fases del juego y se necesita que produzcan cosas que a Lucas no se le pueden pedir. El drama es mayor si se tiene en cuenta que el otro lateral, el izquierdo, tampoco está cubierto con nadie que pueda dar todo eso que se le solicita ahora a esa posición, que incluye la defensa, por supuesto, pero también la salida de balón, músculo y velocidad, capacidad para repetir esfuerzos...
Cuando se rompió Lucas Vázquez quedó un agujero que había que llenar y a veces esas cosas, por doloroso que suenen, son una ventana a la creatividad. Asencio, que era otra de las opciones en la mente del entrenador, no podía salirse del centro de la zaga por motivos similares, no había suficientes recursos ahí para moverle. Así que miró lo que tenía en la plantilla y, como ocurrió hace un par de años con Camavinga, decidió que Valverde iba a ser ese jugador. Contra el City demostró de nuevo el acierto con el que es capaz de manejarse ahí. Ancelotti, eso sí, ejerció de gran diplomático y cuando se le preguntó por él recordó que su opción preferencial es Lucas Vázquez.
Y el caso es que, le guste más o menos, tiene un registro de bondades casi perfecto para jugar ahí. Es, por encima de todo, un jugador magnífico, de esos que suben el nivel medio de un equipo le pongas donde le pongas. Pero no se queda ahí la cosa, es que su manera de entender el juego le hace casi perfecto para ser el '2'.
Recapitulando, Valverde parece que tiene tres pulmones, un motor capaz de subir y bajar sin cansarse. Su nota suele ser alta casi siempre, pero se le ve mejor incluso en los finales de partido, porque su resistencia le permite una carrera más cuando la gasolina se le está agotando al resto. Es, además, un futbolista con muchas herramientas defensivas, lo ha demostrado jugando de pivote o de interior, entiende la posición y conoce a los rivales, no es un jugador fácil de rebasar. Tiene velocidad y sabe corregirse a sí mismo o a sus compañeros. Entre sus muchas cualidades, además, hay una que se valora especialmente en un defensa, su capacidad para estar siempre concentrado. Se lo toma todo muy en serio.
Por si todo eso fuese poco, que desde luego no, Valverde le aporta a Ancelotti muchos recursos para la circulación del balón desde la derecha. Se asocia bien, conduce bien, domina el pase en corto y en largo. El uruguayo puede ser si quiere ese lateral clásico de banda, de los que suben y bajan y se desentienden de lo que pasa a su izquierda, pero también es un jugador moderno, que suma un efectivo más en el centro del campo cuando el equipo controla el balón y extiende su huella en el césped en muchos más lugares.
Solo el mejor Carvajal, y eso es mucho decir, era capaz de darle a Ancelotti esa versatilidad táctica desde la derecha. Cuando hay que defender, es un lateral fiero, pero, cuando hay que atacar, se puede considerar un centrocampista más, apoyar en la sala de máquinas y ofrecer al director de juego, en este caso Ceballos, una opción de pase más para desahogar al equipo.
A él, se sabe, lo que más le gusta es estar en el centro del campo y amasar mucho balón. Esa era la idea inicial del equipo, juntarle con Camavinga y Tchouameni y que fuese él quien marcase el ritmo de juego. Eso funciona un poco peor, él es un jugador más de corte inglés, de esos que tienen solo una velocidad, la máxima velocidad, una característica muy notable que, en ocasiones, le impide aportar la pausa y la circulación que en ocasiones requiere el equipo. Cuestiones todas que son menos importantes si no es él quien tiene la obligación de ser quien marque el tempo del partido.
"Por ahora, contento, estoy haciendo bien las cosas en esa posición", decía antes del partido contra el City. "Obviamente, sabemos que estoy jugando porque otros compañeros están lesionados, faltan jugadores y me ha tocado responder a mí. Creo que lo hice bastante bien. Como siempre digo, intento aportar mi granito de arena, dando el máximo, trabajando, intentando llegar al ataque, defender", añadía en ese discurso tan profesional que siempre le acompaña.
Fue algo más raro el final de su respuesta, cuando se le dibujó una sonrisa en los labios y dijo que se veía bien ahí: "Al final estoy dispuesto al equipo, al entrenador, a lo que él quiera. Si en el futuro no tengo muchas chances de jugar en el medio estoy seguro de que voy a jugar de lateral. Es una posición que estoy disfrutando, es todo nuevo y al final también estoy contento, estoy aprendiendo y, como siempre digo, sigo jugando, sigo en el once y eso para mí es importante".
Ancelotti no ha buscado esta solución, pero se la ha encontrado. Valverde no nació siendo lateral derecho, pero su manera de jugar al fútbol hace que haya, como mínimo, que plantearse que esa sea su mejor posición.