Dos zambombazos de Declan Rice y una mirada al banquillo le señalan al Real Madrid algunas de sus mayores carencias: "Iba a centrar, pero vi la barrera..."
El balón parado del jugador inglés, por el que el Arsenal pagó 105 millones de libras, ejecuta a los blancos con la ayuda del estratega Nicolas Jover.

Declan Rice coge el balón, lo planta en el suelo, lo comba por la derecha de la barrera. La sobrepasa y el balón entra rozando el palo, en un disparo casi perfecto del que, quizá, solo se podría sospechar de la posición de los jugadores del Real Madrid en la barrera. Es el 1-0 y Rice ejerce de estrella. Su precio así le marca.
El propio jugador había cocinado su éxito poco antes del primer lanzamiento: "Muchas veces he pegado en la barrera o por encima del larguero. Iba a centrar, pero vi a la barrera y al portero y pensé 'vamos a por ello', y Bukayo me dijo que lo sintiera. En el segundo gol ya tenía esa confianza, así que le pegué".
En una de esas jugadas imposibles de preparar, pero siempre hay que sospechar de eso contra el Arsenal, un equipo que en la Premier está brillando especialmente por todo lo que tiene relación con el balón parado. En eso hay un nombre que destaca, el de Nicolas Jover.
Se van acumulando las repeticiones en la realización televisiva y de repente se le ve, con su barba bien perfilada y su pelo negro. Con el brazo derecho, antes de la jugada del gol, se le ve curvando la mano, como si le estuviese marcando a Rice cuál era el recorrido para abrir el marcador en esa falta.
¿Es posible? Difícil de salir, es verdad que el gesto lo hace, también es cierto que, justo antes de disparar, el mediocentro inglés de ancestros irlandeses mira fugazmente a la banda ¿le vio? Puede ser, claro, aunque en todo caso la parte más difícil de todo esto no es imaginar por dónde llegará el golazo, algo que los niños hacen a diario, en todo momento, como el hecho en sí de meterlo.
Por si eso fuese poco, lo siguiente que se vio de Rice fue otro libre directo, otra falta, un tremendo zambombazo que se cuela por el lado de Courtois, sí, pero también de una de esas maneras que a nadie le sale culpar al guardameta. Por toda la escuadra, besando la red con violencia. Es el segundo gol del partido y el segundo gol de Rice.
Aquí empiezan algunas preguntas que suenan de trivial o a cabalistica. El Madrid llevaba un año sin encajar de falta. Veinte sin hacerlo fuera en Champions. Declan Rice había marcado antes de estos dos goles la friolera de cero goles de libre directo. Pero hoy, en una de esas noches grandes, con su estadio enfervorecido, fueron dos goles. Suficientes para matar al Madrid, un rejonazo.
El mediocentro costó 100 millones de libras, que son en el cambio actual 116 de euros. Es una millonada, por supuesto, pero se explica un poco por lo que pasó aquel verano. El chico del West Ham era el que quería toda la Premier y el gramo de inglés es el más caro de todo el fútbol mundial. También es cierto, como ha demostrado este año el City con Rodri, que su posición merece la pena, organizar un equipo no es poca cosa y gastarse dinero en un cerebro ayuda bastante.
Rice no siempre ha sido el jugador más bonito, pero la reconstrucción del Arsenal en estos últimos años, compitiendo por fin por los títulos que antes estaban muy lejos, tiene mucho que ver con su prestancia. El club pagó precio de oro y él hizo lo posible por darle un salto de calidad al equipo.
Si algo tuvo que ver Jover, que es posible, la explicación habla de un tipo cerebral e inteligente, de alguien que es capaz de sacarle muchísimo partido al balón parado, algo que en el Real Madrid deberían envidiar más que casi cualquier otra cosa, pues esta temporada sus aficionados han terminado semanas y semanas frustrados al ver que sus jugadores tenían problemas hasta para sacar los córners.
Jover pasó por el Brentford, que es conocido en el mundo del fútbol por su análisis futbolístico y su capacidad para explotar algunas áreas que otros equipos pasan por encima. Pasó por el City después, otro equipo más que bien dirigido, y terminó con mando en plaza en el Arsenal. Cuando combó la mano igual no le llegó el mensaje a Rice, pero da un poco lo mismo en este caso, su labor está más que demostrada en este sentido.
Arteta y el Arsenal tienen un cuerpo técnico moderno, valoran las estadísticas, se estrujan el cerebro para otorgar a sus jugadores las mejores opciones posibles, pero que la calidad que tiene el equipo, que es mucha pero no infinita, luzca. Y cuando todo sale bien, como en esta noche del Emirates, termina asfaltando a su rival. Por más épica de la que presuma su rival.