El Simeone más disperso en el Atlético: ni once titular, ni sistema fijo y un equipo enloquecido con tantos bandazos posicionales
Diez partidos después, el Cholo, obsesionado más que nunca con las rotaciones, no saca provecho a una de las mejores plantillas que ha tenido a su disposición.

La goleada de Lisboa, en un estadio que siempre será maldito, Da Luz,ha encendido todas las alarmas rojiblancas. No entraba en ningún guion que el equipo menos goleado de la Liga (cuatro tantos en contra), recibiera el mismo número de goles en su segundo partido en la nueva Champions. Una abultada derrota que puede tener futuras consecuencias negativas en la clasificación final de la competición, por aquello del average, y que enrarece aún más un presente lleno de interrogantes. La realidad es que diez partidos después de comenzar la temporada, Simeone no ha dado todavía con un once más o menos titular, ni con una ocupación de los espacios más o menos fija que se pueda plasmar en un sistema de juego más o menos definido.
Debe ser complicado ser jugador del Atlético y no saber en qué posición vas a jugar dentro de un cuarto de hora. Las puertas giratorias están más abiertas que nunca. Obsesionado este curso por las rotaciones, quizás porque tiene una de las plantillas más completas desde que es entrenador rojiblanco, Simeone las abre y las cierra a su antojo. Los jugadores cambian de puesto dentro del mismo partido como de calzoncillos a lo largo de la semana y bailan del 1-3-5-2 al 1-4-4-2, sin olvidar el 1-4-1-4-1 y alguna que otra variante, a la más mínima sustitución que se produzca. Los futbolistas pasan por dos o tres espacios distintos sin ningún pudor y están comenzando a entrar en un desasosiego táctico que se refleja en su caminar errático en determinados partidos. Afortunadamente para ellos, su poder de reacción les ha permitido ganar (Athletic, Celta y Leipzig) y empatar partidos (Real Madrid) en los últimos suspiros.
Laterales que juegan de volantes, delanteros de área que caen a las bandas como centrocampistas de ida y vuelta, carrileros de largo recorrido que no tienen un lugar exacto de punta de partida... El sistema más utilizado, al menos al principio de los partidos, está siendo el 1-3-5-2, que en su fase defensiva se interpreta como un 1-5-3-2 o un 1-4-1-4-1. Solo en el Bernabéu, ante el Real Madrid, partió del 1-4-4-2. Elijamos como ejemplos los dos últimos encuentros. Contra el Benfica, el equipo comenzó en un 1-3-4-2-1 que también podía catalogarse como un 1-3-4-3, dependiendo de que a Correa y Álvarez, que partían de las bandas, se les considerara centrocampistas o delanteros. Griezmann comenzó como primera referencia ofensiva o falso delantero centro. Los tres estuvieron toda la primera parte intercambiándose de posiciones. Nada criticable porque habla también de su versatilidad.
El Cholo, con el 1-0 en contra, hizo tres cambios de golpe tras el descanso. Situación que ya había sellado contra el Espanyol en la tercera jornada de Liga, pero que no solía formar parte de su libreta en las 12 temporadas anteriores. Sorprendieron los nombres de los aniquilados: Koke, De Paul y Griezmann. Tres de sus 'cholitos' más consolidados. Tres titulares. Tres de su guardia pretoriana. O los quería señalar puntualmente, o quería mandar un mensaje al resto de la plantilla. "Si quito a tres de mis bastiones por su bajo rendimiento, puedo cargarme a cualquiera si lo considero oportuno".
Simeone 🎙️ pic.twitter.com/CRnhaVpEBn
— Atlético de Madrid (@Atleti) October 2, 2024
Ese triple cambio en el descanso con un tiempo completo por delante se podía interpretar también como que comenzaba a pensar en San Sebastián y en la Real Sociedad, aunque solo perdiera por la mínima. En el minuto 60, con la entrada de Giuliano por Julián Álvarez, el equipo pasó a colocarse en el 1-4-4-2 con el recién entrado en la banda derecha. Al final del encuentro, con el bloque hundido, dando bandazos, superado y perdido, volvió a su escudo de la defensa de cinco con una ocupación de los espacios un tanto forzada.
En la penúltima cita, en el Metropolitano, comenzó con una defensa de cuatro, pero en el minuto 55, aprovechando el cambio de Lino por Sorloth, pasó a los tres centrales. 20 minutos después, con otras dos nuevas sustituciones, Javi Galan, que jugaba sus primeros minutos, y Riquelme por Reinildo y Julián Álvarez, regresó a la línea de cuatro atrás: Llorente-Le Normand-Giménez-Javi Galán; dos mediocentros: De Paul-Koke y, prácticamente, cuatro delanteros por la altura en la que se colocaron los dos hombres de las bandas: Riquelme-Correa-Griezmann-Lino. En ese once de circunstancias buscando el empate no estaban ninguno de los tres grandes fichajes de la temporada: Julián Álvarez, Gallagher y Sorloth. ¿Casualidad?
Y así, partido a partido. Con tantas entradas y salidas, con constantes idas y vueltas, es muy complicado que un jugador se pueda centrar en saber de qué juega. Por el carrilero izquierdo, por ejemplo, en esta decena de partidos han pasado: Reinildo, Lino, Riquelme y Giuliano. Julián Alvarez ha jugado más en la banda izquierda que de ariete o mediapunta, su posición, en teoría, más idónea porque le permite estar cerca del área. Las entradas en escena de los inéditos Javi Galán, en pleno partido contra el Real Madrid y perdiendo, y Javi Serrano, en el descanso contra el Benfica y también con el partido cuesta arriba, no tienen mucha explicación futbolística.

Todo este cúmulo de decisiones y de situaciones, es evidente, señalan con el dedo de la culpabilidad y de la responsabilidad al técnico. Es verdad que el Atleti sigue vivo en la Liga y que el descalabro de la Champions puede tener remiendo, pero después de 10 partidos oficiales y de haberse reforzado con jugadores por valor de 200 millones cabía esperar futbolísticamente bastante más de una plantilla aún indefinida en su expresión futbolística. Nadie sabe si es ni carne o pescado.
Cierto es que está defendiendo mucho mejor que la temporada pasada gracias a que, en el balance defensivo, en cuanto no tiene el balón, se planta por delante de su área en bloque bajo. Sin embargo, cuando tiene la posesión ya no tira de las transiciones rápidas, prefiere acumular pases y pases en el campo contrario, como queriendo ofrecer la sensación de que el ataque posicional es una sus nuevas señas de identidad. Y la realidad es que ya ni corre a los espacios ni saca provecho a su intrascendente concatenación de pases, la mayoría en horizontal.