Cinco años de la reunión secreta que salvó el fútbol: "Tuvieron que dejar los móviles fuera, nos pusimos muy serios"
El Gobierno sentó a Javier Tebas (LaLiga) y Luis Rubiales (RFEF), que ni se hablaban, y forzó un acuerdo que parecía imposible.

Desde antes de que el fútbol parase por culpa de la pandemia del coronavirus, ya estaban trabajando en encontrar la manera de reanudarlo. Ocurrió el 12 de marzo de 2020, era inevitable y supuso uno de los primeros golpes de realidad de una situación que en aquel momento se veía todavía lejana, pero que en pocos días resultó devastadora para todos. Paró el fútbol y, muy poco después, paró todo en realidad. Y dejó de importar... a algunos. Otros estuvieron buscando la forma de que se reanudase. Era mucho más importante de lo que parecía. Lo consiguieron. Renunciaron a muchas cosas y se tuvieron que tragar varios sapos, pero poco más de un mes después se firmaron los Pactos de Viana. Hace cinco años. La reunión que salvó el fútbol se produjo un sábado 18 y los acuerdos fueron oficiales el día 20.
En aquel momento este parón afectaba al 1,37% del producto interior bruto, implicaba muchísimo dinero y una cantidad muy relevante de puestos de trabajo. Pararlo por motivos de salud obvios iba a suponer un coste elevadísimo durante los años siguientes. Pero, sobre todo, no reactivarlo podía suponer poco menos que el final de una industria que iba (y sigue yendo) mucho más allá del entretenimiento. ¿Por qué? Pues porque lo que de verdad mueve este deporte son los contratos de televisión, para muchos clubes alrededor del 90% de sus ingresos. Si no se podía retransmitir, no se pagaban. Si no se pagaban, el colapso era inevitable. Había que terminar el campeonato... o asumir unas consecuencias económicas gravísimas. Que le pregunten, si no, a la Ligue 1 francesa, que optó por no terminar el torneo...
Se cumplen cinco años de una jugada maestra, arriesgada y valiente que no sólo insufló algo de normalidad durante el confinamiento, sino que salvo del desastre financiero muchos hogares españoles: los pactos de Viana. La única forma posible de retomar la Liga y no perder estos contratos. De sufrir, como todos, las consecuencias de la pandemia, pero con opciones reales de ir poco a poco saliendo del pozo.
¿Y por qué fue tan heroico? A ver, la pacífica realidad del fútbol español en este momento no tiene nada que ver con la que había en 2020. LaLiga (Tebas) y la RFEF (Rubiales), no es que no se entendieran, es que básicamente sólo se comunicaban a base de querellas entre ellos. Institucionales y personales, entre sus dos máximos dirigentes. Era una relación rota, irreconciliable, tóxica y brutalmente judicializada. No se ponían de acuerdo para empezar la Liga, para ver con qué balón jugaban, qué días, a qué horas... nada. Todo era un conflicto. Con estas cartas en la mano el Gobierno (el Consejo Superior de Deportes) tenía que jugar y, una vez que estuvo claro que sanitariamente podía hacerse, evitar un desastre deportivo que iba a arrastrar a muchos más que a los aficionados al fútbol.
La secretaria de Estado para el Deporte, además, era nueva en el cargo. Y poco o nada aficionada al fútbol. Irene Lozano (Madrid, 1971) casi no había tenido ni tiempo de ponerse al día de las peleas entre unos y otros cuando el coronavirus le obligó a jugar el partido de su vida. "El Gobierno empezó diciendo que iban a ser dos meses, pero todos sabíamos que en China habían estado tres meses encerrados. Lo mejor que hicimos fue ver cómo podíamos anticiparnos para cuando pudiera volver a haber un poco de normalidad. Incluso te diré que antes del confinamiento ya estábamos hablando para ver cómo podría retomarse todo. Yo tengo el primer mensaje con el ministro de Sanidad (Salvador Illa) a finales de febrero ya hablando de que, oye, esto si sigue así...", recuerda para Relevo.
Había que sentar a la mesa a dos miuras que estaban a años luz de entenderse. Ni de intentarlo siquiera: Luis Rubiales y Javier Tebas. "Se hablaban a querellas el uno con el otro. Ahí funcionó muy bien el plan que diseñamos mi equipo y yo en el CSD, porque partía todo necesariamente por el entendimiento de LaLiga y la RFEF. Vimos claro que había que sentarles a una mesa porque había que llegar a un acuerdo. Y ahí tengo que decir que, dentro del drama que se estaba viviendo, esa sensación de shock nos ayudó. Ninguno de los nos dijeron ni mu. Tomamos ciertas precauciones para evitar filtraciones, incluso antes no les dijimos exactamente dónde iba a ser la reunión, les dijimos "va a ser sobre las 10 en una zona por el centro por el centro de Madrid, algo así como que a uno de los dijimos cercana a la Plaza de Neptuno y otro le dijimos que cerca de la Plaza de España. Es ahí donde está el Palacio de Viana que dio nombre al acuerdo. A medio camino entre esos puntos. Lo que queríamos era probar si alguno de ellos lo filtraba".
"Después les pedimos que dejaran los móviles fuera. La reunión tenía que ser absolutamente en secreto y teníamos que poder hablar en confianza. La verdad es que fue un poco difícil al principio porque yo estaba en una mesa sentada y ellos dos estaban enfrente, solos (les pedimos que vinieran solos). Al principio era curioso, claro, porque había tal tensión entre ellos que yo no sé cuánto tiempo hacía que no estaban sentados a medio metro de distancia. Los dos me miraban a mí cuando hablaban, pero entre ellos ni se miraban, éramos tres hablando pero era como si todo pivotara en torno a mí, claro. Yo les dije al principio con mucha seriedad y con mucha contundencia que el Gobierno quería que se llegara a un acuerdo sobre esto porque nos parecía muy importante. No sólo económicamente, que lo era, sino también el poder volver a ver los partidos los fines de semana, poner un poquito de normalidad en la vida de la gente... éramos conscientes de ese efecto terapéutico que la población necesitaba. Yo se lo dije con toda seriedad: "necesitamos sacar esto adelante, el Gobierno, de nuestra parte, lo que haga falta, pero vosotros también tenéis que hacer lo mismo. Empezamos a las 10 de la mañana y acabamos a las 19:00 de la tarde, parando apenas un rato para comer algo frío de pie con un poquito de vino, que eso también ayudó a ir distendiendo luego las conversaciones...", recuerda Irene Lozano.
Rubiales intentó 'abusar' de la situación
"De no mirarse pasaron en algún momento a intentar entenderse un poco. Se rebajó la tensión, yo creo que los dos vieron que la cosa iba muy en serio y que había un compromiso del Gobierno al más alto nivel. Yo con los dos a la vez no había estado nunca antes. Recuerdo un momento después de comer, pues no sé, a lo mejor eran las 4 ó las 5 de la tarde y ya, bueno, no es que parecía, es que ya estaba hecho. Y, de repente, cuando ya estaban satisfechas las condiciones de todos y el acuerdo estaba cerrado, de pronto uno de los dos (Rubiales) dijo "pues, además, quiero no sé qué". Una cosa que era imposible y quiero que Tebas me quite todas las querellas que me tiene puestas, que eran varias decenas. Yo me dije "se va todo al carajo, no es que esto me lo dijo a mí sola". Luego hicimos esto que se llama el confesionario, una técnica de estas de negociación que en los aspectos que quedaban un poquito ahí todavía con fricción, me reuní con uno primero y con el otro después, por separado, para tratar de amasar ahí la cosa. Y, entonces, cuando ya estaba todo eso que ya parecía que salía, es cuando dijo Rubiales aquello de las querellas de Tebas. No era nada elegante negociar así, si tú al principio de una negociación dices "oye, yo a b y c" cuando ya se arregla b y c no puedes ponerte a pedir la d y la f. La Federación ganó mucho en esos acuerdos, el doble del dinero que recibía de LaLiga. Era un buen acuerdo para todo el mundo, yo creo que Tebas era consciente de que a él se le pedía un esfuerzo económico pero que también él iba a ganar económicamente porque, si no se retransmitían los partidos, iban a perder un montón los clubes y la propia Liga. Todo el mundo ganaba. En fin, yo al final tuve que emplearme a fondo con el uno y con el otro, "no, mira, esto no puede ser, pero ya buscaremos otra forma de compensar...", en fin, de ahí pues un poco haces lo que puedes, la verdad, o sea, dices lo que se te ocurre. Yo dije 'bueno, voy a llamar más arriba a ver qué tal'... Hubo también un poco de teatro en toda esta negociación, porque, claro, todo también es un poco un juego psicológico.
La 'factura'
Sin ninguna duda, la factura de esta fiesta la pagó LaLiga. El Gobierno tenía claro el concepto del fútbol como la "locomotora del deporte" y consiguió que tirase del resto de federaciones mucho más, no sólo con ayudas directas sino también con el proyecto de televisión LaLiga 4Sports, que adquiría los derechos de muchas disciplinas y las emitía, suponiendo un impulso para otras modalidades a la hora de buscar patrocinadores.

Pero, proyectos aparte, el fútbol pudo volver gracias a que llegó a aquel momento en un estado financiero envidiable. Rubiales, básicamente, se comprometía a no enfangar el regreso a la competición a cambio de dinero, concretamente de doblar los ingresos que el fútbol profesional dejaba en la RFEF y Tebas aceptó destinar unos 50 millones de euros por temporada, de los derechos audiovisuales, para apoyar al resto de federaciones, con especial atención al deporte femenino. Si antes destinaban un 1,5% de su presupuesto a esta función de "locomotora", ahora pasaban al 3,5%. El CSD pasaba del 0,5% al 1,5% mientras que la RFEF pasaba de un 1% al 2%. Todo esto eran unos 58,7 millones de euros, además de unos 3,3 millones que quedaban también para jugadores no profesionales.
¿Caro? Carísimo, seguramente, pero con la sensación de haber resuelto una situación que, de otra manera, hubiera supuesto un yugo casi imposible de resolver para todo el deporte español en su conjunto. "Aquello fue un atraco a mano armada", bromeaban mucho después algunas fuentes de LaLiga, resignadas, sin embargo, con el resultado final.
Final de la reunión
"Al final, llamamos a la ministra de Exteriores, que entonces era Arancha González-Laya. Ella había sido un poco la anfitriona y habíamos contado con su complicidad para disponer de la sala y de los servicios del Palacio de Viana. Le dijimos que habíamos terminado, que había salido todo bien, que bajase y se hiciese una foto con nosotros. Hicimos esa foto los cuatro y pactamos también la forma de comunicarlo. Yo creo que fue esa misma tarde, porque queríamos evitar el riesgo de filtraciones para que no se pudiera malinterpretar, porque ya empezaba uno a malinterpretar y no sé qué y se podía ir todo al garete... Ahí nació el "moderadamente insatisfechos", que yo creo que eso es cuando el acuerdo es bueno. Si uno sale muy contento porque lo ha ganado todo, es porque el otro lo ha perdido todo y esos acuerdos no funcionan. Al día siguiente... ya estaban en la siguiente página, presionando para que volviera el público y otras cosas... La gente del fútbol no te dejaba mucho respiro, pero sí un poco para saborear el acuerdo. Yo recuerdo haber recibido llamadas de gente muy relevante, histórica del fútbol, por ejemplo, Jorge Valdano, felicitándome. Cuando terminé el acuerdo, bueno, pues informé, lógicamente, al ministro, a la vicepresidenta Carmen Calvo, que estaba también al tanto, y al presidente y a Félix Bolaños, que entonces era secretario general de Presidencia. Y me felicitaron todos mucho porque, hombre, aun sin saber todos los entresijos sí que se sabía que no se hablaban".
Vuelta a la acción
Volver no fue fácil. Tal y como estaban los hospitales en aquel momento parecía una locura poner en riesgo a nadie por regresar a los entrenamientos. Ahí tuvo mucha importancia la figura de Salvador Illa, entonces ministro de Sanidad, que no quiso pasar ni media para garantizar las mejores condiciones de seguridad: "Hubo unos protocolos súper estrictos para el entrenamiento, porque los campos estaban cerrados. Recuerdo perfectamente una reunión, el ministro era muy exigente y me parece bien, debía serlo. Le llevamos allí un documento de muchas páginas en el que especificábamos cómo iban a entrenar, cuántos se iban a duchar a la vez, cuántos no... todo, absolutamente todo. Y, luego, el último esfuerzo que hubo que hacer cuando se reanudaron los partidos es para hablarles a los aficionados directamente para que no fueran, porque otro temor que teníamos era que de repente la gente espontáneamente se presentara en la puerta de los estadios. Y se te juntan 5.000 en la puerta y se contagian... pero ahí la gente respondió muy bien", asegura Lozano.
De vuelta a las acusaciones entre Tebas y Rubiales
Duró lo que tenía que durar, claro. Ya con las "necesidades básicas" cubiertas y con el sabor agridulce de boca que los pactos de Viana habían dejado (sobre todo en LaLiga), volvieron las presiones, los intentos de sacar todavía más tajada por parte de la RFEF, y los problemas. El código de buena conducta que se habían comprometido a seguir tanto Tebas como Rubiales no duró demasiado: "Enseguida empezaron a acusarse mutuamente de haberlo roto el uno y el otro pero, bueno, lo más importante en ese momento era conseguir que se reanudara la Liga. A mi me hubiera gustado generar o empezar a cultivar un poco la cultura del pacto, porque yo, lo que vi cuando vienes de fuera del mundo del fútbol, llama mucho la atención la cultura tan agresiva que tienen y el que todo se solucione con querellas, con broncas con gritos, con amenazas... porque en el resto de la vida pues no es normal eso. Fue un pacto que fue como una gota en el desierto, pero, bueno, por lo menos demostramos que se podía hacer y conseguimos que se reanudara el fútbol, que era lo más importante. Y se consiguió terminar la temporada, que era lo decisivo para el mundo del deporte en ese momento.
Salvaron la situación del contrato televisivo, mejoraron un poquito el ánimo de una sociedad que poco a poco iba recuperando la normalidad y consiguieron que el bofetón financiero posterior fuera menos severo. Pero, entre ellos, las cosas pronto volvieron a la "normalidad" brutalmente conflictiva de siempre. De hecho, poco después, Irene Lozano terminó teniendo que dejar su cargo en medio de fuertes encontronazos con Rubiales, que utilizó todo el poder que tenía a su alcance (y el de su amigo del alma Alejandro Blanco, presidente del COE) para conseguirlo.
Profesionalizar el fútbol femenino le costó el cargo
Salvada la temporada y garantizado el inicio de la siguiente, los problemas reaparecieron y el espíritu de colaboración del Pacto de Viana pasó a la historia: "Yo le dije a Rubiales que íbamos a profesionalizar el fútbol femenino y me dijo que no, porque él perdía competencias. Yo le dije que daba igual, que iba a ser así porque esto es un Gobierno feminista, me parece que está bastante claro, el Gobierno lo dice por la mañana, por la tarde y por la noche: que la igualdad de las mujeres y resulta que de las ligas profesionales que hay, dos de fútbol y una de baloncesto, todas son masculinas. Queríamos una primera liga femenina profesional e iba a ser en el fútbol. Esa reunión se empezó a enrarecer y yo le tuve que terminar echando de mi despacho. Él no se quería ir, pero me levanté, abrí la puerta, le cogí el abrigo que estaba en el perchero y le dije: "toma esto y vete o llamo a seguridad", y ya ahí se dio cuenta de que tenía que salir. Y ya hizo todo lo que pudo... Bueno, ya ves cómo ha acabado, a mí no me gusta hacer leña del árbol caído, yo cuento esto porque lo he contado otras veces antes, pero creo que ha quedado ya muy en evidencia que le venía grande el cargo.
¿Es lo que más orgullo te da de tu carrera política? "Bueno, eso mucho... y más el haber profesionalizado el fútbol femenino. Aunque yo lo empecé y no lo pude terminar pero tengo claro, y yo creo que lo tiene claro todo el mundo, y me lo han dicho, que sin el impulso mío eso no hubiera ocurrido. Y al final esas son las cosas que te hacen sentir orgullosa de decir 'bueno, pues el que yo haya estado ahí, he conseguido hacer esa diferencia'".
Del 18 al 20 de abril de 2025. Parece que han pasado 30 años pero son sólo cinco. Hoy la RFEF y LaLiga no sólo se entienden bien, sino que van de la mano en casi todo. La pelea parece estar en otro frente: el del Real Madrid contra LaLiga, con la complicidad del Gobierno. Ya veremos cómo acaba pero hoy es día de celebrar un acuerdo que fue muy bien recibido por toda la sociedad española. Iba a volver el fútbol. El 11 de junio un derbi sevillano materializó este acuerdo. Sin público, pero bueno, algo era algo...