COPA AMÉRICA

Problemas graves de seguridad y campos inadecuados: la Copa América de EEUU deja un legado de dudas de cara al Mundial

El torneo presentó numerosos problemas organizativos que cuestionan la idoneidad del gigante norteamericano para albergar la próxima Copa del Mundo junto a México y Canadá.

Imagen de los problemas a la entrada de la final de la Copa América entre Argentina y Colombia. /REUTERS
Imagen de los problemas a la entrada de la final de la Copa América entre Argentina y Colombia. REUTERS
Noelia Román

Noelia Román

La edición 2024 de la Copa América de fútbol ya es historia. Para los anales quedan el bicampeonato de Argentina, la selección que más veces ha ganado el torneo (16); el MVP del colombiano James Rodríguez, el mejor asistente del campeonato; el resurgimiento de la Uruguay de Marcelo Bielsa, de nuevo entre las tres mejores selecciones del continente americano, y el fabuloso papel de Canadá, cuarta clasificada en su primera participación en una Copa que, también por primera vez, incluyó a seis equipos de la Concacaf, la Confederación de Norteamérica y el Caribe.

Son algunas de las luces de la edición número 48 del torneo, que se disputó en Estados Unidos y arrojó más dudas que certezas sobre la idoneidad del gigante norteamericano para albergar el Mundial de 2026 junto a México y Canadá.

"Fue un lindo torneo, pero la organización no fue buena, hay muchas cosas que mejorar", dijo, diplomáticamente, el seleccionador de Colombia, Néstor Lorenzo, después de que su colega Marcelo Bielsa despotricara contra los organizadores locales.

A continuación, te contamos las principales preocupaciones que dejó esta Copa, más allá de la evidente falta de interés del público local por el fútbol y de la imagen de gradas semi vacías en diversos partidos.

Problemas de seguridad

El más grave y evidente se dio en la final disputada en Miami con cientos de hinchas sin entrada que lograron colarse en el Hard Rock Stadium y un cierre de puertas del estadio, que obligó a retrasar el choque entre Argentina y Colombia casi hora y media, provocó una avalancha en la reapertura y excedió el aforo del recinto con aficionados de pie en zonas que deberían haber estado libres. Que no hubiera una desgracia fue casi un milagro. ¿La responsabilidad? Nadie la asume.

En un comunicado emitido el día posterior a la final entre Argentina y Colombia, la Conmebol lamentó "los hechos de violencia producidos por personas malintencionadas" y culpó a las autoridades locales de la mala gestión.

"Ante esa situación CONMEBOL estuvo sujeta a las decisiones que tomaron las autoridades del Hard Rock Stadium, acorde a las responsabilidades contractuales, establecidas para la operación de seguridad", aseguró el máximo organismo del fútbol sudamericano.

"Además de las disposiciones determinadas en dicho contrato, CONMEBOL recomendó a dichas autoridades los procedimientos probados en eventos de esta envergadura, los cuales NO fueron tomados en cuenta", continuó.

El mismo día de la final, este domingo 14, las autoridades locales lideradas por la alcaldesa demócrata de Miami, Daniella Levine Cava, habían cargado las tintas sobre la Conmebol.

"Estamos indignados por los eventos sin precedentes que sucedieron durante la final de la Copa América. La Copa América es organizada por Conmebol y el Departamento de Policía de Miami-Dade (MDPD) brinda apoyo de seguridad junto con otras agencias de la ley", señaló Cava a través de la red social X.

"Seamos claros: esta situación nunca debería haber ocurrido y no puede volver a ocurrir", añadió la alcaldesa junto a la promesa de una investigación de los hechos que permita esclarecerlos y tomar medidas de cara al futuro. El Hard Rock Stadium es uno de los estadios mundialistas.

Otros problemas de seguridad, como los incidentes en los que se vieron implicados algunos jugadores de la selección uruguaya en Charlotte, tuvieron que ver con el hecho de no separar a las aficiones en zonas distintas del estadio y no reservar un espacio a salvo de posibles agresiones para los familiares de los futbolistas.

Con una cultura deportiva muy distinta, los organizadores estadounidenses demostraron desconocer cómo se comportan las aficiones sudamericanas y la Conmebol, que lo sabe perfectamente, no dio la sensación de haber hecho nada para que se tomaran las medidas necesarias.

Al Mundial acudirán, sin duda, algunas de las hinchadas más conflictivas y violentas del mundo. La FIFA haría bien de estar muy encima de las precauciones que adoptan los estadounidenses para controlarlas.

Sedes inadecuadas

Si algo quedó claro en esta Copa es que ni a los futbolistas ni a sus técnicos les gusta jugar en canchas de fútbol americano. Por más espectaculares que sean los estadios, que lo son, el terreno de juego es bastante más pequeño (100 x 64 m.) que el de los campos de fútbol a los que están acostumbrados (105 x 68 m.) y eso afecta negativamente al juego.

Desde el brasileño Vinicius hasta el seleccionador argentino Lionel Scaloni pasando por otros futbolistas y técnicos, fueron muchos los que se quejaron del tamaño de los campos y del mal estado del césped.

"Todas mentiras se han dicho acá. Hicieron conferencias para decir que las canchas estaban perfectas, cuando tengo un montón de fotos como prueba de su mal estado. Son una plaga de mentirosos", aseveró Marcelo Bielsa, exaltado por éste y otros problemas organizativos.

"Para empezar las canchas van a ser reglamentarias, más grandes. En las que jugamos ahora, no sé si alguna tenía las dimensiones… Dos metros de cada lado es bastante. Entiendo que el Mundial no se va a jugar en canchas de fútbol americano", señaló Scaloni, después del triunfo final de Argentina.

Pero no será así: la mayoría de estadios estadounidenses sede del Mundial son de fútbol americano.

Desplazamientos muy largos

Logísticamente, esta Copa América ha sido muy complicada. Las distancias entre las distintas sedes de los partidos eran muy largas y obligaron a selecciones, periodistas y aficionados a pasar muchas horas en aeropuertos y aviones. Además del elevado coste económico, eso hizo que los equipos no tuvieran un cuartel base en el que prepararse habitualmente, sino que, al día siguiente de cada partido, se desplazaban a la ciudad que acogía el próximo. A su vez, eso suponía someterse a cambios bruscos de temperatura y entrenarse en diferentes instalaciones, que no siempre presentaban las mejores condiciones.

Temperaturas extremas

Las elevadísimas temperaturas de algunas de las ciudades sede fueron otro de los problemas de la edición estadounidense de la Copa América. En Las Vegas y Glendale, hubo días en los que se superaron los 45 grados, si bien los estadios de estas ciudades estaban climatizados y los partidos se disputaron a una temperatura normal. Pero los centros de entrenamiento eran al aire libre y varias prácticas tuvieron que cambiarse de horario para evitar riesgos para la salud.

"Los norteamericanos hicieron un desastre con los campos de entrenamiento", afirmó Marcelo Bielsa. "Los lugares que se eligieron en esta época del año eran increíbles… En Phoenix, por ejemplo, era imposible entrenarse por el calor", agregó Néstor Lorenzo.

Phoenix (estadio de Glendale) no será sede del Mundial. Las Vegas, tampoco. Pero sí Kansas City y Miami, ciudades en las que la humedad mezclada con las elevadas temperaturas provocó golpes de calor en futbolistas, árbitros y personal trabajador.

Dificultades para los periodistas

Ni un solo centro de prensa hubo en esta Copa América en el que los periodistas pudiéramos trabajar en el momento que lo necesitáramos. Pese a reunir a profesionales de países con horarios dispares, los organizadores no se plantearon, como sucede en todas las grandes competiciones, habilitar espacios de trabajo para que los encargados de acercar su torneo al público pudiéramos hacerlo en unas mínimas condiciones.

En los estadios, además de horarios de trabajo muy reducidos, tampoco tuvimos la posibilidad de comprar algo de comer a un precio razonable en las eternas jornadas de día de partido. Las zonas de trabajo de los periodistas de algunos no contaban con cantina y sólo se ofrecía la posibilidad de consumir agua y café de manera limitada. En los estadios que sí la tenían, el menú de dos perritos calientes con patatas fritas se vendía por el módico precio de 22 dólares.

Cupos limitados para acceder a la tribuna de prensa, a las ruedas de prensa y a la zona mixta pese a que, en general, había espacio de sobra y prohibiciones tan sorprendentes como no grabar el audio de las ruedas de prensa fueron otras de las dificultades con las que tuvimos que lidiar a diario en el torneo.

No es poco todo lo relatado y se podrían añadir otras falencias. Pero quedan dos años para el Mundial y, antes, Estados Unidos acogerá el Mundial de Clubes de 2025, otra prueba para ver lo que consiguió ajustar.