Aimar Oroz, ante el partido de su vida: "Mis padres fueron a Valdebebas pero ni ellos ni yo vimos bien salir"
El canterano de Osasuna, tentado en su formación, disfruta de un primer año en la élite inmejorable a pocos días de la final de Copa. "En la calle solo se escucha que hay que ganar al Madrid".

Aimar Oroz es un chico de pueblo. Un joven de 21 años tímido, al que aún le cuesta abrirse ante los micrófonos, mirar a los ojos y poner palabras al extraordinario momento que está viviendo. Todo lo contrario a lo que hace sobre el campo. Atrevido, elegante, sin complejos. Un chico nacido en un municipio, Arazuri, de menos de 400 habitantes en el que sigue viviendo junto a sus padres y su hermana. El día a día no le ha cambiado tanto, dice con naturalidad, pero su primera temporada ha llegado con un premio enorme: formar parte de la plantilla que devolvió a Osasuna a una final de Copa 18 años después.
Ni siquiera eso le ha hecho cambiar, aunque reconoce que algunas cosas cotidianas sí han variado. "Por la ciudad vas sintiéndote un poco diferente porque te para la gente y te piden fotos y eso, pero diría que eso no me ha hecho cambiar y no se me ha subido a la cabeza". La razón, explican en el club y razona él mismo, es seguir en Arazuri, donde todos le conocen desde niño y le siguen tratando de la misma forma que siempre. "Todo cambió muy rápido, por así decirlo, pero en el pueblo, como digo siempre, es todo más tranquilo".
Aun así, sus "colegas" le tienen bien informado de todo lo que pasa alrededor y de los elogios que le están lloviendo por su primera temporada: "Me pasan noticias y todo eso, las leo pero me mantengo un poco al margen". Parecido a lo que hizo en su día cuando el Real Madrid le buscó para incorporarle a su cantera. "No llegué a ir a Valdebebas, pero mis padres sí estuvieron allí. Yo era muy joven y ni mis padres ni yo vimos bien o conveniente salir. Era muy niño y no me veía fuera de casa solo", reconoce.
"Mis padres fueron a Valdebebas, pero era muy joven y ni mis padres ni yo vimos bien o conveniente salir. Era muy niño y no me veía fuera de casa solo"
También el Athletic le tentó, pero él prefirió seguir su crecimiento en Pamplona y tiene claro que acertó. "Nunca sabes qué hubiese pasado, pero estoy muy a gusto aquí, Osasuna es mi casa y me siento importante. Ojalá esté muchos años más, aunque nunca se sabe lo que puede pasar, pero estoy muy contento aquí", dice. Más aún en un momento en el que "se nota que el osasunismo está con mucha ilusión" y están "emocionados" por la final de Copa del Rey ante el Real Madrid. "Estamos con muchas ganas y la gente está enganchada. Por la calle solo se escucha que hay que ganar al Madrid".
Pregunta: 12 de agosto, El Sadar. ¿Qué es lo primero que te viene a la mente y qué sentiste?
"Lo primero es el penalti, obviamente. El debut en Primera, por así decirlo... Todo el estadio lleno, con mi familia y mis colegas viendo el partido ahí… Fue un cúmulo de emociones muy grande. Me cuesta decir qué sentí, no te puedo decir porque ni sé qué me pasó por la cabeza porque es como que estaba en otro lado".
Aquel día Aimar se consagró. Disputó su primer encuentro como titular con Osasuna y, con empate en el marcador, se atrevió a lanzar un penalti decisivo. "Moi cogió el balón y fue a dárselo al Chimy. Yo se lo pedí a ver si me lo dejaba y Chimy me vio con intenciones, con confianza para tirarlo y me lo dejó", recuerda. Pero sobre todo tiene claro el pensamiento que le vino a la cabeza. "Pensaba en que iba a entrar seguro". "Y ya está", puntualiza, como si fuese lo más normal del mundo atreverse a lanzar esa pena máxima.
Lo que vino después fue una lluvia de emociones. Aimar marcó el tanto de la victoria en su primer partido como titular en Primera División. Pero ni siquiera eso cambió su rutina. "Me fui al pueblo con mi padre, que vino a ver el partido, estuve un rato con mi familia en casa y luego lo celebré con mis colegas", recuerda. Aunque lo que más fresco tiene es el abrazo que se dio con su padre, quien le ha acompañado desde pequeño en su recorrido por las categorías inferiores de Osasuna.
"El día antes Jagoba me dijo que iba a ser titular. Al primero que llamé fue a mi padre y cuando llegué a casa me dio un abrazo..."
Se queda con ese gesto con su familia, con quienes también compartió en primicia su titularidad. El día antes Jagoba le comunicó que sería titular y el primero en saberlo fue, cómo no, su padre. "Me lo dijo y al primero que llamé fue a él. Estaba contento, estaba ilusionado, y cuando llegué a casa me dio un abrazo…". El resto fue "normal", como todo en su vida, aunque reconoce que le sorprendió la decisión de Jagoba.
Parte de esa sorpresa se debía a que su camino hacia el profesionalismo se cocinó a fuego lento. Debutó en 2019, ante el Córdoba en Segunda División, pero después le costó volver a tener minutos de calidad. "Cuando debuté creo que todavía no estaba preparado. Yo creo que físicamente me quedaba mucho e igual mentalmente también, era muy niño", reconoce.
Pasó tres años más en el Promesas que le vinieron "muy bien para madurar y crecer como jugador", sin darle muchas vueltas a su situación. "Si te digo la verdad no me paraba a pensar en que igual no llegaba. Vivía día a día, al final el fútbol es lo que me gusta y lo disfrutaba cada día, hasta que al final ha llegado esta temporada que he podido debutar y quedarme, por así decirlo, en el primer equipo".
"Creo que cuando debuté en 2019 no estaba preparado. Físicamente me quedaba mucho e igual mentalmente también, era muy niño"
En ese proceso, Jagoba, "el jefe", ha sido clave. "Venía a vernos al Promesas casi todos los partidos y luego cuando subía a los entrenamientos me hablaba del partido, de lo que había hecho bien o mal. Gran parte, o casi toda, es gracias a Jagoba", reconoce sobre su proceso de maduración hasta el primer equipo. Por eso le define como "el capitán" del barco y del osasunismo.
El técnico también fue importante en su gestión emocional, alejándole de los medios y midiendo sus entrevistas, recomendándole que se centrase en seguir con su vida como hasta ahora, apoyado de nuevo en su pueblo y su gente. "Todavía tengo 21 años y en casa estoy bien, pero en algún momento tendré que moverme también. De momento en el pueblo estoy muy a gusto y la verdad me gustaría en el futuro tener casa en Arazuri", asegura.
Alegrías desde el minuto uno
Si hay algo que sorprendió a Aimar al jugar en Primera fue "la calidad de jugadores", sobre todo dos que delatan su gusto por el buen fútbol: "Silva me gustó mucho allí en Donosti y luego Pedri, claro, también me encantó". Lógico que se haya quedado impactado del fútbol de los dos centrocampistas, no solo porque es su posición, sino porque sus ídolos de la infancia también compartían esta posición. Iniesta era su referencia, aunque Messi y Ronaldinho "obviamente" también fueron referentes.
"Lo que más me impresionó de Primera es la calidad de todos los jugadores. Silva me impresionó mucho en Donosti y Pedri también"
Hay otro muy importante para él. "Cuando era más joven me fijaba en Patxi Puñal, le veía en El Sadar y era al que imitaba". No solo futbolísticamente, sino que le da mucha importancia a los valores que transmiten las leyendas rojillas: "Ahora, por ejemplo, David [García] me ayuda mucho y le estoy muy agradecido. Es del pueblo de al lado y nos conocemos desde hace tiempo. Siempre me ha ayudado y me ha enseñado, me ha dado pautas, por así decirlo, y estoy muy agradecido. A él y a Sergio Herrera también, que desde el primer día me ayudó mucho".
Aimar es consciente de que lo que está viviendo está siendo demasiado perfecto. Incluso, reconoce que son muchos los que le avisan de que no todos los años será así. El deporte, como dijo Antetokounmpo, tiene más días de derrotas que de alegrías, pero por el momento disfruta de lo que le ha tocado vivir: "Ni soñando hubiese salido mejor que esta temporada, la verdad. Desde el primer día, desde el primer partido hasta ahora está siendo increíble. Es todo ilusión. Ahora me dicen que tengo que valorar lo que hemos conseguido, que esto no va a pasar todos los años".
"Ni soñando hubiese salido mejor esta temporada. Desde el primer día hasta ahora está siendo increíble. Es todo ilusión"
En ese disfrute de la temporada hay tres momentos, más allá del debut, que han marcado el presente rojillo. Los octavos de Copa en el Benito Villamarín, los cuartos de final ante el Sevilla en El Sadar y las semifinales de San Mamés. Tres partidos, tres rondas coperas que repasamos con Aimar Oroz. También tres prórrogas, sumada a la que vivieron ante el Gimnástic de Tarragona en dieciseisavos. "La verdad que hemos vacilado un poco con esto de las prórrogas. Ojalá haya otra en la final y la ganemos", dice.
Octavos de final ante el Betis en el Benito Villamarín. ¿Fue un cambio de chip?
Fuimos sin peso al Benito Villamarín y fue un partido complicado. Ese partido íbamos sin ninguna presión, la verdad que nos veíamos con pocas posibilidades pero pasamos y eso nos dio fuerza. Nos salieron bien los penalti. Ese partido nos dio fuerza para las siguientes eliminatorias.
El Sadar acogía una eliminatoria de Copa cinco años después, ante el Sevilla en cuartos de final. Y el ambiente fue espectacular.
Diría que al principio nos costó entrar, empezaron ellos mejor sobre todo en la primera parte y nosotros estuvimos un poco nerviosos igual, tanto con balón como defensivamente. En la segunda parte creo que nos soltamos un poco más y fuimos más nosotros. El ambiente fue increíble.
En San Mamés sufristeis muchísimo y hubo momentos que parecía un ejercicio de supervivencia. ¿Dónde estuvo la clave?
Es verdad que hubo momentos que sufrimos y mucho, además con el ambientazo que había se notaba. Después del gol sí que nos vinimos un poco abajo, pero en el descanso hablamos un poco, Jagoba nos animó a seguir y cambiamos alguna cosilla pero nos repitió que todo iba bien y que esto lo íbamos a sacar adelante. Sufrimos todos juntos y aguantamos hasta que llegó el gol de Pablo. Lo celebramos como locos.
"El gol fue increíble. Yo estaba en el banquillo y saltamos todos corriendo hacia Pablo como locos, fue una carrera increíble. Además me hizo mucha ilusión que metiese él porque llevamos ya un par de años jugando juntos en el Promesas y nos tenemos mucho cariño. El vestuario fue una fiesta, todos como locos, tirando agua y de todo. Y el viaje de vuelta en el autobús también fue divertido. Y luego llegar a la plaza del castillo y el ambiente que había también… Lo recuerdo todo como algo muy bonito".
Desde ese 4 de abril, Pamplona está paralizada. Todo es Sevilla. Todo es La Cartuja. "Estamos motivadísimos", dice Aimar como un aficionado más. "Sabemos que el Madrid es favorito y que es un equipazo, pero también sabemos de nuestras posibilidades. Al final es un partido a 90 minutos, o 120 -matiza, tras cuatro prórrogas ganadas-, y nos vemos con alguna posibilidad".
Aunque reconoce "un poco de vértigo" al pensar en poder ganar el título, quiere disfrutar de cada momento. Si la ganan ya habrá tiempo para celebraciones en la Plaza del Castillo y en el pueblo. Con los 'colegas' de siempre, con su padre, su madre y su hermana. Como siempre, en Arazuri.