Dentro del vestuario del Arosa: "Si el Valencia quiere poner a un cadete que no pueda jugar, se arregla en los despachos otra vez"
Tras eliminar al Granada por alineación indebida, el equipo gallego afronta este martes la segunda eliminatoria de Copa ante los de Baraja.

La Copa del Rey es el torneo de la ilusión de los clubes más pequeños. Tener la oportunidad de enfrentarse a los mejores equipos de España en su estadio e intentar una machada mayor que sería lograr un pase a la siguiente ronda. Una misión complicada, prácticamente imposible, pero que todos los conjuntos no profesionales que participan sueñan con lograr.
Ser el próximo Alcorcón, Alcoyano o Mirandés es el objetivo de estos equipos. Esta campaña esa figura puede recaer en el Arosa, equipo de la ciudad de Vilagarcía, provincia de Pontevedra, que milita en la 3ª RFEF, es decir, la quinta categoría del fútbol español. A Lomba, un estadio con 4.800 espectadores, está preparado para acoger el arribo de un histórico del fútbol español como el Valencia.
Una oportunidad histórica para el Arosa. Dos de los capitanes del equipo gallego, el portero Manuel Táboas y el delantero Alassane Sylla nos explican la enorme ilusión que les produce el partido. Aunque Sylla prefería el Betis por varias razones, una de ellas que ya se había medido con el conjunto de la capital del Turia cuando militaba en el Arenteiro. "Yo prefería el Betis. Nos tocó otra vez el Valencia y quería cambiar. El preparador físico del Betis, Félix Cao, me entrenó en el Ribadumia y me recuperaba con él cuando trabajaba en el Domínguez, un hospital en Pontevedra. Quería jugar contra ellos para volver a verlo".
"Había la posibilidad de pasar y teníamos una sensación de la hostia"
El Arosa logró pasar de eliminatoria frente al Granada, despachos mediante. El conjunto nazarí alineó indebidamente al guardameta Adrián López, tal y como destapó Relevo, el Arosa denunció el hecho y, finalmente, Competición falló a su favor. Una circunstancia extraña que Manu Táboas no entiende cómo le puede suceder a un equipo de Primera División. El portero comentó que lo supo durante el propio partido. "Yo me enteré a mitad de la segunda parte. Se nos acercó un compañero que estaba fuera y nos enseñó a tres que estábamos en el banquillo. Esta es la mítica que hay rumores, pero le llegó al delegado y comenzó el runrún", indica Táboas.
Algo similar le ocurrió a Sylla. El senegalés fue consciente de la situación gracias a un amigo que estaba en la grada y en el vestuario entendió que era cierto. "Cuando terminó el partido fui a hablar con el senegales del Granada, Famara Diédhiou, y le comenté '¿Tú que? Me dijeron que vuestro portero no podía jugar". No me respondió, pero el gesto que hizo lo dijo todo. Además, vi a su portero, Adrián López, hablar con los árbitros en el vestuario y sabía que algo había", explicaba el delantero del Arosa.
El vestuario tras el partido era raro según ha señalado Manu Táboas, aunque la satisfacción por competir ante un Primera División era la sensación que imperaba en el vestidor. "Fue una sensación extraña. Dimos la cara contra el Granada y ya estábamos tranquilos. En general, en el vestuario nos sentíamos orgullosos del partido por la imagen. Además, había la posibilidad de pasar y teníamos una sensación de la hostia, por el partido y por poder pasar, aunque fuese así".
Un pase poco habitual, similar a lo ocurrido con el Real Madrid y Denis Cheryshev, que ambos firman otra vez ante el Valencia. "Si quieren poner a un cadete que no pueda jugar, se arregla en los despachos otra vez", bromeaba el portero. A su vez, Sylla simplemente respondía con un "ojalá", aunque comprende que sería muy complicado que volviese a ocurrir.
Del Celta, impagos y una rotura del menisco al almacén del Eroski
Con la mente puesta en el martes, Manu Táboas confiesa que será un "día especial", pero sin olvidarse de las obligaciones laborales en un supermercado. "Yo me levanto a las 6:45 de la mañana y trabajo de 8:00 a 15:00. Estoy en el almacén del Eroski. Llego allí, descargo el camión, repongo, ordeno el almacén y demás. Por la mañana voy reponiendo hasta el mediodía. Llevo tres años y es un trabajo físico, aunque lo llevo bien". Tras el trabajo estará un rato en su casa con su hija e irá a tomar un café con el resto del equipo a modo de "concentración" para el partido.
Un portero que fue convocado con la selección sub-19 de España y una estancia de una década en el club de sus amores, el Celta, aunque el fútbol le depararía varios reveses a lo largo de su trayectoria. "En teoría iban a apostar por mí, salía en la prensa y ese verano realicé la pretemporada con el primer equipo. De repente, llega un portero de fuera al filial, Matías Dituro, que luego estaría en el primer equipo, y nadie sabía quién lo había fichado. Nadie lo había pedido. Llegó y alternamos titularidades y tampoco lo había hecho tan mal para que no apostaran por mí. En el mercado de invierno me dijeron: 'Tienes un buen repre que te busque una cesión'. No cuadra muy bien que te digan eso", confesaba Táboas a Relevo sobre la marcha del Celta.
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Posteriormente, militaría en el Sporting B y en el C.D. Ourense, club desaparecido, en el que sufriría la peor cara del deporte, tanto a nivel institucional como de salud, con una rotura del menisco. "Fue una putada, estaba jugando y encadenamos buenos resultados. En un rondo un viernes previo a un partido, haciendo el tonto, se me fue la rodilla. Ese partido lo jugué y continúe entrenando, pero con un dolor de locos".
En aquel momento, recibiría la llamada del Getafe B, pero el Ourense no le permitió salir de un club que le debía varias mensualidades. "Me fastidié ese viernes y el martes siguiente me llamó el Getafe B. La resonancia salió perfectamente e iba a ir a Madrid. Pero el Ourense, que me debía unos tres meses de sueldo, no me dejó salir", explicaba Táboas que padeció un 'falso negativo' que propició una baja de seis meses que condenaría su descenso de categoría. Acumula ahora feliz seis temporadas defendiendo los colores del Arosa.
Alassane Sylla, el 'senegalés-gallego'
Alassane Sylla es un trotamundos que ha pasado por Senegal, Francia, Marruecos y Polonia antes de llegar a Galicia, lugar que es su segunda casa, y que se define a sí mismo como un luchador. "Mis padres siempre me aconsejaron que en la vida hay que ser humilde, con los pies en la tierra, respetar a todo el mundo y luchar hasta el final y nunca rendirse. Esas palabras de mis padres siempre las tengo en la cabeza".
Sylla nació el 30 de diciembre de 1991 en Dakar, capital de Senegal, un país "alegre", pero en el que la vida "no era fácil". Tuvo una infancia feliz, aunque la falta de su padre, que era futbolista profesional en el Nancy francés y sólo regresaba al hogar por vacaciones, fue difícil de gestionar tan joven. "Era jodido estar sin él", señalaba apenado el delantero del Arosa sobre su figura paterna, la cual, tristemente, perdió a una temprana edad.

El fútbol sería el billete de Sylla para llegar a Europa y siempre estaría al lado de un balón. Apodado como 'Diego', mote que le puso su padre cuando jugaba en el patio de casa con sus hermanos porque los "vacilaba", el rendimiento que mostró en Dakar le abrió las puertas del Viejo Continente. "Estaba en un centro de formación de fútbol en Dakar. Allí jugaba competiciones del barrio, siempre quedaba pichichi y fui campeón. Después fui a jugar a varios clubes, lo peté y me llamaron con la selección sub17 de Senegal. Lo hice bien y me llevaron a Francia. Mis padres estaban preocupados de que estuviese sólo, pero era una oportunidad que no podía desaprovechar", recordaba con nostalgia.
"Mis padres siempre me aconsejaron que en la vida hay que ser humilde y luchar hasta el final"
Aterrizaría en Europa con 18 años en París, donde formaría parte de la cantera del ahora transatlántico Paris Saint-Germain, que por aquel entonces no poseía el poderío económico de Qatar. Allí jugaría y compartiría vestuario con campeones del Mundo como Raphael Varane, que despuntaba en el Lens previo al fichaje por el Real Madrid, y Alphonse Aréola, con el que coincidió en el PSG junto a otros futbolistas de la talla de Mamadou Sakho y Serge Aurier. Incluso formó parte de algunos entrenamientos de la primera plantilla, antes de poner rumbo a Polonia. Tras su experiencia, el próximo destino de Sylla era Galicia.
"Llegué a España en 2011. Estaba en Polonia y antes en Francia, en el filial del PSG, y también había jugado en Marruecos. Cuando terminé la temporada en Polonia, mi hermana me dijo que volviera a Francia, pero no quería. Vine a Galicia porque mi hermano vivía en Ourense e hice las pruebas allí, pero no me cogieron. Luego contacté con un representante e hice las pruebas para el Pontevedra B y me ficharon".
Otro cambio en la vida de Sylla, que quedó enamorado de Galicia desde el primer momento. "Me sorprendió. Siento como si fuera mi casa. La gente es abierta y hay playas como en Dakar, aunque el agua es fría y no me gusta. Tengo un montón de amigos aquí. Mis hermanos siempre me vacilan que no salgo de Galicia y que soy gallego ya", explicaba Sylla entre risas.
"Mi mujer me cambió la vida"
Además, Galicia le tenía guardado un tesoro mayor que su pasión por el fútbol, su pareja. "Mi mujer me cambió la vida, quería ir al colegio a aprender castellano, pero me dijo que me lo enseñaba ella. Cuando conversaba con ella por Instagram hablaba en francés y ella me respondía en castellano y fui aprendiendo. La verdad que me ayudó muchísimo" rememoraba con una felicidad latente Sylla. Por último, prometió a Relevo que en caso de lograr el pase ante el Valencia se teñirá el pelo al completo de color rojo, la seña de identidad del Arosa junto al blanco.
Este martes el club gallego se cita con la historia. La posibilidad de 'cargarse' a uno de los equipos más laureados de España es una ilusión en la ciudad de Vilagarcía que, aunque no sea posible, están más que orgullosos de todos los jugadores, empleados y directiva que forman parte de un Arosa que sueña con colarse entre los más grandes.