Mucho balón y muchos pases para no tirar a puerta

A un derbi malo, un Clásico peor. Preocupante. Se trata de tres de los cuatro primeros clasificados de la Liga. El otro es la Real, que tampoco anda muy boyante ahora. Un Madrid-Barça para olvidar de nuestra memoria porque nos puede dejar secuelas. Hay que revisar los datos del partido. Leerlos. Releerlos. El juego no se puede repasar. Un Madrid inoperante que no remató entre los tres palos en 95 minutos. Un Barça colgado de su larguero como nunca lo había visto. Bueno, sí, en el Metropolitano, en el partido de Liga contra el Atlético.
Habría que rebobinar mucho para encontrar un equipo azulgrana tan pragmático, tan identificado con el resultadismo, pero también tan solidario. Solo un 35% de posesión y 379 pases. Nueve hombres por detrás del balón y un ejercicio digno del bloque más especialista en la materia. Un compañero a mi lado le comparó con el Inter de Mourinho con Eto'o y Pandev de laterales.
Xavi hablaba en la previa de la posesión, de tener el balón en el centro del campo del Bernabéu, de que le gustaría estar en este partido precisamente para eso, para dirigir las maniobras. Palabrería pura. El Barça destacó precisamente por lo que siempre ha odiado, por tener que encerrarse atrás, por correr detrás de balón, por no llevar la iniciativa. Al final le salió perfecto. Ni Stegen tuvo que convertirse en salvador.
Perfecto el marcaje sobre Vinicius. Araujo perseguía al brasileño en lo que se podía considerar un marcaje individual y siempre tenía a su lado a un compañero o a dos para hacerle las coberturas. Cuando no era Raphinha, era Koundé o un Busquets omnipresente. Ahí comenzaron a ganar el partido los azulgranas.
Tapado Vinicius, desapareció el Real Madrid. No fue la primera vez, ni será la última. Tras 20 minutos, los primeros, de control, presión alta y ocupación del campo contrario, los de Ancelotti desaparecieron del foco. Dominaron, apretaron, se hincharon a sobar el balón, pero sin profundidad. Sin imaginación. Un 65% de posesión y 678 pases para no rematar ni una sola vez entre los tres palos.
Ancelotti comenzó con dos mediocentros (Camavinga-Kroos) y Modric por delante y acabó con cuatro delanteros (Rodrygo-Benzema-Álvaro-Vinicius. Ni por esos. Sin la música de la Champions el Madrid no carbura. Evidentemente esta no es la razón objetiva, pero encontrar otra se antoja más complicado que una tesis de fin de curso.