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El clic que cambió el rumbo del Mallorca de Aguirre y mantuvo los salarios intactos

El liderazgo del Vasco no siempre convenció de la misma forma en la isla. Una goleada del Granada en Son Moix (2-6) hizo temblar su proyecto… y ahora sueña con ganar un título.

Aguirre, en aquel Mallorca 2-6 Granada. /EFE
Aguirre, en aquel Mallorca 2-6 Granada. EFE
Manuel Amor

Manuel Amor

Quién le iba a decir a Javier Aguirre (65 años), que hace dos entrenaba al Monterrey tras pasar por Egipto y el Al-Wahda, que este sábado (22:00) pelearía por conseguir su primer título en España después de obrar una gesta histórica con el Mallorca en la Copa del Rey. El mexicano fue la solución de emergencia de los bermellones en la temporada 21-22, cuando los fantasmas del descenso acechaban Son Moix, y aunque ahora sea un ídolo no siempre tuvo a la grada completamente a su favor.

El Vasco reemplazó a finales de marzo a Luis García Plaza, que dejó al equipo a un punto de la permanencia. El club buscó a un agitador para revertir la tendencia. En sus primeros cinco partidos Aguirre entró con buen pie en casa (victorias contra Atleti y Alavés), pero no consiguió solucionar los problemas a domicilio (derrotas ante rivales directos como Getafe y Elche y otra ante el Barça). La sexta prueba no estuvo lejos de pasarle factura: el Granada, decimoséptimo y gran contrincante en la lucha por la salvación, le endosó un deshonroso 2-6 que hizo temblar los cimientos de su proyecto.

El día fue absolutamente aciago, con goles del superviviente Raíllo y Salva Sevilla para los insulares y de Luis Suárez, Escudero, Puertas, Jorge Molina (2) y Uzuni para el conjunto nazarí. La sensación en Palma fue de equipo caído, de tener media cabeza en la categoría de plata y de que el aterrizaje del técnico, pese a su buen encaje con el grupo y el carisma que le conectó con la grada, no había surtido el efecto deseado (seis puntos de 18). Los empleados ya empezaban a asumir la realidad.

El paseo del Granada, sin embargo, fue el bofetón de realidad necesario para hacer clic. El Mallorca lo bordó en las últimas tres jornadas (0-0 en el Pizjuán, 2-1 al Rayo y 0-2 en El Sadar) y selló la permanencia sobre la bocina… en detrimento del propio cuadro andaluz, que bajó con un punto menos y tras empatar en casa contra el Espanyol. Jorge Molina, autor de un doblete en Son Moix, falló un penalti en el 72' que condenó a los suyos.

El 2-6 sirvió al Mallorca para dar un paso al frente y, como reconoció este viernes Aguirre, darse cuenta de todo lo que se podía perder: "Suponía irse a Segunda, contratos a la mitad, una mancha en tu carrera, un paso atrás, igual finalizar mi trayectoria en España… Yo qué sé". La reacción, precisamente, empezó con el empate posterior en Sevilla, la misma ciudad en la que hoy pueden proclamarse campeones de la Copa del Rey por segunda vez en su historia.

"Veníamos de perder 2-6 y estábamos en Segunda División. Viajamos a Sevilla, entrenamos casualmente en La Cartuja... Era una final. Aquel día sumamos aquí con una mano salvadora de Manolo Reina, al que le mando un saludo", explicó el Vasco en la previa del choque ante el Athletic. Reina, ahora sin equipo y al que Aguirre rescató para la causa, será uno de los héroes de Segunda B que vivan el partido con la emoción de los protagonistas, al igual que harán desde la distancia los Xisco Campos (segundo entrenador del filial), Joan Sastre (PAOK), Lago Júnior (Racing), Javi Bonilla (Numancia) o Marc Pedraza (retirado).

Aguirre, en rueda de prensa: “Aquello era algo absolutamente diferente”.

Curiosamente, la expedición isleña se alojó antes de aquella visita al Pizjuán en el mismo hotel en el que guarda fuerzas a esta hora: el NH Collection, a unos 15 minutos en coche del estadio y cercano al Benito Villamarín. Hoy, olvidados los dramas de hace 23 meses, Palma fantasea con cerrar el círculo en Nervión y encumbrar definitivamente a Aguirre, el héroe que pudo haberse ido de España… y que se quedó para seguir cumpliendo sueños.