La Copa pasa de lujos: un pueblo volcado, cojines en el palco y un pasillo para la prensa
Prácticamente todos los habitantes de Turégano viven como una fiesta el partido ante el Celta.

Segovia.- No había mucho movimiento en Segovia a la hora del aperitivo. Pocos coches circulando y la gente resguardada en sus casas ante la inminente lluvia que se avecinaba. Una imagen que chocaba con lo que se estaba cocinando en el acceso al Estadio La Albuera, un coqueto campo en el que el Turégano recibía al Celta en la primera eliminatoria de la Copa del Rey.
"Está todo el pueblo aquí, es la mayor fiesta que hemos tenido", relataba Manuel González, uno de los vecinos que este miércoles se desplazó a Segovia para ver el partido más importante de la historia de su club. El Turégano no pudo jugar en su recinto habitual al no cumplir la normativa que demanda la RFEF.
"Es una pena porque habría sido todo más bonito, pero la fiesta la tenemos igual", apuntaba Manuel, engalanado con una de las bufandas conmemorativas diseñadas para la ocasión. Prácticamente las 4.000 personas presentes en La Albuera vestían una en la que aparecía el nombre de los dos equipos. "Superamos todas las expectativas. Sabíamos que había ilusión pero no imaginamos que tanta", comentaba una de las vendedoras. "Fuimos muy optimistas con el encargo y nos vamos a quedar cortos", añadía.
El pueblo entero de Turégano se reunió en las inmediaciones del estadio donde se iba a disputar el partido. Bengalas, cánticos y una animación que los jugadores locales nunca habían vivido antes. De hecho, tuvieron que salir a una escalera que daba al exterior de La Albuera a agradecer el apoyo de los suyos.
En esta clase de partidos, los equipos de Primera se dan cuenta de la realidad que viven numerosos clubes modestos domingo a domingo. El palco presidencial no existe en La Albuera y solo unos cojines distinguen los asientos en los que se debía sentar Marian Mouriño, futura presidenta del Celta, junto a varios directivos presentes en Segovia.
Tampoco la zona de prensa es la habitual en los estadios de la élite. Un pasillo tras la grada principal, al aire libre, sin ninguna insonorización y con los periodistas de pie para ver y comentar el encuentro.

Los aficionados, en cuanto sonó el pitido inicial, ya habían ganado. Su premio era vivir un partido contra el Celta y el resultado les daba igual. "Ojalá ganemos, claro, pero tampoco nos importará si no es así", apuntaba Rocío desde las gradas, por supuesto con su bufanda al cuello. Los allí presentes (incluidos unos 60 seguidores celestes) querían pasárselo bien y reírse, por eso le pidieron con sorna a Rafa Benítez que alinease a Chéryshev. Los dos tempraneros tantos de todo un campeón de la Ligue 1 como Bamba fueron un pequeño jarro de agua fría para los locales. En partidos como el de La Albuera, sí que encaja aquel famoso cántico de los aficionados del Cádiz en el que señalaban que el resultado les daba igual. La Copa, mola.