COPA DEL REY | ATHLETIC - MALLORCA

Los fiestones y el estrés con Rubiales en la Copa se reducen en esta crisis a un soso picoteo y turismo para los 'barones'

Solía hacer un evento oficial en la previa con grandes actuaciones y reunía a la Comisión de Presidentes y hacía Junta. Esta vez, sin Rocha y con la RFEF descabezada, prima el tedio.

Rafa del Amo, rodeado de los presidentes del Mallorca y el Athletic./RFEF
Rafa del Amo, rodeado de los presidentes del Mallorca y el Athletic. RFEF
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

Sevilla.- A Luis Rubiales le caen palos por todas partes en este tiempo convulso en torno a la Real Federación Española de Fútbol, pero nadie, absolutamente nadie, puede debatir que los eventos alrededor de la final de Copa del Rey eran mucho más emocionantes antes que en esta última edición. Y la organización no es la culpable. Más bien son los titulares que llueven a diario. Donde antes había fiestas de primer nivel y una agenda estresante, ahora hay tedio, indiferencia y una tendencia al turismo como remedio al excesivo ocio antes de que ruede el balón. Si las anteriores finales en Sevilla se recuerdan por lo que sucedió en el césped y por lo que se vivió en los prolegómenos, esta vez lo ocurrido no pasará a la historia.

La razón es evidente. Hay duelo a la Federación sin fecha de caducidad. Sin presidente oficial, con Pedro Rocha dimitido de la Comisión Gestora, con Rafa del Amo al frente como curioso y silente sustituto (se enfrentó a 'Las 15') y con la institución descabezada sin director deportivo, sin el responsable del departamento de Operaciones y Personas, y sin las cabezas visibles en el sector jurídico, financiero y de marketing, hay más luto por los compañeros caídos que ganas de mambo. La cena oficial en torno a la final, que se celebró en el Hotel Torre de Sevilla en esta noche previa al Athletic-Mallorca, fue el mejor ejemplo al haber 70 personas. Una nueva normalidad que tendrá su continuidad este sábado en una eterna espera hasta las 22:00 en la que antes, con Rubiales, había más actividades que horas por su hiperactividad y que, en estos momentos, se convertirá en una larga jornada de asueto con muchos figurantes.

Luis Rubiales aprovechaba siempre las finales para dividirse y atender a todo el mundo. Con la prensa desayunaba en una charla informativa y con las autoridades siempre era muy atento. Además, con sus presidentes territoriales se mostraba muy cercano y exigente al mismo tiempo. En la mañana del partido en cuestión organizaba la Comisión de Presidentes a mediodía, a eso de las 11:00, y justo después convocaba a su Junta Directiva hasta la hora de comer. Aunque bajase al salón de actos del hotel en chándal, como mejor se encontraba porque aún se siente futbolista, se tomaba esos encuentros muy formales. Era el momento ideal para exponer planes estratégicos, debatir, apretar las líneas y ganar adeptos. Su convocatoria era tomada tan en serio que casi nadie faltaba a la cita, y si alguien lo hacía tenía que justificarlo debidamente. Como sucede en los colegios.

En la cena de este viernes hubo actuación flamenca.
En la cena de este viernes hubo actuación flamenca.

Ahora, un año después de ese último cónclave alrededor del Real Madrid-Osasuna, la historia será bien diferente. En la deliciosa cena en la que hubo tratar de carabineros, atún y cochinillo con buen Ribera (sin escarbar en la libertad y vida privada que ofrece la noche y la larga sobremesa), hubo flamenco pero no salseo como en otras ocasiones, cuando se palpaban las tensiones (entre Florentino y Rubiales a cuenta del VAR y el Caso Negreira), había actuaciones de tronío (algunas con origen granadino, como casi todo últimamente en esta casa) y un cóctel anterior a la cena y unas copas divertidas después.

El menú de la cena.
El menú de la cena.

No está el ambiente para fiestas

En esta ocasión hubo mucha corrección, protocolo y espantada general a las primeras de cambio. De hecho, hubo presidentes territoriales que ni acudieron a Sevilla. Entre ellos Paco Díez (Madrid), Pablo Burillo (Castilla-La Mancha), José Ángel Peláez (Cantabria) o Marcelino Maté (Castilla y León). El caso de Arencibia (Las Palmas) fue peor: cenó en otro lugar de Sevilla. No acudió ni el titular de Andalucía, Pablo Lozano. Representó a su territorial su segundo, Molina Maza. Pocos quieren ser cabezas visibles ahora de esta Federación, otros lo hacen por mero compromiso y alguno más, en este caso Javier Landeta (federación Vasca), Iñaki Mardones (federación vizcaína) y Pep Sansó (federación balear), por arropar a los finalistas en su día más grande. Las autoridades regionales y locales tampoco sumaron mucho brío a la causa. Sin nadie de peso con quien poder renegociar las condiciones de los acuerdos con la Copa y la Selección en torno a La Cartuja, las conversaciones se ciñeron a quedar bien y a volver a casa pronto.

Por su parte, todos los barones saben que su papel en esta final es testimonial, así que en el largo sábado que les espera han programado caminatas regenerativas para mantenerse en forma, visitas culturales y algunas comidas en grupos reducidos para poder conspirar de forma informal y relajadamente sobre las próximas elecciones (6 de mayo). La ausencia de Pedro Rocha ha descolocado a alguno de sus más fieles escuderos, que veían la cumbre de Sevilla como prioritaria para aferrar sus puestos, protegerle antes de la gran batalla y posicionarse más (si es que eso es posible), no sea que finalmente vaya a ser presidente oficial en unos días. Su dimisión el pasado miércoles, cuando en un principio planeaba hacerlo después de la final, ha dejado esa adulación para otro momento. Su socio Soteras (Cataluña) ni apareció. Como la secretaria general de la RFEF o los miembros del gabinete de presidencia sin presidente. Curiosamente sí estuvo Loli Madrona, una asambleísta retirada del arbitraje de las que denunció Miguel Galán que no pueden votar ya.

Pedro Rocha verá el partido en su casa, rodeado de su familia, a la que hace tiempo que no ve ni dedica tiempo porque lleva varios meses afincado en un hotel de Madrid para ir a diario a Las Rozas. Desde su Cáceres natal presenciará un encuentro en el que su nombre sobrevolará a cada momento. Poco antes de empezar la final, por el hecho de que los miembros del Gobierno que se ausentaron sorprendentemente en el Santiago Bernabéu en el amistoso ante Brasil, saldrán de la madriguera para arropar al Rey. Y después, al final del partido, en la entrega de trofeos, cuando un señor sin tantas canas como él entregará la Copa al campeón. Todo el mundo se preguntará entonces, pasada ya la medianoche y el domingo, quién es ese Rafa del Amo y dónde está el que durante los últimos siete meses ha hecho las funciones de Rubiales por decreto. Normal. Nadie ya, en este mundo de corbatas, entiende nada.