Un 'pintxo' de Endrick silencia Anoeta

Por las calles de Donosti los aficionados de la Real contaban las horas para el inicio del choque. "El más importante del año. Estamos a tres partidos de ganar un título. Y eso aquí son palabras mayores", decía un buen hombre paseando por el barrio de Gros. El equipo vasco jugaba una final, el Madrid viajó sin Courtois, Fede Valverde y Mbappé. Con chulería. Y de titulares los suplentes. Les dio para ganar. Además de una manera muy turista: con un 'pintxo' de Endrick.

Imanol Alguacil rebajó la tensión del duelo antes del inicio. Acudió al banquillo del Real Madrid como si fuese a pedir autógrafos. Se paró con Ancelotti, con Llopis y con más figuras de su cuerpo técnico. Después, la sacudida local sin picante y el show de Bellingham, que se adueñó del encuentro como esos camareros que van de mesa en mesa resolviendo la comanda. Le sirvió el gol a Endricki (la versión imparable de Endrick en el área) y ahí mismo se acabó el peligro y casi que la eliminatoria. Aunque hubo más, los cánticos desagradables a Raúl Asencio, el buen momento de Tchouameni y el malo de Oyarzabal.

Me pasé el partido siguiendo a Endrick. Es buenísimo. Por momentos de la temporada pensé que no. Estaba equivocado. El delantero brasileño también cayó en la marmita de Panorámix, con ese don que sólo tienen unos pocos, en él la fuerza mayor. La fuerza del gol.

El jovencísimo punta del Real Madrid decidió el choque con un 'pintxo'. Un fino mordisco, tan letal que hirió de muerte a la Real Sociedad, ya en la primera parte. En la segunda, un repertorio de delicatessens (dejadas, apoyos, remate al larguero), siempre afilado, siempre con ganas de dañar al rival. Endrick está para ser piedra Rosetta de cualquier proyecto, y este Madrid acumula tanto talento que sólo podemos disfrutarle en la Copa.

Cuando más sufrió el Real Madrid, por ahí apareció Andriy Lunin. Para eso están los grandes porteros, y el ucraniano ya demostró el curso anterior que él también lo es. Contra la Real Sociedad salvó a los suyos con varias intervenciones magistrales, de esas que silencian a la grada cuando se arranca a entonar un gol.

Ancelotti ha decidido darle la Copa, de forma merecida. Por la seguridad que transmite el meta suplente del Real Madrid y por las molestias físicas de Courtois, que no está al 100% por culpa de unos dolores en el rotuliano, nada raros tras superar la gravísima lesión del año pasado.

Imanol sabía que las opciones de su equipo para ganar el partido pasaban por los primeros minutos. El Madrid también. Y le dio un poco igual. Los rivales intimidaron en el inicio del encuentro, pero no les dio. No es la Real Sociedad que hemos conocido en estos últimos años. Oyarzabal atraviesa una fase sin inspiración, y Take Kubo siempre la suelta demasiado tarde, comentan los más entendidos de la grada. Atrás, mantequilla en el gol de Endrick.

El Real Madrid dejó la sensación de haber podido resolver la eliminatoria en Anoeta, con varias contras eléctricas en la segunda mitad. Ahí se destapó un gran Aihen y un sensacional Remiro para desbaratarlas y un Vini muy chupón, que pecó de más en varias jugadas. Con el 0-1 y un clima favorable, el cuadro merengue vuelve a la capital con medio pase a la final de Copa.