Rudiger no descansa ni en el banquillo: "Es un poco cabroncete, me ha dicho cuatro cosas"
Jorge Pesca desvela en Relevo que el alemán le incordió cuando sacaba de banda y celebra: "Nos quedará marcado para toda la vida".
Antonio Rudiger no descansa. Carlo Ancelotti le sentó en el banquillo ante la Arandina para dar la oportunidad al canterano Carrillo junto a Nacho. El alemán, sin embargo, no entiende de relajación y protagonizó una imagen surrealista junto a Jorge Pesca, jugador local. Parte del deporte y de la competitividad de una eliminatoria a 90 minutos, el futbolista de Segunda Federación se lo tomó a risa en una breve charla mantenida con Relevo tras la conclusión del partido.
"Rudiger es un poco cabroncete. Ha metido baza cuando iba a sacar de banda. Me ha dicho cuatro cosas, pero me las dejo para mí", cuenta entre risas. La intención del central, pese a la diferencia de categoría y la clara superioridad del Real Madrid, no era otra que distraer a Pesca, que una y otra vez intentó que su equipo generara peligro con una gran catapulta rumbo al área desde el costado.
Su fuerza puso varios balones desde el saque de banda al interior del área, aunque su Arandina no pudo marcar hasta el descuento, cuando Nacho anotó en propia portería. Un gol que va mucho más allá de un tanto que no tiene ninguna consecuencia clasificatoria. Era el que pasará a la historia de la Arandina y el que tanto celebró la gente.
Por ello y por la competitividad mostrada ante el Real Madrid, Pesca se mostró emocionado tras el pitido final y lo explicó a este medio: "Que puedan disfrutar de esto es algo único. Es difícil que se vuelva a repetir, pero contento de que la gente lo disfrute".
Porque, aunque lo intentara, lo de hoy no era un partido más: "Al principio he pensado que lo era, pero cuando te das cuenta que enfrente están Arda, Joselu, Nacho, Bellingham en el banquillo... Es algo diferente y se nos va a quedar marcado para toda la vida".
Para Pesca y para todos. Jaime Márquez también charló con Relevo tras el pitido final y aún sin creerse que tenía en sus manos la camiseta de uno de sus ídolos: "Quería la de Modric, pero se la he pedido a Rodrygo. Un grande". Fue tras 90 minutos de emoción y sensaciones. "Pensaba que se caía el estadio. Súper emocionante y gratificante el partido", contó sobre el arranque.
En su caso, no cruzó palabra con Rudiger, pero sí con otros muchos jugadores, con los que bromeó, consciente de que no se repetiría algo así: "En cada choque hablábamos. Le decían que estaban más fuertes que el vinagre, que no vayan tan rápido, que dejen de correr... Hemos aguantado a todo un Madrid. Sé que estaremos en los libros y en los vídeos de Aranda". Un día para la historia que se resolvió con relativa comodidad para los de Ancelotti y en el que Rudiger, un día más, se negó a descansar.