COPA DEL REY | UNIONISTAS 1 (7) - VILLARREAL 1 (6)

Seis horas en la caldera de Unionistas que le espera al Barça en la Copa

El Reina Sofía presentó un lleno hasta la bandera un lunes laborable. Un rincón único en el fútbol español, al más puro estilo inglés.

Unionistas celebra su victoria ante el Villarreal./EFE
Unionistas celebra su victoria ante el Villarreal. EFE
Jonás Pérez

Jonás Pérez

Nada mejor que esos lugares que descubres sabiendo que no será la última vez. Unionistas ha vuelto a conseguir lo imposible. Un equipo cimentado desde la base más profunda del fútbol español y con una filosofía que jamás ha llegado al fútbol profesional. El sustento de este club es el fútbol popular, de sus socios, de su gente. Bajo el lema "Unión solo hubo una" ya comienza a reeditar las grandes noches de la Unión Deportiva Salamanca, un club histórico en Primera División. Este lunes fue la mejor muestra de ello. A las 16:30, cuando el 80% de España trabaja o estudia, consiguieron llenar con cerca de 5.000 personas el Reina Sofía.

La reacción de Unionistas al sorteo.

Relevo llegó a las inmediaciones cerca de las dos de la tarde. Pese a quedar dos horas y media para el encuentro, un par de aficionados ya oteaba la zona y quería hacer cola para la entrada gratuita. Unionistas facilitó la entrada a todos, aunque siempre dando prioridad a los que sí fueron el domingo y conservaban su entrada. Pese a ello, tiene mérito que de los 150.000 habitantes que tiene Salamanca, unos 5.000 fueran capaces de hacer vibrar un estadio clásico, al más puro estilo Premier League.

El paso de los minutos llenó los aledaños del recinto. Esperando que llegaran las 15:35, una vez evacuada la zona del colegio de los alrededores, para entrar y esperar su turno de llegar a la grada. Instantes antes del inicio del partido-prórroga en el Reina Sofía ya no cabía un alma en el fondo de la grada de animación y en los dos laterales. Solo quedaba algún hueco en el fondo contrario, donde apuraron los que no tenían entrada y que tuvieron que aguardar hasta cinco minutos antes del pitido de apertura para ocupar su butaca.

Desde entonces, una olla a presión. "Unionistas de Salamanca", "Unionistas nunca se rinde" o "estos son nuestros jugadores" fueron los cánticos más repetidos. Hermanados con la inclemencia, los gritos de la grada te recorrían el cuerpo como el frío atroz y el viento que enfrentaba la ciudad. Con previsión de lluvia e incluso de nieve para las horas posteriores. No era excusa para que se dejaran la voz. Ahí estaban, contra toda adversidad.

No era para menos. Uno de los días más importantes de la historia del club, junto al duelo contra el Real Madrid. El Villarreal comenzó atacando y entonces el público respondió. Los jugadores lo entendieron. Eran dos categorías, sí, pero en plenitud física, con descanso y con solo 30 minutos en el reloj, todo era posible. Entonces, Unionistas se vino arriba y la grada acompañó con un clásico: "Míralos, míralos, cómo se acojonan...".

La lotería a veces es gritar más

Llegó la tanda de penaltis, la famosa lotería que tantos técnicos pronuncian, pero donde el factor psicológico y la gestión de la presión juegan un papel fundamental. Unionistas prefiere lanzar en el lado de su fondo, pero el sorteo les llevó al otro fondo. Como si la afición no animara ahí. Las cosas del fútbol modesto permiten a los niños y no tan niños levantarse hasta la valla de publicidad y a la prensa coger los móviles y grabar lejos de los anfiteatros del Bernabéu o de la cima del Cívitas Metropolitano.

La celebración de Unionistas.

Cada lanzamiento era un clamor. Si creen en la teoría de que lanzar un penalti es cosa sencilla, piensen por un momento lo de coger el balón, caminar, colocar la pelota e iniciar una carrerilla antes 5.000 personas que desean con todo su ahínco verte fallar. El Villarreal cayó tras media hora y una tanda en la que no se observó en momento alguno la diferencia de categoría. Menos con el estadio como una olla a presión.

Las palmas más famosas del fútbol español

Unionistas comenzó a competir en la categoría más baja del fútbol salmantino y de la mano del Salamanca CF UDS, fundado casi a la par, fueron escalando hasta alcanzar la (entonces) Segunda División B. El tiempo colocó a los vencedores coperos asentados y al rival de la ciudad, con más dificultades. Desde el primer día, ambos contaron con una afición entregada y los del Reina Sofía (antes Las Pistas) comenzaron con un ritual que se mantiene a día de hoy. Un clásico a lo vida pirata del Rayo Vallecano.

A la conclusión de cada duelo, los jugadores de Unionistas se acercan a su grada fiel del fondo y empiezan a tocar las palmas a la par que gritan aquello de "U nio nis tas, u nio nis tas, unionistas". Un momento único que merece vivir al menos una vez en la vida todos aquellos amantes del fútbol modesto. De hecho, en Salamanca se pelean por estar en el sitio idóneo.

Abiertas las puertas, por una de las bandas comenzaron a correr a sprint decenas de niños, la mayoría con el chándal de Unionistas. Cualquiera pensaría que eran chicos de la cantera, con el entusiasmo y la energía de los más pequeños. Pero, de repente, adolescentes, personas adultas... Todos repetían el mismo ritual, un ejercicio de peregrinación. ¿Era aquello una tradición?

No. Lo que buscaban era dirigirse los primeros a la grada de animación, coger el mejor sitio, rodearse de los muros que vibran, deleitan, delatan. Los que han acompañado en los últimos tiempos a Unionistas en sus buenos y en sus malos momentos. Donde late el corazón del fútbol popular. Allí nace todo. Las pancartas, las palmas, los gritos, las victorias, también las derrotas.

Un fútbol y un bocadillo de tortilla al alcance de todos

Hoy fue el Villarreal, la próxima semana el Barcelona. Pero sin renunciar a ser ellos mismos. Roberto Pescador, presidente, estuvo en Madrid y no en el duelo por cuestión de trabajo. Allí anunció que los precios subirán un poco, pero sin volverse "locos". Unionistas seguirá siendo lo que es. Como en su bar, donde media barra de tortilla vale 2,50 euros y el bocadillo de jamón (Guijuelo, un manjar), solo cuatro. En el Camp Nou (o, ahora, Montjuic), los espectadores deben pagar el vaso y una botella de agua es más costosa que el precio de la comida de un servidor.

Otra cosa. Un fútbol al alcance de todos. Y junto a él, la hospitalidad. Un grupo de aficionados se colocó en la zona de prensa y derramó por accidente un café en una de las mesas en las que trabajábamos. Un aviso de que se les había vertido se convirtió en un ofrecimiento de un vaso caliente en mitad de la "ola de calor" esa que anunció irónico Unionistas en la mañana de este lunes.

De los mismos que, cerca de una hora después, cuando ya muchos abandonaban la instalación, se dirigieron a mí con un alegre: "Hemos ganado". "Vengo de Madrid", respondí. "Pues mejor, mira, vienes y ganamos. Has visto un buen espectáculo", replicó la mujer. Razón no le faltaba.

Un contenedor y el fútbol que nunca se apaga en los bares

Marcelino García Toral llegó al cubículo que Unionistas tiene habilitado para las ruedas de prensa y tuvo que esquivar a los allí presentes para poder llegar a su asiento. Recién concluido el ritual de palmas de Unionistas, tocaba escuchar a la otra cara de la moneda, la de la derrota. Y costaba, con la grada todavía radiante, un rato largo después del pitido final, que cantaba y seguía cantando.

Concluido el turno de los entrenadores, el speaker gritó por megafonía: "¿Quién se quiere quedar a ver el sorteo aquí, por los videomarcadores?". El frío salvaje que acompañaba a los aficionados fue vaciando poco a poco la instalación y la Federación encontró una gran idea en la propuesta de los altavoces. O, quizás, ya la tenía prevista. El caso es que el contenedor convertido en sala de prensa se convirtió en sede del sorteo para los jugadores, que charlaron en directo con Saúl Ramos, el habitual y brillante conductor de este tipo de actas.

Unionistas se enfrentará al Barcelona en la Copa.

Fue una ceremonia exclusiva para la Federación, que así lo impuso en primera instancia para la incredulidad de más de una treintena de periodistas allí presentes. Después, rectificaron y dejaron acceder a los cámaras, hasta que llegó el punto que cedieron y permitieron el pase a todos, una vez ya comenzado el acto.

Relevo optó ante el caos por desplazarse a un lugar donde el fútbol nunca deja de latir. Los bares. Claro, los bares. A unos cincuenta metros de la sala de prensa, estaba la cafetería del club donde aún continuaban un buen puñado de aficionados observando por la televisión el sorteo. Tras el protocolo de siempre, llegó el momento en el que salió la bola de Unionistas. Ya celebraban, solo por ver su nombre con los mejores.

Y llegó el rival. El Barcelona. Saltar. Cantar. Abrazarse. Este lunes se despertaron con media hora pendiente ante el Villarreal y se acostarán sabiendo que Xavi y los suyos visitarán su templo. Donde vive el fútbol popular. Donde late el corazón de Unionistas. Donde, hoy más que nunca, todo se cumple. Viviendo en primera persona, y por primera vez (repetiré), la caldera que le espera al Barça en los octavos de final de la Copa. Un rincón donde se respira fútbol. Puro fútbol.