De hacer 500 kilómetros para entrenar a enfrentarse a su ídolo Marcelo: así juega Valentín Barco
El jugador de 19 años está pretendido por el Manchester City y el Brighton.

Cuando Scaloni empezó a preguntar en la federación qué laterales izquierdos había para tener en cuenta a la hora de relevar a Marcos Acuña, uno de los técnicos de las inferiores no dudó ni un ápice. "El nombre es Valentín Barco", le dijo a Matías Manna, segundo de Scaloni. Era primavera de 2022 y, por aquel entonces, Barco todavía contaba con 17 años. El futbolista de Boca Juniors disputará la final de la Libertadores de este sábado (21:00) como uno de los puntales de Boca; a sus 19 años es un jugador con potencial casi ilimitado. Definir a Barco es imposible, porque es un jugador sin reglas ni manual de instrucciones.
El camino de Barco no ha sido sencillo. De pequeño, el jugador argentino hacía 400 kilómetros tres veces a la semana para entrenar con Boca, unas tres horas de conducción desde su ciudad, 25 de Mayo, hasta los campos de entrenamiento. Su familia, humilde, sacrificó platos de comida para que su hijo pudiese jugar al fútbol. Esa infancia, marcada por horas y horas en coche, marcó su carácter y personalidad, que han limado y moldeado a Barco hasta convertirlo en el jugador que es ahora, alguien a quien el vacío no le da miedo alguno, un lateral que se siente mediapunta y que usa el juego como le da la gana.
Creatividad y pasión a partes iguales
Òscar Hernández, que fue el técnico de Barco en Argentina Sub-20, cuenta a Relevo que el futbolista argentino es de los muy buenos. "La diferencia entre un buen jugador y uno muy bueno es que el primero recibe, piensa y ejecuta. El segundo antes de recibir ya ha anticipado, y va inventando soluciones a medida que avanza la jugada. Barco es de esos". El futbolista de Boca se formó siendo lateral, pero con el primer equipo ha venido jugando de interior en un 4-3-3 o de volante en un 4-4-2, adelantando a Fabra, el lateral del equipo. Desde esa zona, su creatividad marca la diferencia.
Barco es un futbolista zurdo, muy creativo, de gambeta y paredes, de integrar a sus compañeros en sus aventuras futbolísticas. Posee regate, desborde en parado, una gran arrancada, una concepción del juego privilegiada que le permite iniciar abierto pero terminar jugando como un mediocentro, y una zurda prodigiosa capaz de activar a los alejados desde cualquier altura o zona. Si alguien pregunta de qué juega Barco, la respuesta más ardiente sería que a lo que pida la jugada. Barco es fútbol. Y del muy bueno.
"Es un futbolista muy polivalente. El que mejor entiende el juego; sabe cuándo hay que ir en largo o en corto, cuándo dar amplitud o meterse por dentro... Es completísimo", explica Hernández. No extraña su juego cuando se entiende que Marcelo es uno de sus ídolos, algo que contó en el Diario Olé en 2018, cuando solo tenía 14 años. En la final de la Libertadores, ambos jugadores coincidirán por primera vez sobre el verde.
Una de las claves del fútbol de Valentín Barco la da Òscar Hernández al apuntar que el futbolista no necesita fabricarse un espacio para maniobrar. "Barco se encuentra cómodo en el espacio, sea el que sea, tiene la habilidad para jugar y dar continuidad a las jugadas más allá de las zonas en las que pueda recibir." Técnicamente, el Colo Barco es un futbolista con infinidad de trucos para ganar espacio o metros: pisadas, caños, ruletas, elásticas, fintas. Empezó de lateral, quizás, para camuflar que en realidad es un mediapunta, y que como la gente dice que ya no quedan mediapuntas y es la era de los laterales, probó suerte en una demarcación que no hace justicia a sus enormes posibilidades.
Barco es como contar con un traje y un chándal a la vez: te vale para todo dependiendo de la ocasión. En la acción adjuntada, el jugador de Boca recibe en zonas centrales, pero más adelantado, y con un primer control sutil logra poder transformar una recepción anodina en una potencial ocasión. Físicamente, Barco es potente, con un tren inferior que le permite aguantar el choque de jugadores más fuertes y corpulentos, y una buena punta de velocidad para acompañar su abarrotada imaginación.
A sus 19 años, la Libertadores se le está quedando pequeña. "Tiene muchísima personalidad, es de esos jugadores que no se arruga nunca ante nada, que compite ante cualquier escenario", explica Òscar Hernández. Sus números apuntan a un futbolista global, uno que domina todos los registros: gana 4 faltas por partido, más de 2,3 regates completados, gana 3,3 presiones por cada 90 minutos y suma 0,14 asistencias esperadas. Si esto fuese baloncesto, se diría que Barco es un two way player capaz de incidir en ambos lados de la pista al máximo nivel. En el fútbol esto es mucho más complejo.
Un pasador de enormes posibilidades
Uno de los grandes atributos de Barco es su pase, faceta que eleva su techo porque le convierte en un arma de destrucción masiva una vez recibe y puede levantar la cabeza. "Es de los mejores centradores que he visto. Cada centro suyo es medio gol, es una pasada", confirma Hernández. De su habilidad para conectar con los alejados y de encontrar a los rematadores nace una de sus virtudes que más dinero y atención generan.
Lo fascinante del pase adjuntado es que es el pase el que inicia el desmarque y no al revés como suele ser habitual. Él, que está lejos de la portería y no ve ningún movimiento al espacio, intuye que ahí es donde está la ventaja. Levanta la cabeza y su zurda hace el resto. En un equipo que tenga la pelota, que busque ser proactivo y relacionarse en corto sin dejar de ser profundo, Valentín Barco es una bendición tremenda.
La cláusula de rescisión de Barco es de tan solo 10 millones de dólares (unos 9,3 millones de euros), un precio muy jugoso para un futbolista de su potencial y nivel actual. Equipos como el Brighton, que es experto en captar talento joven, o el Manchester City ya han preguntado por él de forma intensa. Ambos conjuntos tienen en común su apuesta por un fútbol en el que los laterales son protagonistas, y ambos técnicos llevan al futbolista joven a otro nivel.
De hacer 400 kilómetros tres días a la semana en busca de un sueño a enfrentarse su ídolo en el partido más grande de su corta trayectoria. La vida son contrastes y en pocos jugadores brillan más y tienen un poder más revelador que en Valentín Barco.