COPA LIBERTADORES

Violencia, balas de goma y gases lacrimógenos en la playa: la final de la Libertadores se hunde en el caos

Crece la tensión en Río de Janeiro a la espera de la llegada de la barra de Boca.

Aficionados de Boca Juniors en la playa de Copacabana antes de ser emboscados por seguidores de Fluminense./EFE
Aficionados de Boca Juniors en la playa de Copacabana antes de ser emboscados por seguidores de Fluminense. EFE
Sebastián Fest

Sebastián Fest

Mientras el Papa Francisco confiesa que entre Maradona y Messi se queda con Pelé, la final de la Copa Libertadores de este sábado se desliza hacia el escándalo en medio de la violencia entre las aficiones de Fluminense y Boca en las playas de Río de Janeiro.

Si el jueves discurrió entre gases lacrimógenos y balas de goma por parte de la Policía Militar de Río, que detuvo a varios argentinos en la playa de Copacabana, el viernes creció la tensión a la espera de la llegada de la "barra brava" de Boca.

La amenaza llegó de forma directa de los labios de Marcelo Aravena, uno de los jefes de la "barra brava" del club argentino, que busca ganar su séptima Copa Libertadores.

"La barra de Flu está obligada a pelear con la de Boca cuando lleguemos, que nos esperen. Vamos a estar nosotros tres adelante", amenazó Aravena, que con "nosotros tres" se refería a él y a Rafael Di Zeo y Mauro Martín, los otros dos jefes del grupo violento que tanto poder tiene dentro de Boca.

"Que los de Fluminense nos vengan a buscar. Cuando lleguemos, que vengan… Están obligados a pelear con la barra de Boca. Barra con barra, que no peleen con la gente. Que peleen con la barra de Boca", añadió el jefe del grupo violento.

Aravena, Di Zeo y Martín deberían llegar este sábado a Río en un vuelo chárter. Los "barras" argentinos siempre encuentran cómo viajar a los sitios más lejanos y caros del mundo. Financiación y apoyo político nunca les faltan.

"Estamos preparados", aseguró este viernes la Policía Militar carioca mientras medios argentinos especulan con la posibilidad de que la final se suspendiera. Antecedentes hay, la final de 2018 entre River y Boca que terminó jugándose en el Santiago Bernabéu.

Tras una interminable tarde de violencia en la playa, que se desató a partir de una emboscada de hinchas del Fluminense a hinchas de Boca, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) reaccionó en la noche del jueves con un comunicado: "La Conmebol hace un llamado a los hinchas de Boca y Fluminense a compartir todos juntos los momentos de alegría y celebración que nos dan nuestro fútbol. Los valores del deporte que más nos apasiona deben ser inspiradores de conductas de paz y armonía. Por eso, repudiamos los actos de violencia y racismo que se puedan producir en el marco de esta final".

Lo que se está viviendo en estos días en Río es muy diferente a lo que sucedió nueve años atrás, durante el Mundial de Brasil 2014. Aquella vez, y por semanas, miles y miles de argentinos cantaron el pegadizo "Brasil decime qué se siente" día tras día y hasta altas horas de la madrugada. La convivencia entre las aficiones de ambos países fue buena y no hubo incidentes de gravedad.

Esta vez, en cambio, la llegada masiva de hinchas de Boca -se habla de más de 70.000, muchos de ellos sin entradas- desbordó las previsiones de los brasileños y de la propia Conmebol de cara a la final en el Maracaná.

El "Fan Zone", ubicado en la misma zona en la que se situó el del Mundial, se quedó pequeño de inmediato, y muchos aficionados del "Flu" lo querían en exclusividad, ya que está emplazado en una zona de la playa que es un punto de reunión habitual para ellos.

La Conmebol no parece haber tenido en cuenta ese importante detalle, ni tampoco que los aficionados que visitan un Mundial y los que siguen a sus clubes en una final son de naturaleza diferente y que las pasiones que se despiertan son mucho mayores. Que el "Fan Zone" en Copacabana fuera una buena idea en el Mundial no quiere decir necesariamente que lo fuera para la final de la Libertadores.

Se temió por la posibilidad de jugar a puerta cerrada la final. Los dos equipos fueron citados por la CONMEBOL para celebrar una reunión en la que analizar lo que estaba sucediendo y contemplar las posibilidades, entre las que se encontraba no permitir la entrada de fans a Maracana. Finalmente, la organización publicaba un vídeo en el que los presidentes de ambos equipos, Jorge Amor Ameal (Boca) y Mario Bittencourt (Fluminense), aseguraban que se jugaría a puerta abierta y llamaba a la paz entre aficionados.

"Estoy indignado por la brutalidad y el accionar irracional de la Policía, lanzando gases lacrimógenos en la playa. Acá las leyes son muy rigurosas, pero nada justifica una represión policial de estas características en el marco de lo que es la pasión del fútbol para ver la final del sábado. De repente, al desplegar su parcialidad como hinchas de Boca se encuentran con una reacción de los hinchas de Fluminense y represión de la policía", se quejó el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli.

"Pido que la Conmebol intervenga. Mi preocupación es que en horas llegan los barras y las autoridades correspondientes tienen que dar instrucciones bien específicas", añadió el embajador, mientras la Conmebol iniciaba el viernes con una reunión de urgencia para analizar la situación.