La cruel realidad de quien convive con la discriminación en el deporte: "No sé identificar cuándo sufro machismo, racismo o clasismo"
Ana Cristina Maye, de la Federación de Fútbol de Guinea Ecuatorial y FIFA Guardian, relata su historia en las jornadas de inclusión social de Fundación "la Caixa".
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El género, el color de piel, la orientación sexual... El deporte, como fiel reflejo de la vida misma, no solo es una sucesión de retos, exigencias y competiciones. También es refugio de comportamientos discriminatorios que añaden peso al camino de los que conviven en él. Los y las deportistas. Con un especial foco en ellas, que se enfrentan al 'pero' por, simplemente, ser mujeres. Una situación contra la que hay que luchar y que ha sido objeto de reflexión en el ciclo de conferencias "El potencial del deporte como herramienta de inclusión social", que ha reunido a algunas voces clave en la lucha por un deporte más inclusivo en el Palau Macaya de la Fundación "la Caixa', Centro Internacional de Ciencias Humanas y Sociales auspiciado por la UNESCO.
Una de las historias más impactantes ha sido la de Ana Cristina Maye, actual coordinadora general de la Federación de Fútbol de Guinea Ecuatorial y FIFA Guardian. La exjugadora descubrió a los pocos años de empezar en el deporte que ella y sus amigas se enfrentaban a un adversario invisible en el campo: el machismo. Una barrera difícil de sortear que le hizo sufrir lamentables episodios en el verde.
"Una vez anduvimos 32 kilómetros para enfrentarnos a un equipo de otra ciudad. Nos separaron porque decían que los chicos tenían que competir en ligas más profesionalizadas. Me enfadé tanto que dije: 'No vuelvo a tocar un balón'", contó durante uno de los debates de las conferencias organizadas por Fundación "la Caixa" en la previa del Día de la Cero Discriminación (1 de marzo).
La coordinadora general de la Federación de Fútbol de Guinea Ecuatorial reflexionó sobre la discriminación en el deporte junto a Paola Manjón, jugadora de baloncesto y ganadora de una medalla de oro con la selección española en los Special Olympics World Games de 2023, y Hollie Varney, directora de operaciones de Kick It Out, la organización que hace ya más de 30 años que trabaja con futbolistas, clubes y aficionados para erradicar la discriminación en el fútbol inglés.
“Llega un momento en el que la costa es tan dura que ya no duele”
Su relato fue duro. Porque Maye no solo tuvo que enfrentarse al machismo que le impedía jugar al fútbol en igualdad de condiciones que otros futbolistas en su país. La guinea-ecuatoriana dio un paso al frente, con un fiel compromiso por acabar con este tipo de situaciones, y pasó a actuar desde los despachos. Pese a las dificultades.
"Revertir la inercia masculina es muy complicado", defendió Alejandra Domínguez, directora del Women's Sports Institute, en una charla sobre el impacto ético y social del deporte celebrada en el mismo marco y con el respaldo de Fundación "la caixa". "Hay que valorar en su justa medida a las mujeres que están en el mundo de la gestión y la dirección deportiva porque tienen un mérito tremendo", especificó.
Maye no se ha librado de esta injusta carga. Desde que asumiera la coordinación general de la Federación de Fútbol de Guinea Ecuatorial no han sido pocas las miradas que le han perseguido. "No sé identificar cuándo estoy sufriendo machismo, racismo o clasismo. Vivo en una interseccionalidad constante", aseguró, antes de remarcar: "Llega un momento en que la costra se hace tan dura que ya no duele".
“La jefa soy yo”
Maye ha vivido en más de una ocasión cómo es ignorada la autoridad que ostenta. "¿Dónde está tu jefe?", le han preguntado innumerables veces. "La jefa soy yo", responde siempre con la misma calma. Incluso hubo un día en que asumieron que el utillero que la acompañaba —el encargado del material deportivo— tenía la última palabra antes que ella.
Situaciones como esta no son anecdóticas. Para muchas mujeres en el deporte, ocupar un puesto de liderazgo significa convivir con la sensación de que deben demostrar su valía una y otra vez, una presión constante que a menudo se traduce en lo que se conoce como el síndrome del impostor. "Parece que nuestro territorio negociado es el doméstico. Así que tienes que combatir la culpa porque estás en un sitio o en otro y es muy difícil dar la talla en los dos", admite Alejandra Domínguez.
“¿Por qué nuestros currículums no llegan a los despachos?”
La sensación de no estar nunca lo suficientemente preparadas no es solo una cuestión de falta de capacidad, sino de un sistema hipermasculinizado que las pone a prueba a diario. "Nos están diciendo que no valemos para esto, así que, si me equivoco, no me van a enseñar, me van a eliminar", reflexiona Maye. "No queremos ocupar puestos por cortesía ni para cumplir cuotas. Nos los merecemos, estamos cualificadas". Y lanza una pregunta que nos alarma sobre todo por lo que hay que luchar: "¿Por qué nuestros currículums no llegan a los despachos?".
Ante todo esto, los expertos piden denunciar y seguir concienciando para luchar contra todo tipo de discriminaciones. Un objetivo que coge fuerza en el marco del deporte, entendido como esa herramienta de cambio social. "Además de ser una poderosa herramienta para acercarnos a la anhelada igualdad, el deporte abre también una amplia ventana a la diversidad, la inclusión y la integración. Para mí ha sido una salvación", dice Paola Manjón, jugadora de baloncesto y ganadora de una medalla de oro con la selección española en los Special Olympics World Games de 2023.
Si bien es cierto que el deporte está avanzando a pasos agigantados hacia un futuro más inclusivo, la igualdad de recursos y los estigmas sociales siguen presentes. "Cuando deje de ser noticia que una mujer arbitra un partido [refiriéndose a Stéphanie Frappart], empezaré a relajarme de nuevo", sentenció Maye.