50 años del primer fichaje que el Real Madrid 'robó' al Bayern: maoísta, subversivo, icono pop y el primer 'todocampista' del fútbol europeo
Paul Breitner llegó de la mano de Bernabéu en 1974, ganó dos Ligas y tras un tercer año regresó a Alemania porque en España no encontraba inquietudes sociales.
Paul Breitner. Excelente futbolista. Apasionante ser humano, lateral zurdo por descarte. Porque, todavía en edad juvenil, el entrenador de turno no tenía otro que poner en esa entonces infravalorada posición y le puso a él. No dudó. Jugaba bien de todo y hasta marcaba goles con la frecuencia de un delantero. Con el '3' a la espalda, a los 23 años, ya había ganado todo lo que se podía ganar en la élite: la Eurocopa y el Mundial (1972 y 1974) con su selección, tres Bundesligas y la primera Copa de Europa con Bayern Múnich (1974), su club del alma, al que dejó plantado para fichar por el Real Madrid y convertirse ya en uno de los primeros todocampistas de la historia del balompié mundial.
Su fama y puesta en escena no se limitaban a las medidas de un campo de fútbol. Sus planteamientos personales, políticos y sociales, sus ideas, no correspondían a la época en la que vivía, la década de los 70, pero tampoco se reflejaba en la vida diaria que llevaba como estrella del fútbol más que acomodada económicamente. Paul siempre luchó por no ser un futbolista al uso. De hecho, no tenía ni que luchar. Le salía de dentro. Huía del arquetipo. Peleaba contra todos los cánones establecidos y por establecer. Leía a diario la doctrina de Mao Tse-Tung y se fotografiaba con su enorme figura detrás y el mismísimo libro rojo en su mano izquierda, acariciando con la derecha un perro mastodóntico.
Se escribió en 1973 en Alemania que la principal razón por la que se fue al Real Madrid fue porque el presidente de su club, Wilhelm Neudecker, le sancionó con una fuerte multa económica por bailar desnudo en una piscina para celebrar el título y su imagen, captada por un fotógrafo, fue publicada con el consiguiente revuelo nacional. Helmut Schoen, el seleccionador de entonces, le acusó directamente de pornografía. La respuesta del jugador fue rotunda: "En este maldito club no se puede siquiera celebrar adecuadamente".
El Abisinio contestatario
Se autodenominaba subversivo, comunista y contestario. Apoyaba las causas perdidas y, sobre todo, las reformas sociales. Estudiaba psicología, filosofía y pedagogía aplicada a las personas con minusvalía. Era un icono pop de barba, patillas, pelo afro [por ello le apodaron El Abisinio] y pantalones campana. En su primer año en el Real Madrid rodó un western en Almería titulado Potato Fritz!. Capaz de casarse con una camisa hawaiana y un pantalón de cuero y pasearse por las calles de Múnich al volante de su Maserati con un gran poster del Che Guevara en lugar preferente para que todo el mundo lo viera, renunció a disputar el Mundial 78, en Argentina, por estar el país en manos de la dictadura de Videla y pidió públicamente a su federación que, aunque participara en la competición, condenara públicamente el gobierno de los generales.

El Clásico de Europa, la eliminatoria Bayern-Real Madrid, que conocerá su 27 y 28 enfrentamiento oficial en el plazo de siete jornadas, nos viene acompañado de una fecha señalada. Se cumplen 50 años del fichaje de Paul Breitner por el Real Madrid. El primer jugador del Bayern que firmó por el club blanco y que abrió un camino de intercambio de camisetas entre amos clubes: Zé Roberto, Robben, Hamit Altintop, Kroos, Xabi Alonso y James Rodríguez.
Las fronteras en el fútbol español se habían abierto la temporada anterior, la 73-74, la previa al Mundial de Alemania que España no disputó por ser eliminada en un partido de desempate con Yugoslavia. Gol de Katalinski a Iribar. Gunter Netzer se convirtió en el primer futbolista alemán en vestirse de blanco. Su compañero 'extranjero' fue el argentino Pinino Más. Al año siguiente, con el Mundial ya bajo el brazo, aterrizó un segundo futbolista germano, Paul Breitner, que ocupó la plaza del argentino. El hasta entonces jugador del club alemán por excelencia, ya superior en esa época al Borussia Moenchengladbach, venía de ganar ya todo lo que se podía ganar, pero quiso correr una nueva aventura en todos los frentes de su vida, aunque reconoció públicamente años después que aterrizó en Barajas con ciertos resquemores porque en España mandaba la dictadura de Franco y sus planteamientos de vida eran exactamente los contrarios a los que se practicaban en nuestro país.
Mucha fábula y leyenda escrita entonces sobre su fichaje y su estancia en el fútbol español. El club blanco pagó 50 millones de pesetas al Bayern. No se entendió que, Santiago Bernabéu, con fama de hombre recto, metódico, conservador, incluso un tanto totalitario en algunos de sus principios, se dejara engatusar por la insistencia de su nuevo entrenador, el yugoslavo Miljan Miljanic, que tenía al futbolista en su disco duro desde su etapa de juvenil y desde que su selección se enfrentó a la germana en un campeonato Sub-19. Breitner acababa de estrenar la posición de lateral izquierdo y le marcó dos goles en cada partido. "Don Santiago, el jugador que quiero es un lateral alemán que se acaba de proclamar campeón de Europa y del mundo... pero yo le quiero para jugar de centrocampista al lado de Netzer", dijo.

Las manos derecha e izquierda del presidente, el gerente Antonio Calderón y el secretario general Agustín Dominguez, nunca entendieron tampoco cómo el 'jefe' afrontó y aceptó todo lo que significaba su fichaje. También las fuerzas vivas de la política española pusieron el grito en el cielo. A Breitner su fama le precedía. "Es un comunista declarado, se inspira en Mao, defiende la clases obreras, es ateo, tiene el pelo a lo afro, fuma en público y hace ostentación de sus recursos económicos, pero se proclama subversivo y contestario". Todo lo contrario de lo que Santiago Bernabéu pretendía de sus futbolistas, que la primera recomendación que recibían cuando firmaban contrato era pasar inadvertido en todas sus actividades fuera de los terrenos de juego.
"Admiro a Mao, leo a Marx y espero una derrota de los estadounidenses en Vietnam"
Sobre aquel Breitner de 23 años se sabía casi todo lo que se quería saber. Él era un libro abierto. No se escondía. La prensa alemana le tenía como gran referencia, tanto por su carrera futbolística como por su vida privada y sus atrevidas respuestas cuando era entrevistado: "Admiro a Mao, leo a Marx y espero una derrota de los estadounidenses en Vietnam". En sus tiempos de universitario, antes de comenzar a amasar marcos bajo la disciplina del Bayern y de la selección donde llamaba la atención su espíritu reivindicativo de cómo tenía que repartirse el dinero que cobraba la federación alemana en las grandes competiciones. Su particular forma de compaginar estatus traspasó fronteras. New York Times le reconocía como el nuevo 'héroe de la contracultura alemana' y contó que cuando compartía apartamento con su compañero Uli Hoeness intentó evitar el servicio militar y se escapó estando varios días desaparecido hasta que fue capturado y castigado con limpiar los baños del cuartel todos los fines de semana, por lo que se perdió varios partidos del Bayern.
Cuatro décadas después, a punto de cumplir los 60 años, Breitner, en Bild, periódico en el que llegó a colaborar asiduamente, con un alto nivel de audiencia, reconoció cómo fueron aquellos hechos de rebeldía militar. "Yo no entendía que tuviera que cumplir con el servicio militar, y una noche a las dos de la madrugada tocaron en la puerta de nuestro apartamento. Mientras Uli distraía a los militares en la puerta, yo me escapé por las calderas de carbón del sótano y allí estuve varias noches. Se comenzó a rumorear que se iban a hacer carteles de 'se busca' con mi nombre y podría ser arrestado por las calles y entonces ya me presenté en el cuartel". Su vida fue una contante pelea para compaginar sus ideas políticas y sociales con la vida de alto standing que llevaba por su profesión de futbolista.

En dos ocasiones he tenido a lo largo de mi carrera profesional la oportunidad de dialogar con Breitner, en ambas me cautivó por su cercanía y sencillez. En un español totalmente comprensible después de llevar entonces más diez años fuera de nuestro país, repasó sus tres temporadas en el fútbol con total sinceridad y una gran naturalidad. Rescato estos párrafos de las entrevistas publicadas en Marca. "No tengo el menor recato en reconocer que en Madrid, mi familia, mi mujer Hildegart, mis dos hijas Martina e Inés y mi hijo Max y yo vivimos los tres años más bonitos de nuestra vida. En las dos primeras temporadas ganamos dos Ligas y en la tercera nada fue igual, pero quizás la culpa fue mía por adelantar con tanto tiempo que no iba a seguir al año siguiente. Si el tercer año fue menos bueno, o malo, fue por mi culpa, porque decidí y anuncié muy pronto, en octubre o noviembre, que iba a dejar el club. Quizá me precipité ya no fue todo igual".
Se marchó del Real Madrid... «porque vivía demasiado bien»
Menos inteligible es entender las razones por las que quiso dejar el club y el país. "Al finalizar el segundo año, Agustín Domínguez me puso un contrato de renovación sobre la mesa, dos o tres años más, lo que yo quisiera. Yo ya sabía lo que quería hacer y le dije a Agustín que no tuviera prisa, que quedaba un año y que esperáramos que Don Santiago volviera del verano en Santa Pola y ya hablaríamos. Me dijeron que si era un problema de dinero que me daban un folio en blanco para firmar y que pusiera la cantidad... No era eso. No firmé nada. Me quería ir del Madrid y de España porque vivía demasiado bien... Había vivido como nunca, pero me faltaba actividad. Jugaba menos partidos que en el Bayern, nos entrenábamos por la mañana y el resto del día iba a buscar a las niñas al colegio y lo tenía libre. Me faltaba actividad, compromisos sociales. No tenía negocios, obligaciones... En Alemania ya estaba comprometido con muchas causas y en España no. Era un extranjero, el primer año todavía estaba Franco. Solo pensaba en pasar las horas libres divirtiéndome y eso no lo podía soportar".
La decisión de marcharse, de no renovar era una consecuencia de su lucha interior entre sus ideas y su forma de vivir. "Los dos primeros años aprendí el idioma y pensé que la mejor forma de hacerlo era estando todo el día en la calle, pero todo se acababa. Iba a la piscina, al parque de atracciones, a cenar a restaurantes, algún día con los compañeros a Cerebro, que era la discoteca de moda. Era todo los días lo mismo y eso para dos años estaba bien, pero para siete u ocho... no. Yo quería acción, negocios, tener las 24 horas ocupadas. Estudiar, aprender... Esa es la razón por la que me fui, porque vivía demasiado bien. Toto lo que se dijo sobre que no estaba contento con el club porque me decían cómo tenía que comportarme, si me tenía que cortar el pelo o la barba, es mentira. Ni Don Santiago, el único sabio que he conocido en mi vida, ni nadie me dijo nunca lo que tenía qué hacer o cómo tenía que comportarme. Siempre le guardaré en mi recuerdo. Es uno de los grandes hombres que he conocido en mi vida y yo me he movido mucho y he conocido a mucha gente".
Aunque Paul reconoció no saberlo con exactitud, lo que sí parece que molestó al club en su momento fue que, públicamente, Breitner expusiera su respaldo y apoyo a los empleados de Standard Eléctrica en su convocatoria de huelga y su contribución económica, con medio millón de pesetas. La realidad: que no fue el único jugador de la plantilla blanca que ayudó financieramente a los trabajadores de dicha empresa.
Vicente del Bosque compartió vestuario tres años con Paul Breitner. De 1974 a 1977. Sus recuerdos son inmejorables y quedó cautivado por la personalidad del alemán. "A todos nos llamó la atención al principio su aspecto físico. No podíamos estar al margen de todo lo que se decía y escribía entonces sobre él y sobre si a Don Santiago no le gustaba su pelo y su barba, pero nosotros no nos metíamos en eso para nada. Un día Miljanic nos dijo que iba a fichar un alemán para el centro del campo, para complementarse con Netzer. Pronto demostró ser un jugador de un gran carisma y una gran personalidad".
A Vicente le dejo impactado un detalle que tuvo el jugador con todos sus compañeros. "En la segunda temporada, sería la 75-76, nos tocó jugar contra el Bayern Múnich y el partido de vuelta lo disputamos en Baviera. El día anterior del partido, Paul nos invitó a toda la expedición, a todos, a su casa en las afueras. Fue muy emocionante. No creo que a ninguno de nosotros se nos hubiera ocurrido realizar un acto como ese. Todo fue muy protocolario, muy formal, pero entrañable, como era él con nosotros, al menos. Nos agasajó de una forma extraordinaria. Al finalizar tomó la palabra y se dirigió a todos nosotros, incluido a Don Santiago Bernabéu, que estaba allí presente como uno más. El presidente le contestó de manera muy cariñosa también porque él también estaba sorprendido de cómo había sido el acto. No fue algo improvisado, todo lo contrario. Lo había preparado y medido al detalle. Nosotros no hubiéramos tenido esa visión de la jugada en ese momento. Se notaba que estaba agradecido por cómo nos estábamos portando con él en el club".
Al día siguiente, durante el partido, sin embargo, cada vez que Breitner tocaba el balón, era abucheado por su exaficionados. Era su primer partido contra el Bayern y no le perdonaban su marcha. También Netzer fue silbado cada vez que entraba en acción. En su caso porque antes de fichar por el Real Madrid había pertenecido al Borrussia Moenchengladbach, el gran rival de los bávaros a nivel doméstico en aquella época. Se jugaban las semifinales de la Copa de Europa. Partido de vuelta tras el 1-1 del Bernabéu con agresión al árbitro, Linnemayer, incluida. Los bávaros se clasificaron para la final con dos goles de Gerd Muller.
"Breitner se adaptó muy bien. Tenía mucha fuerza, buena técnica. Tenía un muy buen uno contra uno con regates fáciles, pero seguros. Dirigía al equipo. Tenía mucha personalidad. Carácter. Era mandón..."
Sobre el Breitner futbolista, Del Bosque mantiene una altísima estima. "Nosotros teníamos la imagen del Breitner con el número '3' de la selección alemana, pero él era un centrocampista puro. Ya lo era antes de que aquí, oficialmente, ya jugara en el centro del campo. Creo que nunca le vi de lateral, ni un día por una necesidad. Era muy disciplinado, muy formal. Con Miljanic se entrenaba bien y mucho. Era muy exigente. Tenía su método de entrenamiento por repeticiones, pero se trabajaba. No era media hora y para casa. Breitner se adaptó muy bien. Tenía mucha fuerza, buena técnica. Tenía un muy buen uno contra uno con regates fáciles, pero seguros. Dirigía al equipo. Tenía mucha personalidad. Carácter. Era mandón. Yo, la verdad, es que jugué mucho con él y con Netzer. Normalmente podía haber un cuarto centrocampista: Pirri, Velázquez o Grosso, que todavía estaba ese primer año. Ganamos las dos primeras Ligas nada más llegar él. Su presencia la recuerdo como una buena experiencia. Aquella plantilla, creo que como todas, tenía la costumbre de tratar bien a todo el que llegaba, darle cariño y más si era de fuera, que parecía estar más solo, aunque se comportaba ya como lo que era: un jugador consagrado. ¿Que cómo me entendía con ellos? En el Real Madrid la barrera del idioma nunca fue un problema. Estábamos acostumbrados a tener jugadores de fuera y además creo que tanto Gunter como Paul comenzaron a hablar español bastante pronto. El fútbol, además es universal". Con ese mismo lenguaje, el de la pelota, Breitner jugó en el Madrid 100 partidos entre todas las competiciones, marcó 10 goles y sumó a su palmarés dos Ligas y una Copa.