SELECCIÓN

El destierro de Jorge Vilda: cómo pasar de ganar el Mundial a ser feliz por ganar a Namibia

En apenas unas semanas, el técnico madrileño tocó el cielo y bajó a los infiernos.

Jorge Vilda durante la recepción de Pedro Sánchez a las campeonas del mundo. /Getty
Jorge Vilda durante la recepción de Pedro Sánchez a las campeonas del mundo. Getty
Sandra Riquelme

Sandra Riquelme

"Pff, a ver ahora quién le echa...", se escuchaba en algunos corrillos unas horas después de ganar el primer Mundial femenino en la historia del fútbol español. "Pues tan malo no sería...", se discutía en otros. Tanto unos como otros se referían a Jorge Vilda. Los primeros sentían que el título se había conquistado "a pesar de", mientras que los segundos entonaban un orgulloso "gracias a".

Porque repasando los protagonistas del año, el nombre de Jorge Vilda resuena en la mente de propios y extraños. Durante el 2023, el nombre del exseleccionador nacional fue sinónimo de división. Entre las futbolistas, entre los aficionados, entre los periodistas, etc. Los que estaban a favor de su continuidad en el cargo y los que defendían que en la Selección urgía un cambio.

Lo cierto es que pasó lo que nadie se esperaba: Jorge Vilda acabó ganando un Mundial (los éxitos que le exigían los segundos) y le acabaron echando (en contra de la continuidad que defendían los primeros). Un título Mundial, los aplausos al "falso feminismo" de Luis Rubiales, un aumento de sueldo fallido, un "cese injustificado" y un fichaje -con una curiosa intrahistoria- por Marruecos, la selección número 60 del ránking FIFA.

En estas líneas, el relato de un caso inédito en el fútbol mundial: cómo pasar de ganar un Mundial a ser feliz por ganar a Namibia. De un campeón del mundo que conquistó la cima del fútbol y, unos días después, era desterrado, privado de cualquier reconocimiento individual y apartado de la élite.

Los meses previos al Mundial y 'Las 15'

Los meses previos al Mundial fueron raros. Por eso, ganar el torneo se antojaba un milagro. El conflicto de 'Las 15' dinamitó la Selección. Entre otros motivos, la continuidad del seleccionador nacional dividió al vestuario y fue el germen de aquel movimiento. Desde aquella fatídica concentración de septiembre del 2022 nada volvió a ser como antes.

Había dos bandos: los que defendían, o al menos se preocupaban por entender a 'Las 15', y los que las tildaron de "niñatas" y "caprichosas", que se convirtieron en los aliados y defensores de Jorge Vilda. Una guerra que se alargó hasta el Mundial. Cuando la Selección ganaba, las responsables eran las futbolistas y cuando ocurría lo contrario, el culpable era Vilda, y viceversa y siempre depende de a quien decidieses creer.

'Las 15' se sentían frustradas y defendían que el mensaje del seleccionador nacional no llegaba, tampoco sus métodos. Fueron meses de idas y venidas, de muchas caras nuevas en las convocatorias y de una máxima que tanto Luis Rubiales -que protegió hasta el final al seleccionador- como Jorge Vilda repitieron hasta la saciedad: sólo vestirán la camiseta de la Selección las futbolistas que de verdad la sientan. Y crearon la que se tildó como la 'nueva España'. Ante la proximidad del Mundial y las promesas de la RFEF, algunas de 'Las 15' volvieron a la Selección, otras se quedaron fuera -por decisión de Jorge Vilda y otras se mantuvieron firmes en su decisión inicial.

Las 23 convocadas para ir al Mundial se tatuaron la palabra 'equipo' en su mente y protagonizaron el capítulo más exitoso en la historia del fútbol femenino español. Si bien es cierto que Jorge Vilda fue uno de los culpables del éxito, también lo es que la sensación -con el paso del tiempo y con las declaraciones de sus protagonistas- de la autogestión de las futbolistas jugó un papel muy importante. La relación entre el seleccionador nacional y gran parte del vestuario nunca fue sana y algunos todavía siguen sin saber cómo aquel equipo llegó a conquistar el título.

Los aplausos al «falso feminismo» y unas disculpas a medias

Jorge Vilda se erigió como uno de los grandes protegidos de Luis Rubiales. Basta con ver -o mejor no- la celebración del Mundial, en la que ambos se abrazaron. A él le dedicó uno de sus gestos más polémicos al tocarse los genitales desde el palco del Accor Stadium, en Sidney. Así lo admitió el ya expresidente de la RFEF en su surrealista discurso del 25 de agosto. 

"Pero fíjate, me emocioné muchísimo, mucho, hasta el punto de perder el control y llevarme las manos ahí en el momento en el que nada más ganar el Mundial tu primera reacción fue girarte al palco y dedicármelo. Me hiciste así [recrea el gesto] varias veces, yo también te dije 'no, no, tú, tú, tú', y en ese momento te hice esas señales 'ole tus… ole tus huevos' con perdón", le dijo mirándole.

Ese día, el 25 de agosto, la amistad entre ambos alcanzó su punto álgido. Aquella mañana, en la que el 99,9% pensaba que Rubiales iba a dimitir, el expresidente de la RFEF acabó subiéndole el sueldo a Vilda: "Por eso quiero hacer un anuncio aquí que tú no sabes. Y perdóname, Jorge. He activado los mecanismos para que Andreu comience una negociación contigo en la que te invito a que te quedes con nosotros cobrando medio millón de euros al año [aplausos]. Te lo mereces".

Y, por supuesto, Jorge Vilda fue una de las personas que aplaudió el discurso de Luis Rubiales. Aquel del "pues les voy a decir algo: ¡No voy a dimitir! ¡No voy a dimitir! ¡No voy a dimitir! ¡No voy a dimitir! ¡No voy a dimitir!" y del "falso feminismo". Pocos días después, cuando ya se había anunciado su cese, Jorge Vilda concedió una entrevista a El Larguero.

Empezó disculpándose: "Quiero ser contundente: jamás, nunca aplaudiré nada machista. Jamás aplaudiré nada en contra del feminismo, entendiendo el feminismo como lucha por la igualdad y la equidad". Para acabar diciendo que era "difícil ser el único de los 150 ó 140 que estábamos allí y no aplaudir. Cuando salí, sí me quedé un poco extrañado y pensé que no debí aplaudir". También tildó su cese de "injusto", dijo que iba a luchar hasta el final por su finiquito y que se lo comunicó Pedro Rocha y la vicepresidenta de Igualdad. "La explicación es que son cambios estructurales", detalló.

Un caso inédito en el fútbol

Tras esos días, Jorge Vilda desapareció del mapa. Y cuando volvió a aparecer fue para anunciar su fichaje como seleccionador de Marruecos, con contratazo de por medio y cierta polémica después de que se informara que Lluís Cortés había renunciado a trabajar con él por su implicación en el Caso Rubiales. Todo ello en un país en el que su implicación como investigado por las presiones a Jenni Hermoso importaba poco o nada. "Sabe que aquí no es lo mismo", señalaron a Relevo periodistas marroquíes.

Con esto al margen, el técnico madrileño debutó ganándole por 0-2 a Namibia hace unos meses. Desde entonces, ha firmado tres victorias (dos ante Namibia y una ante Uganda) y un empate ante esta última selección. Sin embargo, y ya lejos de nuestras fronteras, el caso de Jorge Vilda tardará mucho tiempo en olvidarse.

Nunca antes un seleccionador nacional campeón del mundo había sido destituido después de tal hito. Tan sólo hay dos casos que entrenadores que abandonaron el equipo tras la conquista del Mundial. Sin embargo, y en ambas situaciones, tanto Tony DiCicco (1999) como Jill Ellis (2019) -los dos estadounidenses- se dieron un respiro y desaparecieron de los banquillos por un tiempo, pero siempre por voluntad propia.

Repasando la historia, y refiriéndonos al fútbol masculino, son seis los entrenadores que no continuaron al frente de sus selecciones tras ganar el Mundial: Juan López Fontana (Uruguay, 1950), Franz Beckenbauer (Alemania, 1990), Carlos Alberto Parreira (Brasil, 1994), Aimé Jacquet (Francia, 1998), Scolari (Brasil, 2002) y Marcelo Llippi (Italia, 2006). Sin embargo, ninguno de ellos fue sustituido.

Algunos se cambiaron de selección por decisión propia (Scolari pasó a ser el seleccionador de Portugal), otros ficharon por un club (Beckenbauer fichó por el Olympique de Marsella y Carlos Alberto Parreira se convirtió en el técnico del Valencia) y otros se tomaron un año sabático, como es el caso de Juan López Fontana, del que no se volvió a saber nada, Aimé Jacquet o Marcello Lippi, que se tomó un respiro y volvió a los banquillos al curso siguiente.

Vetado en los premios: no está ni nominado al The Best

Tan extremo es el caso de Jorge Vilda que al olvido deportivo también se le une el destierro mediático. Nunca antes un campeón del mundo no había sido reconocido en ninguno de los grandes premios del curso. En los premios de la UEFA, a pesar de no resultar ganador, sí que estuvo entre los nominados.

Pero fue un espejismo. El actual seleccionador de Marruecos no aparece en la terna de candidatos para alzarse con el The Best. Y eso que en sus bases reguladoras, FIFA hace especial hincapié en que se tendrá muy en cuenta lo conseguido en el pasado Mundial. Así, es la primera vez que el entrenador de la selección campeona del mundo no está entre los nominados.