El drama con los pisos en Ibiza se extiende al fútbol: tres mudanzas por año, "casas de Gran Hermano"...
La burbuja veraniega dispara los precios y condiciona a los clubes. Amadeo Salvo, presidente del Ibiza, reconoció estar "agotado" con el asunto.
![Amadeo Salvo, en una imagen de archivo. /UD IBIZA](http://s3.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202307/02/media/cortadas/amadeosalvo-RLRVG6wIcMLH1zeqqWsklII-1200x648@Relevo.jpg)
Ibiza es una en verano y otra cuando cae septiembre. La rutina del otoño y el invierno, cuando la isla recupera su esencia, desaparece por completo con los primeros rayos de sol. Entonces todo se multiplica: la agitación, el lujo, la gente… y los precios. Alquilar un piso entre mayo y octubre es casi prohibitivo. El problema, que Pedro Sánchez prometió convertir en una "causa nacional" hace escasas semanas tras anunciar la construcción de 532 viviendas públicas en el barrio de Can Escandell, también afecta al fútbol, a los jugadores y a todos los clubes de un territorio hecho a medida para la opulencia de sus visitantes durante cuatro meses.
A pesar de su dimensión (apenas 49.000 habitantes en temporada baja), en Ibiza abundan los proyectos deportivos. La UD Ibiza, propiedad del famoso empresario Amadeo Salvo, pasó en seis años de Regional a Segunda División; el CD Ibiza, rival del Betis esta temporada en la Copa del Rey, sueña con seguir su camino bajo el liderazgo de un holding de inversores españoles y chilenos; la Peña Deportiva, un clásico, se ha quedado a las puertas de subir a Primera Federación y quiere seguir creciendo. "Son muchos peces para poco pastel. Los equipos de Tercera, como la Penya Independent o el Portmany, también reclaman su espacio y sus ayudas. Esto no pasa en ningún otro lado", describe un agente conocedor de la situación. En pocos sitios, desde luego, se agolpan tantos conjuntos de cierto nivel en tan poco espacio. No hay campos suficientes para satisfacer a todos… y tampoco pisos, un rompecabezas que se extiende sin control a las islas vecinas.
"Cuando fiché por el Formentera empecé durmiendo en un hotel, pero después me llevaron a una casa a la que la gente le llama 'el Gran Hermano': dormíamos ocho tíos juntos en medio del campo", cuenta Álvaro Muñiz, autor del histórico gol que eliminó al Athletic de la Copa del Rey en San Mamés en 2017. Él conoce el asunto mejor que nadie: a los seis meses firmó por el Ibiza y se enfrentó a una situación similar. "Allí me fue un poco mejor. Me metieron en un piso compartido y tuvimos la casa todo el año, pero no es lo habitual. A muchos compañeros les vence el contrato a 30 de mayo y después tienen que buscarse la vida".
Ese es, precisamente, el gran problema para muchos futbolistas. El 'boom' de las vacaciones revienta las tarifas y los dueños no perdonan. "Cuando llega el 1 de junio, te echan. Y en cierta parte es normal: yo pagaba 900 euros al mes por mi piso y en verano lo alquilan a 3.500 la semana. Le sacan más rentabilidad en siete días que en los tres meses anteriores", relata otro jugador que continúa en un equipo de la isla y que prefiere no revelar su identidad. Cuando la competición continúa después de mayo, el revés es todavía mayor.
"A mí me pasó. Llegué al Ibiza en invierno, me quedé unas semanas en un piso compartido y después me alquilé uno para mí y para mi pareja. Cuando llegó junio nos obligaron a dejarlo… ¡y nos habíamos clasificado para el playoff de ascenso! A varios compañeros les pasó lo mismo y tuvimos que juntarnos en la casa de otros. Acabamos viviendo en el mismo piso Edu Oriol (ex de Barça o Zaragoza), Álex Sánchez, Álvaro Muñiz, Fernando Liñán, Diego Gregori, Abel López y yo durante varias semanas. Teníamos buena relación, pero cada uno quiere su independencia. En ese momento no quedaron más cojones", detalla entre risas el leonés Diego Bardanca, un trotamundos que pasó por Valladolid o Recreativo y que ahora compite en Indonesia.
![Álvaro Muñiz (izda.), Edu Oriol (centro) y Diego Bardanca (dcha.), durante su etapa en el Ibiza. CEDIDA](http://s2.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202307/02/media/cortadas/bardancamuniz-U34466341472mxO-624x385@Relevo.jpg?cw=780&ch=481)
Las dificultades con la vivienda a veces ni siquiera entienden de clases. Tampoco para el UD Ibiza, un club que ha competido las dos últimas campañas en LaLiga, resulta sencillo acoplar a sus jugadores y a sus entrenadores, que en ocasiones aguantan largas temporadas en hoteles hasta encontrar destino. Amadeo Salvo, su dueño, reconoció estar "agotado con eso" en la presentación del técnico Javier Baraja el pasado verano. Faltan pisos y cuestan mucho… y ese gasto, aunque parezca baladí para un club con un presupuesto de 9,5 millones en la 21-22, también repercute incluso en su tope salarial.
José Antonio Soler, este curso en el Alcoyano y antes en el CD, reconoce que el asunto "es lo más complicado de jugar en la isla". "Es encantadora y se vive muy bien, pero la temporada pasada tuve que hacer tres mudanzas y en cierta manera te afecta", reconoce. Su exconjunto, que este curso se cargó al Eibar en la Copa y plantó cara a los de Pellegrini en dieciseisavos, disponía esta temporada de 14 viviendas para repartir entre una plantilla de 23 jugadores más staff. "Yo, por contrato, tenía casa individual, pero los turistas pagaban 4.000 euros a la semana por el piso en el que iba a vivir. Hasta principios de noviembre no me lo pudieron dar. A un compañero le ofrecieron la posibilidad de compartir piso o de buscarse una casa individual, para la que te dan una ayuda, y decidió la segunda opción. Al poco tiempo ya se dio cuenta de que era inasumible", narra Juan Antonio Sánchez, delantero del equipo.
"Ponerte a buscar piso por tu cuenta es completamente imposible", apoya Alberto González, capitán del Real Murcia y ex de la Peña Deportiva. "Este club te pone piso desde que llegas hasta que te vas, pero hasta octubre suelen ser viviendas compartidas para tres jugadores. Si tienes novia o mujer es más complicado… porque te acabas metiendo seis personas en una casa". Es un lastre para ellos y para las entidades, que destinan una parte importante de sus presupuestos a satisfacer una necesidad básica. Y, por supuesto, no es sólo un tema del fútbol. "Nosotros nos gastamos 70.000 euros solamente en pisos. La diferencia de precios se nota a la hora de invertir en jugadores de calidad. Estamos en desventaja con la península", denunció Jesús Prieto, presidente del Handbol Club Eivissa, en declaraciones a El Periódico.
La tendencia no tiene pinta de aminorar. Ibiza se ha convertido en el tercer destino más caro del Mediterráneo por detrás de Capri y St. Tropez, y Santa Eulària des Riu, una de sus zonas más pobladas, en el municipio de España con el precio de los pisos más caros. El drama continuará… hasta que las luces del verano vuelvan a apagarse y, para algunos como Muñiz, regrese el aburrimiento: "Ahora se ve todo muy negro y masificado, pero después la isla se queda vacía. En Formentera me puse a estudiar inglés e italiano porque no había nada que hacer. Imagínate...".