El engaño detrás del éxito en los Goya de 'Días de fútbol', 20 años después: "Fue deprimente…"
Relevo habla con el director David Serrano, el actor Luis Bermejo y el entrenador 'fichado' para obrar el milagro en una película que dejó infinidad de anécdotas.

"Y esto, ¿por qué ahora?", se interesa David Serrano (Madrid, 1975) mientras estrecha la mano. A nuestro encuentro, en la céntrica plaza de Callao, se presenta apresurado por una agenda colmada de reuniones y funciones. Ser el hombre que está detrás de los grandes éxitos del teatro musical en España posee estos efectos secundarios. Su energía la tiene ahora depositada en The Book of Mormon, obra de la que es adaptador y director y que está triunfando en el Teatro Calderón. Quizá, citarle en medio de esta vorágine para hablar del pasado le desconcierta más. Pero con 'Días de fútbol', la ópera prima que estrenó en 2003 y que estuvo nominada a cinco premios Goya hace exactamente 20 años, le sucede con frecuencia: no puede dejarla atrás porque alguien siempre se la pone delante. En este caso, el aniversario de su éxito y la celebración esta noche de los premios de la Academia sirven de coartada perfecta para la cita.

"En una época en la que todo pasa tan rápido, donde no nos acordamos casi ni de lo que acabamos de ver, da mucha alegría que se siga recordando la película. Lo más bonito es eso. También me produce muchísima sorpresa. Hay gente de treinta años que la ve y se declara fan. Gente de veintitantos... Eso es rarísimo. Jamás me hubiera planteado que perdurara tanto", reconoce Serrano, director y guionista de la que es, según los registros oficiales, la quinta comedia más vista en la historia de nuestro cine, con casi tres millones de espectadores (2.780.000).
El fútbol compone el nombre del film, pero éste no va de fútbol. Se utiliza como telón de fondo para tejer la historia porque pocas cosas como el balón para crear un vínculo entre personas y personajes, independientemente de la clase, el trabajo que desempeñen o la ideología que profesen. El deporte es un laboratorio social de primera categoría y el fútbol, el invento que mejor aglutina a una humanidad en miniatura. Sobre todo, si el campo es de tierra, las rodillas sangran y el aire huele a sábado por la mañana, liberación y panceta. Es en esas jornadas de ligas de barrio donde Serrano ambientó su primera aventura en la dirección, en la que dibujó a siete treintañeros con la derrota como un reino del que escapar a través de la refundación del equipo de fútbol que crearon cuando eran adolescentes y el futuro les nombraba (escribir una sinopsis más extensa no merece la pena; desempolven la cinta).
Días de fútbol nació de un encargo, pero también de una casualidad: "El guion realmente me lo mandó Telecinco. Lo que pasa es que yo ya había empezado a crear una cosa parecida. Comencé a escribir una película de fútbol y, a las semanas, la cadena me llamó para que hiciera ¡una película de fútbol! Nadie se lo creía. 'Mira lo que estoy escribiendo'. Se lo enseñé y no daban crédito. Utilicé este deporte porque me pareció que era un buen sitio para unir a un grupo de amigos ya maduros. Porque al final el fútbol era la distancia. Ayuda a unir colegas que a lo mejor hace diez años que no se ven, se juntan un día y parece que no ha pasado el tiempo. Sí que me acuerdo que empecé a escribir con una imagen en la cabeza: un chico que recibe un balonazo en la cara. Le acababa de dejar la novia y según le dejaba recibía el golpazo. Luego el guion fue cambiando. Pero todo me surgió así".

La carrera de David Serrano, desde el aclamado guion de El otro lado de la cama hasta hoy, se ha articulado bajo una premisa que es casi una ley: a la hora de hacer una película, habla de lo que conoces. Consumidor y practicante futbolístico, su sueño de infancia residía más en la tribuna. Quizá porque atesoraba más ganas de contar que talento, quiso ser periodista deportivo. Por fortuna para el arte no fue ni plumilla ni jugador. Pero dentro permaneció la semilla de ese fútbol barrial y sin lujos, pendenciero y singular.
"Yo jugué mucho de pequeño, con poco acierto, pero me encantaba. Nunca tuve un equipo de barrio, eso no, pero sí que había jugado con mi tío. Algún sábado o domingo jugaba con él y sus amigos. Es decir, no era un tipo que no supiera cómo se jugaba ni cómo funciona un partido", afirma Serrano, que ambientó la película en La Elipa, barrio obrero de Madrid que mamó desde niño y que sigue anudado a él: "Mis abuelos son de allí. Nací muy cerca, al lado, en el Apóstol Santiago. Mi abuela todavía vive en La Elipa, que era donde yo jugaba al fútbol con mi tío. Conocía aquello perfectamente porque era mi niñez, mi preadolescencia. Por eso hablé mucho con los actores antes de empezar: no quería mirar al barrio con condescendencia. A veces, gente que no es de barrio hace películas de barrio y lo retrata como un sitio inhóspito, durísimo, en el que proliferan las cosas malas. Ni mucho menos".
A Serrano le tira el Atlético -el triunfo fácil se lleva mal con el cine-, pero para rodar esta comedia se convirtió en el Florentino Pérez coleccionista de galácticos. A partir de la columna vertebral del grupo Animalario, confeccionó un reparto bárbaro: Ernesto Alterio, Nathalie Poza, Alberto San Juan, Natalia Verbeke, Fernando Tejero, Pilar Castro, Roberto Álamo, María Esteve, Luis Bermejo, Secun de la Rosa, Lola Dueñas, Pere Ponce… "Yo les conocía a todos, hice una película con mis amigos. ¡Era la gente con la que yo salía de marcha! Les conocí cuando estudiaban en la escuela de Cristina Rota. Fui a ver una obra de Animalario y me enamoré de ellos. Así que a través de Coté Soler, actor y amigo mío, tuve mi primer contacto. Me fascinaron. Cuando pude hacer mi primera película, les llamé. Y me engañaron…", confiesa.
¿Por qué dices que los actores te engañaron?
Eran mis amigos pero desconocía si tenían cualidades para el fútbol o no. Les fui llamando a todos para preguntarles si sabían jugar porque iba a hacer una película sobre un grupo de colegas que jugaban. Y todos me dijeron que sí, que claro que sabían. ¡Creo que me dijo que sí hasta Alberto San Juan!
¿Tan negados eran?
Mira, en una primera versión ellos ganaban la liga del barrio. La idea era que cada vez que les iba mal en la vida, en el fútbol les iba mejor. Y quedamos a jugar en abril, mayo… Quedamos en La Chopera y... hostia. Fue deprimente (risas). Me dije: 'Tengo que cambiar el guion'. Estuvimos ensayando un mes. Ensayábamos de cuatro a siete de la tarde y de siete a nueve jugaban al fútbol. Teníamos como dos o tres horas de ensayo actoral y luego ensayo de fútbol. Les pusimos hasta un entrenador profesional.

Aquel míster fue Antonio José Royuela, cordobés, maestro de Educación Primaria y escritor. Como ven, el fútbol ha quedado erosionado por otros vientos, otras metas. Pero en la madrugada de los años 90 y en el amanecer de este siglo, la vida de Antonio tenía en la pelota un punto de apoyo. Defensa central de Tercera en equipos como el Lucena, el Priego o el Montilla (se llegó a enfrentar a Sergio González cuando éste jugaba en el Séneca), al colgar las botas decidió coger la pizarra y se sacó el título de entrenador. Dirigió en las categorías inferiores del Córdoba pero encauzó su vida hacia la Educación. El cordón umbilical que le unió con Días de Fútbol fue Fernando Tejero, ganador del único Goya de la película a Mejor Actor Revelación. Incluirle en el emocionado discurso que dio al recoger el Cabezón habla de su afinidad.
"Mi amistad con él no tiene nada que ver con un balón. Primero conocí a su hermana. Después, Fernando trabajó con sus padres en una pescadería y yo tuve que dejar el instituto porque mi padre enfermó y acabé en su frutería. Entonces, nos empezamos a ver en las lonjas. Poco a poco hicimos amistad y se creó el vínculo. Él enfocó su carrera en el cine y yo me presenté en Madrid a las Oposiciones para Maestro. No las aprobé pero sí entré en las listas de interinos. En esa etapa fue cuando estuvimos viviendo juntos. Estando como interino llegó lo de la película. Fernando me comentó que si quería que diera mi contacto a la productora, dije que sí y fue una experiencia sensacional, preciosa", apunta en conversación telefónica con Relevo.
"¡Parecía que no habían hecho deporte en su vida! Fueron muy sinceros conmigo. 'Prepárate, no te puedes hacer una idea de lo que tienes aquí delante', me dijeron cuando me conocieron"
Entrenador en 'Días de fútbol', maestro y escritorEl criterio del entrenador coincide con el ojo del director. Si Serrano califica el primer impacto como "deprimente", Antonio José lo clasifica en la carpeta de "desastre": "Esta gente es muy buena en su profesión, pero para el deporte en general... Yo les vi muy descoordinados. ¡Parecía que no habían hecho deporte en su vida! Quien tenía cierto nivel, que venía de vez en cuando con nosotros aunque no estaba en la peli, era Dani Martín, el cantante. Se notaba que había jugado al fútbol, había una diferencia abismal. El resto… ¡Empezando por el propio Fernando, que es la persona más alejada del mundo del deporte que te puedes echar a la cara! Ellos fueron muy sinceros conmigo. 'Prepárate, no te puedes hacer una idea de lo que tienes aquí delante', me dijeron el primer día".
Si visualizan a Antonio José en chándal, con silbato en el cuello y maneras soviéticas en los entrenamientos para convertir en tiempo récord a esos actores sin virtudes futbolísticas en la Brasil que pretendían ser en el film, están equivocados. El cordobés fue más asesor que técnico. También por seguir las instrucciones de Serrano: "El director me indicó que se trataba de que tuvieran un primer contacto con la pelota. Los entrenamientos eran sencillos. Yo dirigía un calentamiento, preparaba algunos ejercicios con balón para que aprendieran a tocarlo, uno enfrente de otro y luego organizaba partidillos de cinco contra cinco o de seis contra seis. ¿Los mejores? Si quitas a Dani Martín o incluso Diego Martín... Pere Ponce descoordinadillo, Roberto Álamo más o menos, de Secun y Fernando ni te cuento… Ninguno era bueno (risas)".
En los partidillos jugaba ¡hasta el hijo de Camacho!
"Yo no era un zote", aclara el actor Luis Bermejo (Madrid, 1969) mientras toma asiento en una cafetería del centro de la capital. El madrileño encarna a Miguel, un policía que sueña con ser cantautor, pero que vive agobiado bajo el yugo de su mujer (Nathalie Poza), que le atornilla los pies al suelo. Ser aficionado acérrimo del Real Madrid le permitía estar cerca del triunfo. "No sólo el personaje, yo también soy madridista", reconoce Bermejo. "El fútbol tiene algo de conexión con tu familia, con lo que has amado y heredado. Mi afición viene de ahí, mi padre me involucró en el Madrid. Yo soy de ese equipo de la Quinta del Buitre, incluso del de antes, con Juanito y Santillana. De ese Madrid noble, de valores y gestas. Aunque reconozco que poco a poco me he ido desenganchando", admite.
"Los entrenamientos nos sirvieron como un trabajo de elenco, nos unió muchísimo. Llegó a jugar con nosotros el hijo de Camacho; jugaba a medio gas para no hundirnos"
Actor de 'Días de fútbol'A pesar de lo que pudiera parecer en esas pachangas de entrenamiento/ensayo, esta criatura de Animalario no fue alérgico a la práctica del fútbol: "Yo sí he jugado. De pequeño, pero he jugado en la calle, en Villalba. Eso sí, no he sido bueno como mi hermano, que llegó a estar en Tercera". Bermejo recuerda con ternura esas semanas en las que se 'cocinó' Días de Fútbol: "Los entrenamientos nos sirvieron como un trabajo de elenco, nos hizo unirnos muchísimo. Algún día incluso jugó con nosotros el hijo de José Antonio Camacho, que se dedicaba al cine. Le recuerdo porque era un tío que jugaba a medio gas para no hundirnos. Cuando su equipo iba perdiendo, cogía el balón y te hacía dos goles como quien no quería la cosa".
"No como Alberto San Juan, según nos han comentado", le dejamos la pelota botando. Bermejo, obviamente, remata: "Era muy malo jugando al fútbol, pero muy malo…", se carcajea.
Los testimonios parecen describir la ruina, pero son dos imágenes, dos anécdotas del rodaje, las que terminan de confirmar que ninguno exagera. Es el director, David Serrano, quien la pone sobre la mesa: "Estuvimos un mes entrenando con ellos, todos los días, para conseguir lo que se ve. Ni un balón, o sea... De hecho, el momento en el que Alberto San Juan va a dar a la pelota y ésta le pasa por debajo de la pierna y no chuta... ¡Ahí tenía que rematar! No la golpea porque no sabe. Lo que pasa es que nos hizo más gracia y dejamos esa toma. Y para el penalti del final, tuvimos que hacer 11 o 12 tomas para que consiguiera hacer gol. El portero tenía la consigna de hacer la estatua, de no tirarse, ¡pero ni por esas!".
"En la escena del penalti tuvimos que hacer 12 tomas para que Alberto San Juan consiguiera hacer gol. El portero tenía la consigna de hacer la estatua, ¡pero ni por esas!".
Director de 'Días de fútbol'En interpretación, como en fútbol, el talento es la gota diferencial, pero la inspiración llega con la repetición, el empeño. Y hay pocos actores con la obsesión de Ernesto Alterio. "Después de rodar la película, ojo, que le empezó a pegar algo, ¿eh? No sabía absolutamente nada, pero a base de trabajar y trabajar y trabajar… Igual que Luis Bermejo, que también hacía cositas. Pero el avance de Ernesto…". El testimonio de Serrano lo corrobora el míster, Antonio: "Se puede decir que fue el alumno más aplicado. Le recuerdo como alguien obsesivo con el trabajo y el fútbol se lo tomó con la misma seriedad. Atendía mucho a lo que decía, me preguntaba y trataba de hacerlo".
Improvisaciones, cambios de guion y una película «marciana»
Fue un rodaje descamisado, donde David Serrano iba limando el guion, adaptándolo según aparecían circunstancias nuevas o las improvisaciones en los ensayos dejaban mejores bromas ("Un día de trabajo con Ernesto y con Tejero estuvimos cuatro horas, ellos dos improvisando y yo con el ordenador, escribiendo lo más brillante que iban diciendo"). También resultó complicado porque es muy difícil plasmar el fútbol en el cine ("Salvo que seas Isco, el futbolista tiene muy poco el balón en los pies, lo normal es ir soltándolo; eso no es fácil de rodar. Tienes que estar cambiando mucho de plano"). Pero, ante todo, fue un rodaje en el que primó la naturalidad. En recursos, en lenguaje y en química de elenco.
"Días de fútbol es muy marciana. Está rodada de una manera muy sobria, intenté que no embelleciéramos nada, que no hiciéramos cámara al hombro, había planos secuencia de dos minutos en los que la cámara no se movía, también se escoge una forma de hablar era muy bestia, el tema principal de la película era un pasodoble... Días de fútbol no huye de la fealdad", reconoce el director. "Lo recuerdo casi como si no estuviéramos haciendo cine, que es lo mejor. Era como, 'oye, vamos a jugar'. Era explorar con tus colegas", insiste Bermejo.
'No' a una segunda parte de 'Días de fútbol'
"En ese instante era un poco sorprendente que todo fuera a ir bien", admite Serrano, quien asegura con cierto pudor que no puede ver Días de Fútbol. Lo pasa mal: "Es una tortura, hoy tocaría todo". Él nunca proyectó el impacto de la cinta. Porque no sólo fue bien, fue el éxito del momento en taquilla. Recaudó casi 12 millones de euros (11.617.115,23, según detalló el resumen ejecutivo del Ministerio de Cultura) y rozó los tres millones de espectadores. El paso del tiempo no la ha amarilleado. Ha envejecido con la elegancia de los clásicos hasta seguir enganchando a generaciones jóvenes. Esta longevidad no anima a Serrano a escribir una segunda parte.
"La idea era hacer una peli cada diez años con el mismo grupo de amigos. Como una saga, pero..."
Director de 'Días de fútbol'Hubo momentos de tentación. En pleno rodaje se llegó a plantear la creación de una suerte de trilogía, con los personajes surfeando la treintena, la crisis de los cuarenta y el vértigo de los cincuenta. Telecinco se negó. Y ahora ni los amigos convencen al director de que intente la aventura: "La idea era hacer una peli cada diez años con el mismo grupo de amigos. Como una saga. Y verles cada diez o doce años cómo iban haciéndose mayores y jugando cada vez… más lamentablemente. Hace como diez años intentamos hacer la segunda parte. Escribimos el boceto Diego San José y yo. No se terminó de escribir el guion. Pero al final no... No quisieron. Y ahora ya no... A mí no me apetece nada, sobre todo viendo lo que ha pasado con la película, que ante mi sorpresa la gente la sigue recordando".
Zanja el asunto, y el encuentro con Relevo, con siete palabras que bien las pudo pronunciar Jorge, el personaje de Alberto San Juan, cuando recula y vuelve con Violeta (Natalia Verbeke): "¿Para qué voy a hacerlo? ¿Para cagarla?".