La entrada de los directivos al vestuario, en plena charla del entrenador, acobardó a los chavales del Castilla antes de la final ante el Real Madrid: "No me gustó"
Se cumplen 45 años de una final única e irrepetible en la que el Real Madrid, supermotivado por la proeza del Castilla, afrontó el partido como si no jugara contra su filial.

La Copa cumplía su edición 76 y nunca antes, ni tampoco después, un equipo filial había logrado clasificarse para jugar la final. Aquel 4 de junio de 1980 se dio. Era el duelo nunca vivido a nivel oficial entre los padres, los hombres de Boskov (48 años), que se acababan de proclamar campeones de Liga un mes antes, contra los hijos, los muchachos de Juanjo García (34), que habían ascendido esa misma temporada a Primera y se habían clasificado séptimos a tan solo siete puntos que el campeón, el Real Murcia. Para tal desafío, el escenario no podía ser otro que el Santiago Bernabéu, pero esa noche el estadio presentó demasiados huecos en sus gradas. En teoría, no podía existir mayor exaltación del madridismo que una final de Copa en la que se enfrentaran el equipo nodriza y el filial, pero la afición blanca en ese momento no debió pensar lo mismo y prefirió otros menesteres.
Solo por cómo se había plantado el Castilla en ese encuentro, hazaña tras hazaña, se hubiera merecido un Bernabéu a reventar. De hecho, la entrada al estadio fue menor que en algunos de sus partidos en las eliminatorias precedentes. Mientras el Real Madrid comenzaba a participar en la competición en octavos y eliminaba a Logroñés, Betis y Atlético de Madrid, los chavales habían comenzado en la primera ronda y eliminado sucesivamente al Alcorcón, Racing, Hércules, Athletic, Real Sociedad y Sporting de Gijón, estos cuatro últimos equipos de Primera.
Aunque los filiales continuaron jugando la Copa durante diez años más, hasta la 89-90, nunca más ninguno se acercó siquiera a tal proeza. El que más cerca volvió a estar fue el propio Castilla se asomó en tres ocasiones a los cuartos de final. En la temporada 90-91, con un cambio en el reglamento federativo, los filiales perdieron la identidad propia que tenían en las estructuras de sus clubes y pasaron a pertenecer una misma estructura y pasaron a denominarse "equipos dependientes". Hoy en día ni los "dependientes" ni los filiales (clubes autónomos que mantienen un convenio con otros clubes de superior categoría) pueden participar en esta competición. Solo tres equipos de Segunda habían alcanzado la final de Copa y había sido en los años 30: Betis (1931), Sabadell (1935) y Racing de Ferrol (1939).
Media entrada en el Bernabéu
Como merecía la situación y la ocasión, según ha ido cumpliendo años en el tiempo aquella final entre padres e hijos, el protagonismo siempre ha ido recayendo más en el lado del Castilla que en el propio Real Madrid. Lógico. Una trayectoria tan inmaculada con tardes-noches apasionantes de fútbol como las representadas por aquel equipo se merecían el reconocimiento del recuerdo. La remontada contra el Hércules. Del 4-1 del Rico Pérez al 4-0 de Bernabéu. El triunfo ante el Athletic en San Mamés en el partido de vuelta (1-2) sirvió de catapulta. Ya nada parecía imposible para esos chicos que competían mejor contra los de Primera, que en su propia categoría. Su siguiente víctima fue la Real Sociedad que se estaba jugando el título de Liga contra... el Real Madrid y caía eliminado en el Bernabéu (2-0). Para las semis, nueva remontada ante un Sporting que acabó tercero el Campeonato esa temporada. Del 2-0 de El Molinón al 4-1 del Bernabéu y a la final... contra el padre que había eliminado al Atlético en la tanda de penaltis.
La realidad es que a lo largo de todo el curso futbolístico, el madridismo había disfrutado tanto o más con el filial como con el primer equipo. Las hazañas de los hombres de Juanjo García, que comenzó como segundo entrenador y pasó a primero cuando Boskov reclamó a Juan Santisteban para que fuera su mano derecha, se habían celebrado a lo grande. Por el contrario, tampoco se podía decir que el Real Madrid estuviera realizando una mala temporada. Todo lo contrario.
Acabó ganando la Liga gracias a que en la penúltima jornada el Sevilla rompió en el Sánchez Pizjuán la racha de la Real Sociedad, que no había perdido en todo el campeonato. En la última jornada, el Madrid ganó al Athletic y aprovechó el pinchazo de los donostiarras. En la Copa de Europa llegó hasta semifinales. Eliminó, sucesivamente, al Levski, el Oporto y el Celtic, con remontada en el Bernabéu (3-0) y cayó en semifinales ante el Hamburgo. El 2-0 del Bernabéu quedó aniquilado por el 5-1 de la capital hanseática. La final ese año se jugaba en el Bernabéu y los verdugos del Real Madrid perdieron ante el Nottingham Forest (1-0).
Los gritos de los 'padres' en el túnel de vestuarios.
Mientras la plantilla del Castilla vivía día a día el camino hasta la final, del vestuario del primer equipo no se tenían noticias, pero los hombres fuertes de la plantilla, Camacho, Benito, Juanito, sobre todo, fueron, en la intimidad de la caseta, poniendo en alerta a los más jóvenes. "Que no se crean que porque sean los niños, se nos van a subir a las barbas. Es un partido más. Nos jugamos un título y hay que ganar". Que no iban a encontrar una concesión se dieron cuenta los castillistas cuando bajaban por el túnel camino del césped. "Seis os vamos a meter, ¿pero qué os creéis? Somos el Madrid". A lo largo de todos estos años que han pasado, algunos jugadores del filial no terminan de saber si las amenazas iban en serio o en broma, pero seis fueron. Justo seis. Unos celebraron los tantos y otros no. Juanito fue el más eufórico. Del Bosque, que marcó el cuarto de cabeza, ni siquiera levantó el brazo. Al revés se lo bajó a Juanito cuando marcó el sexto de penalti.
Es tarde, una hora antes de comenzar el partido, en el vestuario del Castilla, sucedió un hecho que para sus jugadores tuvo su influencia en el rendimiento del equipo. Cuando Juanjo García estaba dando la charla, entraron en el vestuario los directivos del equipo, con Juan José Borrachero a la cabeza, pero también estaban el propio presidente del Real Madrid, Luis de Carlos. Palabras de ánimo, de reconocimiento por lo conseguido, pero también un mensaje de calma, de tranquilidad que a Agustín, que había defendido la portería a lo largo de toda la competición, no le gustó nada. Rompió la puerta del vestuario al acabar el partido y no se quedó ni para la foto de rigor en la que posaron entremezclados los jugadores de los dos equipos. "No me gustó que entraran en plena charla del entrenador a decirnos que el partido era una fiesta, que jugásemos con tranquilidad. Ellos salieron con el cuchillo entre los dientes y nosotros fuimos muy blanditos".
Ochotorena, 18 años entonces, y que jugó dos partidos de esa Copa, salió impresionado del campo. "Si hubieran podido, nos hubieran metido 12. Querían dejar muy claro que ellos eran el Real Madrid y nosotros los chavales del Castilla. La entrada de los directivos al vestuario creo que impresionó al entrenador. No es que nos dijeran nada raro, pero Juanjo se sintió presionado y su charla fue más corta de lo habitual, debió pensar que a ver si nos íbamos a pasar y nos metíamos en un lío". Bernal, otro de los fijos del equipo, también recuerda lo de la charla. "Nos querían dejar ver que ya habíamos hecho un gran papel, no son las palabras en sí, son las insinuaciones. La realidad es que el equipo no fue el mismo de las eliminatorias anteriores. Debimos pensar que estábamos en los partidillos de los jueves en los que nos enfrentábamos. Después del partido, en algún momento llegamos a pensar que hubiera sido mejor haber jugado contra el Atlético. No hubiéramos salido como salimos".
Del Bosque recuerda la fecha como una noche inolvidable para el madridismo por su significado y por el mérito que había que concederles a los chavales. No tiene ninguna duda de que ellos hicieron lo que tenían de hacer, e. incluso, reconoce que estaban un poco cabreados y muy motivados "porque ellos llenaban el estadio y nosotros, no. La gente iba a verles a ellos, que estaban en Segunda y a nosotros, no. Sobre todo en las eliminatorias de Copa. Para nosotros fue un acicate".
La foto de familia del final del partido, con el trofeo cerca de Ángel, Benito y García Hernández refleja fielmente los jugadores que se intercambiaron las camisetas y no. Por ejemplo: Juanito, Del Bosque, Santillana, Sabido, Pirri... mantuvieron la suya, la blanca. Cunningham, Camacho, Roberto Martínez, Ángel, García Hernández, Benito se pusieron la 'morada' una camiseta fabricada para la ocasión y que es una joya para los coleccionistas. Aquella final significó el último partido oficial de Pirri con el Real Madrid. Se marchó al Puebla mexicano.