"Los entrenadores tenemos mucha culpa de que ya no haya regateadores; a los niños solo les enseñamos a dar pases"

Leí con atención el artículo de Relevo sobre el regate y los regateadores, un arte cada vez más en extinción. Y me vinieron a la cabeza muchos recuerdos y reflexiones al respecto. Yo, de crío, era un regateador. Hasta los 19 o 20 años, se puede decir que lo era. Jugaba de extremo y entonces era casi obligado encarar a tu defensor. Me gustaba. Te intentabas ir por medio del regate. Digamos que fue así hasta mi etapa en el Bilbao Athletic. Luego, cuando ya me fui al Logroñés y al Sestao, pasé a jugar más por dentro, de interior o de mediapunta y entonces comencé a utilizar más el pase u otro tipo de acciones para llegar en buenas condiciones al remate.
Creo que a todos los niños, cuando comienzan a jugar al fútbol, lo que realmente les gusta es regatear. Desde que juegas, incluso, con tus hermanos en casa, lo que quieres es superarles sin el apoyo de nadie. Con el regate te aseguras seguir con el balón, que es lo que realmente se pretende en esas edades, tenerlo cuanto más tiempo en tus pies. Egoístamente es lo mejor. Si lo pasas, el compañero te lo puede devolver o no y si no te lo devuelve, o te lo devuelve mal, ya no lo tienes.
Curiosamente, en mi pueblo, en Zaldibar, no había campo de fútbol. El equipo, que estaba en Regional, jugaba en el pueblo de al lado, en Ermua. Y en mi caso, hasta los 14 años que ya me federé con la Cultural de Durango, jugaba en la calle, en el frontón... Los de la cuadrilla nos apuntábamos a partidos, o a torneos, por los pueblos de al lado y esa era nuestra vida. Entonces no había nada mejor que hacer el regate apoyándote en la pared, siempre te devolvía bien el balón. Nunca fallaba.
Antes se jugaba más en la calle. Ahora los chavales comienzan a formar parte de un equipo desde los cinco o seis años. Ya no tienen la libertad que teníamos nosotros, que hacíamos lo que queríamos. Ahora tienen un monitor o un entrenador que les manda y les dirige. Primero con el fútbol 5, luego con el fútbol 7...A lo mejor son solo dos días a la semana, pero ya están al mando de un tipo que te dice lo que tienes que hacer y cómo lo tienes que hacer. Y, normalmente, los entrenadores no decimos a nuestros jugadores que regateen, salvo que tengas uno que lo haga muy bien, el fenómeno del equipo que se pueda llevar a todos los contrarios por delante. Entonces, sí. Quieres aprovechar sus condiciones, que son, en ese sentido, diferente a los demás.

El preparador físico que ha estado 20 años trabajando conmigo está ahora en Canarias y ayuda a un equipo de infantiles. Me dice que los chavales de 11 y 12 años lo que más trabajan es la salida del balón desde atrás con pases, pases y más pases. ¿A dónde hemos llegado? Parece que el fútbol solo es eso. Combinar, pasar. Todo lo demás parece que deja de ser el fútbol.El regate es la acción técnica del juego más innata al jugador por lo que antes decía, porque lo que quieres es tener siempre el balón.
Tengo que reconocer que los entrenadores somos bastante culpables de que el regate haya ido desapareciendo poco a poco. Es curioso, está de moda que dejemos dar pases en nuestro área con el portero, sabiendo que un error nos puede equivaler a un gol en contra y, sin embargo, no dejamos a un defensa que intente regatear al delantero y pueda salir jugando. Es algo incongruente. No tiene mucho sentido.
Cuando estuve entrenando a Osasuna (2010-14) me llamó mucho la atención que un día a la semana los chavales se entrenaban ellos solos. Me lo explicaba Manolo Los Arcos, uno de los técnicos de Tajonar. Precisamente lo que pretendían es que ese día cada chaval tuviera un balón y jugara como quisiera. Sin órdenes tácticas. Incluso jugando con las paredes o las vallas del campo. Se trataba de potenciar su individualismo. Me gustó esa idea porque lo mismo ese día era en el que los chavales más disfrutaban de los entrenamientos.
En aquellos tiempos del filial del Athletic, mi fuente de inspiración era Manolo Sarabia. Era el más regateador del primer equipo y yo me fijaba, ¡claro que me fijaba!Además su regate era un tanto especial, era la bicicleta que puso de moda el brasileño Leivinha cuando llegó al Atlético de Madrid. Manolo no era rápido, pero se iba de los contrarios hasta con cierta facilidad con ese engaño que hacía al pasar la pierna por encima del balón y salir para el otro lado. No era un regate natural, pero se puso de moda y él la ejecutaba a la perfección.
Ahora, nuestra Liga tiene pocos regateadores. Como tales considero a Vinicius y Dembelé, que lo llevan dentro y aprovechan su velocidad para el desborde. Ahora, con la vuelta de Bryan Gil, tenemos uno más. Es un jugador que quiere recibir al pie y busca rápido el uno contra uno. Encarar, encarar y encarar. Creo que Bryan es el jugador que he tenido en mis equipos que más encuadra en la figura del regateador nato. Tuvimos a Pedro León, que tenía un buen recorte, pero como también tenía un buen golpeo, lo que buscaba rápido era bien el centro o el remate. No tenía esa vocación. Taka Inui, el japonés, tenía condiciones para regatear. Se lo pedíamos: 'Vete a por el rival, encara, encara'. Pero le gustaba más pasar, jugar con el compañero. Silva tenía calidad para regatear pero su gran virtud era la visión de juego.

Personalmente, nunca he prohibido ni prohíbo a un jugador regatear, pero lo que sí le digo es que sea consciente de la zona del campo donde lo hace. Si lo hace arriba, cerca del área contraria, porque piensa que en ese momento el uno contra uno es la mejor solución a una jugada, nunca diré nada. Se puede decir que doy licencia para el regate en el campo contrario y que en el propio, el futbolista piense. Si un lateral regatea y pierde el balón tiene que saber si tiene cubierta la espalda. Lo mismo que también tiene que saber que si tiene un extremo por delante que su mejor condición es la de regatear, no tiene por qué ir a doblarle para nada. Tienen que entenderse y saber las condiciones de cada uno.
He estado mirando imágenes de regateadores y de todo lo que he visto, aunque no tengan la calidad de las imágenes de ahora, el mejor de todos fue Garrincha. Te hacía siempre el mismo regate, encaraba hacia dentro, hacia al defensa y salía por su derecha. Todo el mundo sabía lo que iba a hacer y siempre se iba. Ufarte, en el Atlético de Madrid, hacía un regate parecido porque creo que, precisamente, lo aprendió de Garrincha cuando jugó en Brasil.
Luego está Messi. Leo es un regateador nato. Pero claro, también juega colectivamente y finalmente tiene llegada. Lo tiene todo. Aquel regate de Romario a Alkorta, los regates de Ronaldo en velocidad.... Y no me quiero olvidar, claro, de Onésimo que, posiblemente, sea el jugador más habilidoso que he conocido. Se podía ir de tres contrarios en un metro cuadrado. Lo malo que tenía es que después los esperaba y tenía que volver a regatear a esos tres u otros tres que llevaban.