EUROCOPA | ESPAÑA - CROACIA

Del cate de Clemente, la heladería de Aragonés y el Caso Torbe al actual convento: "Esta España es una cuadrilla y huele a campeón"

El gris pasado en las concentraciones de la Roja han quedado, por ahora, en el olvido. Ortego, Guasch, Miguel Díaz, Marchante, José Damián, San Martín, Cubero y Lu aportan recuerdos increíbles.

Carvajal y Lamine celebran el 3-0 ante Croacia en una jugada generada por ambos. /GETTY
Carvajal y Lamine celebran el 3-0 ante Croacia en una jugada generada por ambos. GETTY
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

Donaueschingen (Alemania).- Las concentraciones de la Selección no siempre fueron como la de esta Eurocopa. Si algo se puede destacar en este retiro alemán avalado por Luis de la Fuente y Albert Luque -director deportivo saliente- es que el ambiente se asemeja más al de una pretemporada que al de una fase final. Salvo un leve runrún en torno a Laporte, la revelación de que Joselu se enfadó como no solía en Berlín y que Unai Simón está jugando tocado, cosas que el vestuario preferiría que no trascendiesen, la cordialidad y el buen rollo reina en la Selva Negra. "Esto parece un convento", deslizan los periodistas más guasones.

Pero como señalan algunos veteranos plumillas, curtidos en mil batallas, todo lo va marcando siempre el resultado. Si España sigue ganando, todo irá como la seda. Es en las derrotas donde prende la mecha. Por eso este próximo duelo ante Italia es clave. Enrique Ortego, con 10 Eurocopas y 9 Mundiales en directo a sus espaldas, sabe bien que lo que hoy rodea a De la Fuente no siempre fue así. "El mayor follón fue en la Euro 96. Y luego está todo lo que transcurrió desde el Mundial 2006 con Aragonés hasta la Euro ganada en 2008. Aunque tampoco se puede olvidar lo ocurrido en Portugal 2004 con Iñaki Sáez. Nuno Gomes nos mandó a casa y la Selección, que tenía que regresar al norte de Portugal a su hotel, vio cómo muchos jugadores se fueron desde Lisboa a España por su cuenta para empezar las vacaciones...".

Estos son sólo unos cuantos ejemplos que comenzaron a coger vuelo con las cucarachas en el hotel, el positivo de Calderé y las escapadas nocturnas de algunos jugadores en México 86 y con algunos desplantes con Luis Suárez en Italia 90. Tiranteces que chocan con la paz de estos días. Dos mundos diferentes que comenzaron a separarse en el Mundial 94 en EEUU, donde Selección y prensa convivían bajo un mismo techo y, en principio, con cordialidad hasta que llegó la crispación. José Damián González, pilar de El Chiringuito con seis Mundiales y seis Eurocopas al que en esa época Clemente acusó de desvelar conversaciones confidenciales en Diario 16, no lo olvidará jamás: "En el 94 ya había una guerra civil con él. Un articulista llegó a decir en 'El País' que había muchos españoles que querían que ganara España y perdiera a Clemente. Era un guerracivilista. En ese Mundial se mascaba la tensión y se cortaba el aire con un cuchillo. No hubo violencia física, pero se estuvo a punto de... Por ejemplo, conmigo, que yo era el que estaba en contra de las actitudes de división de Clemente. Había un pasillo en el hotel de Chicago, muy largo, de 100 o 200 metros, y cuando salías del restaurante y coincidías en ese espacio se hacía larguísimos los segundos. Hubo muchos problemas y hasta insultos".

Con ese caldo de cultivo todo saltó realmente en Leeds en el 96. Según varios protagonistas, la guerra fratricida de las radios fue determinante. José María García (Cope) defendía a capa y espada a Clemente, mientras que la Cadena Ser de De la Morena, entre otros, le atizaba. Así que un día se lió: Jesús Gallego (Ser) aseguró que el seleccionador le pegó un puñetazo y el técnico, mosqueado porque le filtraban las alineaciones, prometió que 'sólo' le había cogido del cuello. La relación con los medios era muy mala. Los jugadores acudían a la sala de prensa como su guardia pretoriana y la SER se ponía en primera fila para defender a su compañero y a Alfonso Azuara, el gran azote de Javi. "Ahí fue cuando verdaderamente se rompe todo y dejamos de ir juntos al mismo hotel", asegura Ortego.

Ahora nos reímos, pero entonces...

Tomás Guasch, genio antes que periodista que también estaba en la diana por sus textos en Mundo Deportivo, confirma lo que cuenta el profe Ortego: "Había que ir a esas ruedas de prensa con coraza y lanza. Era terrible. Yo estaba en Mundo Deportivo y la Ser (ahora en Cope). Me pilló todo haciendo un reportaje a los búlgaros con Stoitchkov, me llamaron y me contaron el escándalo. Fue el número más esperpéntico que yo haya visto". Y es curioso, porque mientras su medio estaba en la diana, una de sus redactoras estrella, Cristina Cubero, tenía buena relación con el cuerpo técnico: "Me llevaba muy bien con Clemente y con el preparador físico, Manolo Delgado Mecos; me enseñaron a jugar al mus".

Javier Clemente en su etapa como seleccionador. Miguel Berrocal
Javier Clemente en su etapa como seleccionador. Miguel Berrocal

Porque las cosas antes eran bien diferentes. Guasch da fe: "Nada que ver con lo de ahora. En el 86, en Querétaro antes del 5-1 con aquella tarde gloriosa del Buitre, me iba a una barbería a cortarme el pelo con Goicoechea y Camacho. Fue una pena caer con Bélgica, porque nos esperaba en semis Maradona. Imagina cómo ha cambiado todo que allí, en el mismo hotel, convivíamos con Dinamarca, con las mujeres de los futbolistas incluidas, la Selección y toda la prensa. Astruells, que en paz descanse, y yo le llegamos a dar una distinción de Don Balón, donde colaborábamos, a Michael Laudrup. Con facilidad, como si se lo diéramos a nuestra prima. Eso no lo veremos nunca más. Ahora la convivencia es muy difícil. En el Mundial de Italia 90, con Luis Suárez de seleccionador, el partido de Verona lo vi a dos metros de los Reyes. Se me ocurrió ponerme una americana, se abrió la puerta del palco, me guardé la acreditación y allí me metí porque pensaban que era de la delegación española. Hice una doble página gloriosa. Era otro tiempo".

Pese a no ser la más grave, otro histórico de los medios como Pedro Pablo San Martín (Diario 16 y luego AS) no olvida el Mundial del 98 en Francia. Tampoco tiene que ver aquel aire que se respiraba con lo de ahora: "En la concentración de Puente Viesgo (Cantabria) se produjo una rueda de prensa muy ácida, en la que se le preguntó al seleccionador si caer en la primera ronda sería un fracaso. Y aquella palabra le llegó al alma, de tal manera que se le quedó grabada como una leyenda. Estuvo en todas la rueda de prensa con la frase en la boca. '¿Qué tal el fracaso?'. Así todo el rato. Se crispó mucho la situación". Y tanto, Lu Martín (ex de Sport y El País y ahora como Ortego colaborando en Relevo) recuerda que Clemente deslizó algo así como que los fracasados eran los periodistas, así que hubo respuesta colectiva: "Se hicieron unas camisetas con el lema 'Yo soy un fracasado' para ir a una conferencia de prensa de Javi con ellas puestas". La tensión iba a más.

"Lo de Clemente en Inglaterra 96 es lo más esperpéntico que he visto. Yo en México me iba a una barbería a cortarme el pelo con Goico y Camacho"

Tomás Guasch Periodista de Cope

San Martín no daba crédito: "Nos fuimos a Chantilly, a Francia, a una concentración muy aburrida donde no había más que conejos y donde Clemente pasaba la mitad del tiempo jugando al golf. Así que nos buscamos la vida para cumplir con nuestro deber de informar y, como a veces nos cerraban los entrenamientos, Gallego y yo nos subimos a una loma de un bosque y desde allí vimos el entrenamiento secreto en víspera de jugar contra Paraguay. Nos pilló la policía, nos quitaron la acreditación y nos querían echar. Nos llegó que, obviamente, Clemente y sus secuaces abogaban por expulsarnos, pero al final hubo una mediación un poco sensata y llegamos a un pacto de no agresión. Eso sí, Clemente dijo en la rueda de prensa del día siguiente que había periodistas que trabajábamos para Paraguay. Y le respondí, claro. Aquello contribuyó a empeorar un ambiente que culminó ya con la hecatombe de España ante Nigeria con aquel gol encajado por Zubi, y más tarde con la destitución del entrenador tras lo de Chipre en la siguiente fase de clasificación".

Otros aires

Con algunos conatos de incendio en las aventuras de España en 2000 (desbarajuste con cambios de hoteles y Camacho permitiendo que cada uno llevase a sus fisios), 2002 (excesivo libertinaje) y más allá de la de 2004 (con Iñaki Sáez, su excesiva permisividad y la frase mítica a los jugadores "si nos aprietan mucho, pelotazo y para arriba"), es con el Mundial 2006 en el foco cuando vuelven las tempestades olvidadas tras la Era Clemente. Primero, por el contrato de Luis Aragonés, que ya en un amistoso previo en Las Palmas fue tajante: "Me iré tras la Eurocopa, tengo fecha de caducidad". Y, después, más que nada, a raíz de su relación con Raúl. El seleccionador esperó al 7 hasta el última día después de una grave lesión y le metió en la lista. No juega el primer partido y empiezan las malas caras. En el segundo, ante Túnez, con empate, salió Raúl, marcó y fue a celebrarlo a la banda con Cañizares y, sobre todo, con Míchel Salgado, con el que se abraza. A partir de ahí las diferencias entre los veteranos, con Raúl a la cabeza, y Luis van a más". Como remarca Lu Martín, "Luis creía que muchos estaban malcriados".

Ese fue el germen de lo que pasó después del Mundial: en la previa de un viaje a Belfast, recuerdan los presentes, Salgado y Raúl le recriminan a Aragonés que no haya sido duro con los jugadores que habían llegado tarde a la concentración después de un día libre en el que toque de queda era a las 21:00. Le pidieron que al día siguiente les echara una bronca y Luis no lo hizo. España cayó 3-2 y al regreso al hotel, porque a Luis le gustaba que durmieran en la ciudad del partido para descansar bien y ya salir a la mañana siguiente, Raúl le preguntó si podía irse a casa. Luis le vino a decir 'váyase, yo ya no cuento más con usted'. Y así fue. Pero hubo que pagar un peaje que resume a la perfección Mónica Marchante(Movistar+) tras la salida de Raúl de las convocatorias en septiembre de 2006 con una noticia que, precisamente, dio ella en Canal + después de un partido del Barça. "Fue tremendo. Recuerdo un partido en Málaga, cuando ya había llegado Fernando Hierro a la Federación como puente de plata para la llegada de Del Bosque. Cuando se abrieron las puertas del AVE, a las 12 de la mañana en pleno horario escolar, había cientos de niños cantando "¡Raúl, Raúl, Raúl...! La cara de Luis era un poema y aquello, muchos lo creyeron, parecía organizado. Aguantó, pero todo eso pesó mucho en las siguientes concentraciones".

Cristina Cubero, ahora subdirectora en Mundo Deportivo y que normalmente en los Mundiales está más cerca de Brasil pero siempre alternando y con un ojo en la Selección, veía una clara persecución orquestada "Fue la primera vez que se visualizó de forma muy clara que la prensa de Madrid intentaba influir en el seleccionador y que iba en su contra claramente por no convocar a Raúl. Ha sido lo más cruel. Una práctica que luego se ha repetido. Pero Aragonés, con una personalidad arrolladora, pudo con eso y mucho más". Miguel Díaz, la voz a pie de campo primero de Radio Marca y más tarde de la Cope, da una pincelada al respecto. Así lo recuerda hoy desde Alemania: "Sin duda flipé en septiembre de 2007 en Oviedo. España jugaba contra Letonia en una situación inestable, entre la dimisión que Luis presentó en 2006 y no le admitieron y una larga fase de clasificación. El entrenador se enfada porque se filtra una reunión con los capitanes, no apareció por la rueda de prensa ni antes ni después del partido y hasta llegó a cambiar de planes y cerrar la puerta del entrenamiento en la previa cuando estaba anunciado que era abierto al público. ¡Menudo enfado de la afición! Los jugadores estaban sorprendidos y no daban crédito. Y todos estábamos muy alterados. La Selección durmió allí y luego volvió en chárter, pero Luis lo hizo por carretera con Jesús Paredes para evitar a los medios".

El ambiente estaba muy enrarecido ya que, además, Aragonés era el único seleccionador que acudía a una fase final, la de 2008, sin renovar antes su contrato como recuerda Marchante. "Luego, con la Eurocopa en la mano, se vendió que él mismo renunció a la Selección y no fue así. Él ya había pactado con el Fenerbahçe porque nadie en la RFEF le había ofrecido continuar. De hecho, en la mañana de la mismísima final ante Alemania, Padrón y Gaspart intentaron convencer a Villar de que se echara atrás y le renovara. Pero ya era tarde. Esa herida la llevó durante mucho tiempo. Él hubiera seguido y ese dolor le acompañó siempre porque sabía que ese equipo podía ser también campeón del mundo. De todo lo vivido es lo peor y lo más grave. Fue peor que con Luis Enrique. Mucho más triste. Dejar a Raúl fuera desató la tempestad. Lo de que Luis Enrique no llamara a los madridistas que la gente quería fue una broma comparado con aquello".

"Lo de Aragonés y Raúl fue tremendo. Luis siempre llevó ese dolor consigo. Fue muy triste"

Mónica Marchante Periodista de Movistar+

Sin Raúl... también había problemas

La huella de Raúl siempre estuvo ahí, pero al menos volvieron a estrecharse los lazos pese a que la Selección ya se había acostumbrado a aislarse en su cuartel general: "Durante la Eurocopa, al día siguiente de los partidos, Aragonés hacía un entrenamiento de recuperación y luego daba libre a los jugadores, incluso permitiéndoles que durmieran fuera con sus familias. Él, que a veces estaba solo sin los suyos, se reunía con cuatro o cinco periodistas con los que se llevaba muy bien a tomar un café. Nos contaba cosas off the record", recuerda la propia Mónica. Y añade: "Lo curioso es que, como España iba ganando y él era tan supersticioso, no quería cambiar las rutinas. Así que él mismo era quien nos pedía vernos y nos convocaba para que todo fuera como la anterior vez. Si había funcionado... La cosa se complicó para la final de Viena porque el hotel de la Selección estaba blindado y no podíamos acceder. Por eso, quedamos en una heladería que estaba enfrente y nos buscamos un rinconcito".

Y pasó lo que pasó: "El establecimiento era de unos turcos y, claro, se acercó todo el mundo tratándole ya como el nuevo entrenador del Fenerbahçe a unas horas de jugarse un título con España. Era muy heavy pensar que nos podía dar la gloria y luego irse. Esa tarde le pregunté si no tenía una sensación amarga con el hecho de que Torres no estuviera sido tan importante y me dijo: 'Niña, le voy a coger esta noche, le voy a dar un beso en la frente y le voy a decir que va a marcar los dos goles de la final'. Claro, cuando vi que una dio al palo y otra la metió... dije lo del Sabio es por algo". Esa noche cuenta del triunfo, cuentan que Jesús Paredes, la sombra de Aragonés, iba por la zona mixta con una botella de champagne que regala la UEFA al campeón dejando beber a unos periodistas pero a otros no.

Del Bosque conversa con Iker Casillas en un entrenamiento del Mundial de Brasil 2014.  GETTY
Del Bosque conversa con Iker Casillas en un entrenamiento del Mundial de Brasil 2014. GETTY

Al final, como se preveía, llegó Del Bosque y con él sólo hubo un amago de revuelta tras la derrota ante Suiza en el debut del Mundial 2010 donde se cazó la estrella. El seleccionador se mosqueó con la prensa porque una amplia mayoría había cargado las tintas contra Busquets. Convocó una rueda de prensa improvisada para defender al mediocentro y fue cuando dijo que si él volviera a ser futbolista le gustaría reencarnarse en Busquets. Además, Vicente tuvo que lidiar como pudo con el idilio entre Iker y Sara Carbonero y también tuvo que llamar al orden alguna que otra vez a Piqué. El éxito, como avanzaba Ortego, no daba cabida a la bronca. Si algún episodio tensó la cuerda fue por los rescoldos que dejaron aquellos Clásicos con Mourinho echando gasolina. Así que después de la Euro 2012 ganada con un fútbol que unió al país entero, todo fueron días de vinos y rosas. Pese a que internamente sucedían cosas que en otro momento, y en otro contexto, hubieran hecho saltar chispas.

La época moderna, igual de convulsa

No fue hasta el Mundial de Brasil 2014 donde comenzaron a repetirse las escenas del pasado. "Habían cambiado el estatus al ser campeones de todo y se subió el éxito a la cabeza. A la Selección se le trató en aquella concentración como a los Globetrotters; eran felices pero…", apunta Lu. Primero con la lesión de tobillo de Navas y el debate interno generado para llevarlo o no. Y allí, es vox populi, que por ejemplo Xavi no quiso jugar el tercer partido con España ya eliminada después de la goleada sufrida a manos de Holanda. La mala organización del viaje también influyó, con unos sobrecostes brutales y la elección de un lugar de entrenamiento cómodo pero con mucho más frío que donde se jugaba.

En la Eurocopa 2016, justo antes del debut ante Turquía, siguieron los líos. Se publicó que De Gea estaba vinculado, sin pruebas, al Caso Torbe con declaraciones incluidas de una testigo protegida. Aquello fue una bomba y el portero, que iba a ser titular, tuvo que explicarse en rueda de prensa sin que llegara la clemencia. Con la Selección en caída libre y Casillas de suplente, se repitió la escena de no querer disputar un partido que, tras los malos resultados cosechados, ya sobraba. Después llegó el Mundial de Rusia 2018, con la sorprendente y fulminante destitución de Lopetegui por parte de Rubiales a 48 horas del estreno tras haber acordado su fichaje por el Real Madrid y ser anunciado públicamente. Hierro cogió los mandos, pero el equipo se vino abajo después de haber goleado a Argentina 6-1 sólo unos meses antes. Y más tarde de este follón, hubo un ambiente muy confuso en la Euro 2021 a raíz del Covid (Busquets y Diego Llorente, contagiados, no pudieron jugar hasta el tercer partido) y el Mundial de Catar con Luis Enrique y su Twitch, que empezó pareciendo gracioso y acabó siendo una condena. "Con Luis Enrique había mucha tirria sobre todo desde la capital, que no perdonaban que dejara el Madrid para irse al Barça y su carácter especial. Él se reía de todo, aunque en el fondo le dolía", sentencia Cristina Cubero. Pero estos pasajes no hacen falta recordarlos con tanto detalle porque aún están recientes.

De hecho, esos enganchones aún protagonizan las conversaciones alrededor de La Roja. Y hace que esté en juego, por encima de todo, que pueda mantenerse la paz. "Esta plantilla es un ejército de soldaditos, disciplinados y con un perfil muy tranquilo. No hay nadie que se lleve todo los focos. No hay un Sergio Ramos que llame la atención o genere debate. Eso vendrá bien. De la Fuente en eso es como Clemente, apuesta por su cuadrilla", apunta Cubero. De momento, lo único claro es que el staff del riojano, acostumbrado a disputar muchísimas fases finales en las categorías inferiores, detecta como nadie en este tipo de concentraciones cuando las señales son positivas o empiezan a enredarse. A todos estos futbolistas los conocen a la perfección desde que llegaron a Las Rozas siendo niños. Y hay quien dice dentro de la caseta que "este equipo es una familia que huele a campeón". Ayer, sin ir más lejos, Pablo Amo, segundo técnico de abordo, lo confirmó en Relevo pese a asegurar que hay que ir partido a partido. "Se están dando todos los puntos que hacen a un equipo competitivo. Si lo juntas con el buen humor y la camaradería del grupo... Esto huele muy bien". Veremos. Al menos -de momento- corren otros tiempos.