Pablo Amo: "Lamine se abstrae como hacía Valerón; yo con su edad casi ficho por Estudiantes pero me rompí el brazo"
El segundo entrenador de De la Fuente desgrana sus labores y emociones en Relevo a 48 horas del partido ante Italia: "Intento ponérselo fácil a Luis; mi sensación es que esto huele muy bien".

Donaueschingen (Alemania).- Pablo Amo, 46 años y 186 centímetros, conserva la presencia y la envergadura del central temible que fue. Nadie quería cruzarse con él en sus años en el Superdépor (2002-2005), en los que formó una pareja formidable con el portugués Andrade y convivió con estrellas como Djalminha, Makaay, Luque, Donato o Valerón, y tampoco resultó un rival especialmente afable para los delanteros en su paso por Sporting (00-02), Valladolid (05-06), Recre (06-07) y ZNo loaragoza (09-10). Ahora, en cambio, todos le adoran: es el segundo entrenador de Luis de la Fuente y los internacionales le veneran por su talante personal y su talento profesional para anticiparse a los planes del rival. Normal que tenga ojeras de tanto ordenador.
El técnico madrileño atiende a Relevo después de completar el penúltimo entrenamiento antes de medirse este jueves a Italia (Gelsenkirchen, 21:00). Será el partido que marque el devenir del grupo, pero él, en ropa de faena y relajado pese a que no le enamoren las cámaras, percibe algo especial: "No sé qué pasa… pero esto huele muy bien". Y él y su jefe olfatean este tipo de cosas mejor que nadie. Se quedaron a las puertas del título en el Europeo Sub-21 de 2021, levantaron la Nations hace 12 meses, han completado una fase de clasificación para la Eurocopa inmaculada y ahora tienen a España emocionada con la contundente victoria en el debut ante Croacia. Amo, por mucho que le guste permanecer en un segundo plano, tiene reflexiones que invitan a soñar.
¿Qué hacía Pablo Amo a los 16 años que tiene ahora Lamine?
Eso es toda una historia… Yo no seguí la progresión típica de un futbolista. De hecho, siempre había jugado al baloncesto. Con 14 años me rompí el brazo y me pasé al fútbol. Con la edad de Lamine, más o menos, estaba en Tercera de juveniles y éramos últimos (risas). Luego pegué el salto. Jugué en un Segunda B, el Moscardó, del barrio de Usera, y de repente me di cuenta de que podía ser profesional. Fiché por el Sporting B. Desde luego, no tenía las expectativas que maneja hoy Lamine. Todos le apreciamos muchísimo futbolísticamente y, además, nos encanta su naturalidad, su actitud y su humildad. Estamos encantados con él.
¿De qué jugabas? ¿Pívot?
¡No, no! ¡De base! Era muy pequeño. Luego pegué un estironcillo. Ese año, fíjate, iba a fichar por Estudiantes (histórico equipo madrileño que ahora compite en LEB Oro) y me fastidié el codo. Algo que consigue Lamine, que es espectacular y sólo lo he visto en cracks como Valerón, es el abstraerse de absolutamente todo lo externo y sacar su creatividad. Es trabajador, estricto en la táctica, presta atención y sabe que está en constante mejora. Consigue que lo que hay que fuera no le limite. En el fondo yo, que no tengo nada que ver con Yamal, lo que he disfrutado siempre es el deporte. Se me daba bien.
Nos gustaría saber qué cosas más bestias hacías en tus rutinas como jugador que ahora serían impensables en una concentración como esta, y qué te hubiera gustado incorporar a tu preparación de todo lo que ves en esta Selección.
Efectivamente, el fútbol ha cambiado. Tampoco soy de la época de Luis de la Fuente, ¿eh? (risas). Mira, hubiera agradecido mucho el análisis y el cómo están contextualizados los entrenamientos hoy en día en función de lo que te vas a encontrar en el campo. Son herramientas que al futbolista le dan seguridad. Ahora, con la tecnología y profesionales muy formados, es otro mundo. No tiene nada que ver con lo de antes. Recuerdo que en el Dépor, con Irureta, veíamos los 90 minutos de un partido y algunos estaban (gesticula como si ojeara un periódico). Y en Champions bajabas al desayuno y te venían con un carrito con croissants, donuts de chocolate… Eso hoy es impensable. Pero la esencia es la misma: deporte, valores, compañerismo y convivencia. Hacemos lo que nos gusta. El fútbol se compone de un montón de puntos de rendimiento y, cuanto más controlados estén, más preparado te hallas para competir. Ahora tenemos fisiólogos, la figura del psicólogo, que es fundamental… En aquel momento era hasta tabú ir al psicólogo. Todo evoluciona y mejora, pero me gusta pensar que conseguimos mantener lo básico y la esencia de los vestuarios de aquella época: la unión.
Después de colgar las botas, en los banquillos has sido casi siempre segundo entrenador. Y justo por eso nos acordamos ahora de Rubén Uría, escudero de Marcelino, que decía que él sería ayudante toda la vida y nunca primero. ¿Es tu caso o aspiras a liderar?
Cuando te retiras, a veces estás un poco perdido. Yo siempre quise ser formador. Estudié el grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF) para eso. Y lo que me apasiona es la parte de los críos. He ido evolucionando. Cuando colgué las botas tuve ofertas para entrenar, pero entendí que no era el momento y que no estaba preparado. Me fui, por tanto, a trabajar con niños a China, a Australia… Di pasos hasta que me sentí listo para el profesionalismo. En ese momento José Francisco Molina, al que estaré eternamente agradecido y del que aprendí una barbaridad, me ofreció irme a la India como asistente del Atlético Kolkata. Ganamos la liga. A partir de ahí sucedió algo maravilloso: todo lo que había aprendido con los chavales, a la hora de dar pautas individuales, me sirvió con los profesionales. A menudo pensamos que estos lo saben todo, porque van con un aura de seguridad necesaria, pero poder acercarte al jugador de élite, saber cómo se está sintiendo, hacerle mejorar y charlar con él sobre táctica colectiva hizo que mi trabajo me pareciese algo muy atractivo. Es una realización personal saber que puedes ayudar de verdad a alguien. Me sentí útil. Después Molina me llamó para incorporarme a la dirección deportiva de la RFEF y al final terminé como primer entrenador de la Sub-18 tras abandonar los despachos. Al igual que al principio no creía que estuviese preparado para estar en el fútbol profesional a nivel emocional, no por preparación, consideré que entonces sí iba a poder entregarme y di el paso. Si algo tiene esta profesión es que debes entrelazarla con la vida personal; es inacabable. En una concentración como futbolista las horas se me hacían eternas, sólo dormía, y aquí (los técnicos) no paramos. Tengo unas ojeras…
Pero me encanta, lo disfruto. En este caso se dio la oportunidad de ser segundo de la Absoluta en 2022 cuando iba a coger la Sub-19. Por el talante de Luis, porque no trabajaría de segundo con cualquiera, la posibilidad de incorporarme a este staff me hacía muchísima ilusión. Luis es un líder y nos hace a todos sentirnos importantes, como pasa con el grupo de futbolistas. Desde esta posición me siento realizado. En todo cuerpo técnico debes tener identificado tu rol y saber qué es lo que te toca. A mí no me gusta dar entrevistas, por ejemplo, porque considero que debo estar en segundo plano y asistir a Luis para hacerle mejor en todo lo que pueda. Lo bueno es que nos conocemos. Empecé como director deportivo, vi cómo funcionaba… Aprendí y aprendo muchísimo de él y mi mensaje está absolutamente adaptado al suyo.
¿Al primer entrenador se le puede llevar la contraria o se le debe llevar la contraria?
Se le debe. Ninguno de los que estamos aquí somos un miniyo. Estamos para aportar nuestras ideas. También es cierto que hay entrenadores que son más estrictos en eso; Luis, no. En la parte decisional, en cuanto a cosas importantes, planes de partido, trabajo y entrenamiento, todos tenemos voz. Desde mi posición intento filtrar las cosas, pero Luis es muy abierto a que aportemos. Eso denota humildad y seguridad. Él tiene sus principios claros, pero quiere escuchar opiniones. Se generan unos debates y una colaboración muy interesantes. Y no es tan sencillo ver eso en un staff.
"Hay técnicos más estrictos; Luis es muy favorable a que todos aportemos. Nos hace sentir importantes"
Segundo entrenador de la SelecciónDinos la última vez que le dijiste algo a De la Fuente con lo que no comulgaba en un principio y con lo que al final claudicó y te dio la razón.
(Piensa durante unos segundos y se ríe). No se me ocurre nada de primeras, la verdad (aunque parece no querer decirlo). Por suerte, como conozco bastante bien a Luis, comulgamos mucho con las ideas. Pero claro que hay debate, siempre constructivo.
¿Y lo de ser más directos y explotar a los extremos en vez de obsesionarse con el tiqui-taca se debe a las características de estos jugadores o a la nueva mentalidad del staff técnico?
Es un mensaje que dimos el primer día y que ha ido calando en el tiempo. Contra Croacia pudimos explotarlo. Habíamos detectado que, ante este rival, podíamos tener un punto fuerte cuando recuperásemos el balón. Nosotros hacemos una selección de perfiles pensando en la versatilidad de juego que queremos explotar. Si vienes de las categorías inferiores como nosotros, entiendes que todas las canteras españolas han replicado el éxito. Y el éxito fue el tiqui-taca. Eso nuestros jugadores lo tienen de serie. Pero poder contar con extremos que lleguen a línea de fondo es algo que tenemos que aprovechar. Es una evolución sobre el sistema, pero la esencia sigue siendo la misma. Estamos recogiendo el buen trabajo de base que se ha hecho en España durante tantos años. Darle un puntito más de verticalidad nos hace un equipo complicado. Si el rival defiende la profundidad, entonces aparecen espacios por dentro. Tener ese control entre los dos ritmos siempre es la clave. Tácticamente el futbolista español es el mejor preparado del mundo. Ellos entienden a la perfección cuándo tienen que acelerar y cuándo que pausar. Ver en una charla su nivel de comprensión, y luego comprobarlo, es una maravilla.
¿Crees que por el hecho de que este cuerpo técnico ha salido de las categorías inferiores y tiene un currículum escaso en clubes de élite la gente os valora menos?
Bueno, el autoconcepto que uno se forma cuando entrena debe provenir de la gente que te rodea más directamente, de los que conocen el día a día del trabajo y, sobre todo, del feedback que recibes de los futbolistas. En ese sentido siempre hemos estado muy seguros. Aquí no trabajamos en base a microciclos como en los clubes, sino con miliciclos. En tan poco tiempo con ellos es tan importante lo que dices como lo que omites. No debes dar muchas claves para no saturarles. Normalmente los técnicos, cuando llegan de un club a una selección, necesitan un período de adaptación muy grande para amoldarse a eso. Nosotros lo traemos de base.
¿Y por qué el sueldo del seleccionador y el del resto del cuerpo técnico es visiblemente inferior al de otros grupos de trabajo si es el mismo cargo y venís de ganar la Nations?
Ni siquiera me planteo lo que ganaban los otros. Los del cuerpo técnico anterior eran unos fenómenos. Luis Enrique es un fenómeno, como De la Fuente. No tengo ninguna inseguridad con eso. Más allá de lo que se nos paga, valoro la fortuna de poder estar aquí día a día con jugadores espectaculares y seres humanos especiales. Me parece impresionante ver la convivencia tan fantástica que tenemos. Me siento superrealizado. Al final el fútbol, como dicen en Asturias, coloca a cada uno en su sitio, pero las condiciones y el prestigio de estar en la Selección valen mucho. Mi madre está orgullosa (risas).
"¿Nuestro sueldo? Valoro la fortuna de poder estar aquí con jugadores espectaculares. Mi madre está muy orgullosa"
Segundo entrenador de la SelecciónPor cierto, ¿cómo y cuándo conociste al seleccionador?
Cuando llegué a la Federación, en 2018. Había estado en México con Molina (entrenando al Atlético de San Luis) y tenía un par de proyectos para empezar como primer técnico, pero, unos meses después de llegar a la RFEF, el propio Molina me dijo que necesitaba un ayudante en la dirección deportiva que hiciera de enlace con las inferiores. Entrando ahí, lo primero que hicimos fue reunirnos con los seleccionadores: con Luis, con Santi Denia… Fue así. Desde entonces siempre hemos tenido muy buena relación. Es fácil currar con él.
¿Recibes mensajes suyos de trabajo a deshoras como hacen los jefes de Relevo con nosotros?
(Sonríe). Lo que puedo decir es que es un trabajador incansable. Le echamos muchas horas. Eso va implícito en este trabajo. Pero Luis es un tipo que utiliza mucho el humor en su día a día, y eso hace muy sencilla la convivencia. Hay momentos en los que estamos apretados y él, aun así, siempre transmite buena energía.
Si un día faltara por una expulsión, ¿te ves totalmente preparado para liderar la nave?
Por supuesto. En todas esas horas conjuntas de análisis interiorizamos un mensaje, uno solo. En este caso lo transmite el entrenador, pero si mañana tengo que salir yo, me pongo el traje sin dudarlo. En cualquier caso, eso no va a pasar. Sé perfectamente cuál es mi rol y estoy superorgulloso de él.
En 48 horas viene otro coco, Italia. ¿Cuántas horas estás durmiendo?
Esto no es sólo lo que duermes, sino lo que sueñas (risas). El trabajo de análisis, para interiorizar a un rival y preparar bien una charla, no tiene fin. Tenemos cinco partidos de Italia con Spalletti y, como hay tiempo y todavía no hemos pasado a la siguiente eliminatoria, te ves los cinco. Tengo un cuerpo técnico fantástico detrás que me ayuda en ese trabajo: Juanjo González (tercer entrenador), Pablo Peña (analista)… Todos colaboramos. Pero es algo inacabable. Lo importante es hacer el clic: 'Venga, ya lo he visto'. Después te liberas, todo fluye y bajas de buen humor. La ventaja que tenemos es que damos pequeños matices sobre el modelo del contrario, pero lo importante somos nosotros. En las charlas Luis siempre dice que sí, que los otros son muy buenos, pero que nosotros somos mejores y que les vamos a hacer daño. Hablar de eso engancha a los futbolistas.
Una curiosidad: ¿qué valorabas tú más como central de un entrenador y que no soportabas?
Me gustaba que me diera herramientas que me hicieran mejor en la competición y su honestidad. Y lo que tenía y tengo claro es que nadie quiere sentirse engañado.
En tu caso, ¿es más difícil para un técnico que no fue top-top ni ganó casi títulos como jugador imponerse ahora en el vestuario y saber gestionar a tantas estrellas?
Desde fuera se les pone un halo a los futbolistas, pero son seres humanos, chicos jóvenes llenos de buenos valores y que quieren un trato normal. ¿Que a veces tienen un mal día? Como cualquier persona, claro, pero si tú no les engañas, vas de cara y tratas de ayudarles, se genera una relación fantástica. El hecho de haber estado en un vestuario como el del Dépor, un equipo con personalidades fuertes como Djalminha y que llegó a semifinales de Champions, te da un bagaje a la hora de manejar un vestuario. Los jugadores agradecen un trato normal. Aquí no hay muros.
¿Tienes la sensación de que este equipo puede hacer realmente algo grande?
La imagen del pasillo del otro día ante Croacia (los miembros del staff aplaudieron a los futbolistas) salió de forma natural y espontánea. Somos una familia. Tener la certeza de que todos están preparados para cuando les necesitemos… No podemos pedir más. El objetivo a largo plazo lo tenemos todos claro: queremos y soñamos con ser campeones de Europa. Pero somos cortoplacistas en todo. Eso sí, si coges todos esos puntos de rendimiento que hacen que un equipo sea competitivo, aquí se están dando. Estamos convencidos. Si eso lo juntas con el buen humor y la camaradería que presiden la concentración, dices: 'No sé qué pasa… pero esto huele muy bien'.
"Se están dando todos los puntos que hacen a un equipo competitivo. Si lo juntas con el buen humor y la camaradería del grupo... Esto huele muy bien"
Segundo entrenador de la SelecciónAyer tuvisteis la tarde libre. Los jugadores salieron a comer a un estrella Michelin. ¿A qué la dedicó un técnico que tiene a Italia a la vuelta de la esquina?
A ellos les vino muy bien el día libre para romper con la rutina… y a nosotros para trabajar. Estuvimos analizando a Italia. Spalletti nos ha gustado mucho en el análisis. La vida de un futbolista en una concentración es maravillosa. Creces, porque duermes mogollón (risas).
¿Logras sacar un hueco para ver y hablar con tu familia? ¿Han venido?
Trato de ver a mis hijos todos los días a través de la cámara con mi mujer. Me emociona muchísimo. Los tres tienen camisetas de España y me mandan una foto con ella antes de cada partido. Si no, no jugamos. Estoy superorgulloso de que sepan que su padre está aquí haciendo lo que le gusta. Es un privilegio. Se han quedado en Madrid, pero mi mujer vino al primer partido y nos trajo buena suerte. Al tercero viajará con mi hijo Pablo, que tiene cuatro añitos. Va a alucinar. Estoy deseando verlo.
Por acabar como empezamos. ¿Dónde sueñas estar con los 62 años de De la Fuente?
Entrenando, claro. De eso estoy absolutamente seguro.
Ojalá que así sea. Nos vemos el jueves en Gelsenkirchen y ojalá hagamos la próxima entrevista el 14 de julio después de ganar la Eurocopa.
Lo firmo ya...