El compañero de piso de De la Fuente que ahora entrena al héroe de Portugal: "Lo que le vamos a tener que aguantar..."

"No hay un tío que tenga más amigos en Bilbao", cuentan algunos. Uno puede perderse en cualquier calle de la ciudad, preguntar por Iñaki Vergara (Ondarroa, 1962) y acabar encontrando la casa donde vive saltando entre sus conocidos. Entre mil anécdotas y compañeros ha construido una historia, la suya, que ahora tiene un capítulo en la Eurocopa. Su segundo apellido, Iribar, le delata: también creció como portero en el Athletic Club, aunque desde hace años se dedica a entrenarlos. Un día de 2006, cuando despidieron a Javier Clemente en San Mamés justo antes de empezar la pretemporada, tuvo que salir del club. "Necesito un entrenador de porteros", le dijo Roberto Martínez a su representante, Iñaki Ibáñez, que no dudó: "Pues Iñaki se acaba de quedar sin trabajo", que hizo las maletas para viajar de Bilbao a Swansea, en la tercera división inglesa y sin saber ni una palabra del idioma, y desde entonces ya casi llevan dos décadas juntos.

El nivel de inglés de Iñaki Vergara tampoco es mucho mejor a día de hoy y eso que ha entrenado en Swansea, Wigan Athletic o Everton, sólo que hay que verle pedir un English Breakfast en la calle Deansgate, en Mánchester, donde vivió durante muchos años lejos de su mujer y sus dos hijas, Yasne y Maialen.

Pero el carisma es un idioma universal. Entre el castellano y el euskera bien profundo, curtido en Ondarroa, ha ido coleccionando frases útiles para poder dar la vuelta al mundo. "¡Eh, que yo he tenido un portero de Omán!", repite Iñaki en sus reuniones de amigos. Se refiere a Ali Al-Habsi, su guardameta en Wigan, donde ganó su título más preciado: una FA Cup en el tiempo de descuento a todo un Manchester City.

Sobre sus habilidades sociales y personales basta un simple ejemplo. En su etapa en el Everton, que duró tres años, Vergara convivió diariamente con el internacional estadounidense Tim Howard, que padece desde niño el síndrome de Tourette. En cada partido, sus tics y síntomas se intensificaban. Pero el entrenador vasco, siempre con la palabra perfecta para cada momento de tensión, "positivo, fiel, con una buenísima actitud para todo", como explican sus más allegados, gestionaba la situación.

Roberto Martínez dio un giro a su carrera en los banquillos en el año 2016: pasó de entrenar un club a una selección. O lo que para Iñaki significaba: de trabajar todos los días del año fuera de su casa, a sólo viajar en cada parón internacional pero viviendo en Bilbao. Primero, con una Bélgica que presentaba a una generación de oro en una etapa de plena madurez. El tercer puesto en el Mundial de Rusia fue su mejor logro. Después, con la Portugal de Cristiano Ronaldo, ya en cuartos de final de la Eurocopa.

Hace dos semanas, en la primera jornada de la fase de grupos, en la selección portuguesa se quedaron alucinando con Iñaki Vergara cuando terminó el partido contra la República Checa. El motivo fue un abrazo a Jindrich Stanek, guardameta titular de los checos, que a sus 26 años ha jugado en el Slavia Praga, Plzen y Ceske Budejovice. Ninguno se podía creer la imagen. "¿Éste a quién saluda?", pensaban, como si se hubiera confundido de persona.

El vasco volvió al grupo entre risas. No había ninguna equivocación en su abrazo: "Que yo a ese lo entrené cuando era un juvenil, chaval". Stanek formó parte de las categorías inferiores del Everton entre 2014 y 2016. Nunca debutó. Casi una década después todavía se acordaba de él. Suponemos que hablaron en inglés.

Iñaki Vergara jugó como profesional en el Alavés, Real Murcia, Real Sociedad y Logroñés, donde un Julen Lopetegui que ya dibujaba su camino hacia la selección española le privó de la titularidad, pero fue en Athletic Club donde creció. Allí, en su etapa como juvenil, compartió un piso con Luis De la Fuente. "Fue por orden de Clemente", explica Miguel de Andrés a Relevo, otro de los que vivían en la casa junto a un cuarto, el ya fallecido Fernando Tirapu.

En ese apartamento de Getxo, en la Calle Errenteiera, cocinaban entre ellos y lo pasaban bien. "Los riojanos las matan callando", explica De Andrés sobre De la Fuente, "y a los navarros se nos ve venir... Pero las paredes no hablan", recuerda. Sobre Iñaki, que cuando salían a comer pedía coñac, su recuerdo es de un cariño "espectacular". "Lo que le vamos a tener que aguantar...", cuenta al mencionar la tanda de penaltis de Diogo Costa, que detuvo los tres penaltis de Eslovenia. En la selección de Portugal, además del exguardameta Ricardo, la preparación de porteros es la función de Iñaki Vergara, que llegó de la mano de Roberto Martínez.

Una vez, como recuerda Ernesto Valverde, se lesionó en la rodilla cuando jugaba en el Alavés. Tuvo que ir a operarse en Barcelona con la sensación de que podía dejar el fútbol. Sin embargo, al llegar, resultó ser un quiste. Volvió al vestuario a los dos días. "Venga chavales, a entrenar", y allí se morían de la risa. Años más tarde, en el Everton, Iñaki llevaba en coche a José Luis Mendilíbar desde Goodison Park hasta su casa. Sí, sí, hasta su casa, porque allí vivió el hoy entrenador de Olympiacos durante unos meses para conocer el fútbol inglés justo después de dejar el Levante.

Este viernes, Portugal se enfrenta a Francia por un puesto en las semifinales (18:00 horas). En el banquillo estará, por supuesto, Iñaki Vergara. Ya hace mucho tiempo desde su despedida del Athletic, cuando entrenaba a Iñaki Lafuente y Dani Aranzubía, pero en Bilbao es de sobra conocido. Ahora su labor es otra: guiar al salvador de Portugal, a uno de los mejores de Europa: Diogo Costa.