Ya no hay debate con De la Fuente: estuvo a punto de dimitir con la Sub-19 y ahora se ha consagrado
El seleccionador se reivindica con una lección de gestión y destreza táctica. La derrota en Escocia y los aplausos a Rubiales hicieron temblar unos cimientos que, se ha demostrado, eran sólidos.

Llegó sin hacer ruido, sin buscar gresca, sin atender a los que le atizaron (decían que no tenía bagaje, como si un Europeo Sub-21, un Sub-19 y una medalla de plata en los Juegos fuesen pocos méritos) y convencido de que la filosofía que implantó en las inferiores, talento más solidaridad, funcionaría en la Absoluta. Con permiso de Oyarzabal, Lamine y Nico, Luis de la Fuente (63 años) es el héroe de esta Eurocopa. Lo es por lo que ha conseguido, un título con siete victorias de siete y un juego que enamora, y por el cómo, sin salirse del raíl y habiendo construido una familia que se ha mantenido unida hasta el final. El mejor ejemplo de su talante estuvo en el abrazo con Joselu antes de levantar el trofeo: nunca resulta sencillo explicarle a un campeón de Champions que ha marcado 18 goles que va a disputar 90' en todo el torneo, pero sus futbolistas, salvo piques puntuales, comprenden y respetan sus decisiones… porque saben que siempre llegan amparadas de un argumento.
Su camino hasta aparecer hoy en las portadas ha tenido curvas y momentos duros que no anduvieron lejos de hacerle abortar la misión. Como las casualidades marcan la vida, el riojano se quedó a un 'sí' de no haber pisado nunca la Federación, a la que entró para dirigir a la Sub-19 en 2013. En realidad a quien le ofreció el puesto el coordinador de categorías inferiores Ginés Meléndez fue a Fernando Morientes, pero el exjugador rechazó la proposición. Por aquel entonces trabajaba en la cantera del Real Madrid y prefirió mantener el cargo en Valdebebas. Iñaki Sáez, entonces, iluminó a Ginés y el éxito de España: "Llama a Luis, que está sin hacer nada".
Aunque en principio llegó para tres meses, sus métodos y carácter convencieron de inmediato y la RFEF se lo quedó. Pronto celebró su primera gran conquista (el Europeo Sub-19 de 2015) de la mano de tres de los que hoy son sus pupilos y le han levantado de nuevo hasta la cima: Unai Simón (suplente de Sivera), Rodrigo y Mikel Merino. Pero las decepciones tampoco tardaron en aparecer. Durante los tres años siguientes, De la Fuente fue incapaz de clasificar a España para la fase final de la Eurocopa de la categoría (en Sub-17 y Sub-19 se juega una cada verano, no cada cuatro). Fueron palos gordos y que, pese a no hacer demasiada mella en Las Rozas ("No resultó una época muy brillante, pero yo sabía que lo hacía bien y que sobre todo era buena persona", comenta Ginés), sí llevaron al técnico de Haro a replantearse su futuro. Sin ir más lejos, pensó seriamente en dimitir y arrojar la toalla… pero Meléndez y la ilusión de seguir trabajando de la mano de una generación de futbolistas que le adoraba le convencieron para continuar.

Desde ahí vinieron sólo victorias: ascendió a la Sub-21 en 2018, se llevó el Europeo de 2019 con actuaciones brutales de Merino, Fabián, Ceballos u Oyarzabal y transportó a la camada hasta la plata en los Juegos de Tokio de 2021 (perdieron la final contra la Brasil de Dani Alves o Martinelli) con la misma filosofía que tantos réditos le había dado. En lo futbolístico, con una apuesta clara por el fútbol asociativo y vertical; y en lo humano, convenciendo al vestuario del mensaje y demostrando con hechos, y no sólo con palabras, que todos son importantes para él.
La decisión de Luis Rubiales y Albert Luque de que relevase a Luis Enrique sólo fue una consecuencia lógica y natural. Y cabe recordar, como destapó Relevo, cómo se cocinó aquel movimiento: en un vuelo en cuadro, una cita a tres en casa del expresidente (acudió Chema Timón, ex director del gabinete de Rubiales) y convencidos de que debían anteponer la promoción de Luis al resto de nombres que emergieron en las conversaciones (Marcelino García Toral, Joaquín Caparrós, Andoni Iraola, Míchel González o Paco Jémez, algunos por gusto de los mandamases y otros por los ofrecimientos de mil agentes). El tiempo le ha dado la razón a Rubi, justamente criticado y crucificado por actitudes deplorables y que acertó de lleno al ofrecerle dos años de contrato al entrenador al que hoy elogia todo el planeta.
Su momento más bajo
Sin embargo, y a pesar de los reveses que le pegó la Sub-19, el instante de mayores dudas de De la Fuente se produjo hace sólo un año: aplaudió a Rubiales en la famosa Asamblea del "no voy a dimitir" y su reacción le proporcionó un aluvión de críticas externas que le dejaron herido casi de muerte. Muchos exigieron su dimisión inmediata y a día de hoy le pasan facturas por no haber puesto su cargo a disposición de la cúpula. Él, un creyente que confía en el don del perdón, se mantuvo fiel a sus ideas: fue consciente desde el primer instante de que se había equivocado y de que aquello podría costarle caro. Por eso, apoyándose en amigos y hasta en expertos en comunicación, ofreció una rueda de prensa pocos días después en la que pidió disculpas sin tapujos: "Los comentarios negativos que he recibido son totalmente merecidos, lo lamento".
La tormenta social le vino después de perder en su debut en Escocia en marzo (2-0), una cita que complicó la clasificación para la Euro y en la que España no estuvo atinada. El vestuario, como reveló el osasunista David García en este medio, realizó una especie de conjura para revertir la situación: Morata lideró una charla en la que se acordó necesario subir el nivel de activación y ganar todos los encuentros restantes de aquella liguilla. Dicho y hecho. Desde aquel día España ha vencido 14 de sus 15 duelos oficiales. Y el otro fue un empate a 120 minutos con Croacia en la final de la Nations (se ganó en junio y supuso el primer título de De la Fuente).
El trofeo conquistado en Róterdam con buen juego le dio un voto de confianza. Y luego la Selección ha convencido. El 1-7 a Georgia en septiembre sanó las heridas generadas por los vítores a Rubiales y España se convirtió en una apisonadora en los parones de noviembre y diciembre. De la Fuente había formado un grupo. El tiempo le ha dado la razón en todo: en cambiar el tiqui-taca por el toma y daca, en abogar por la nacionalización de Le Normand (le llamó personalmente para convencerle), en su insistencia en Cucurella (pocos entendieron que entrase antes que Miguel Gutiérrez), en darle las llaves a Fabián (despreciado por Luis Enrique hace no tanto), en colocar a Dani Olmo de '10', en no perder la confianza en Nico tras su gris debut contra Croacia…
Eso y la Eurocopa le revalorizan. A ojos del planeta y de la RFEF, con la que ha alcanzado un acuerdo para renovar su contrato y triplicar su salario (pasará de 600.000 a 1,8 millones), como adelantó el periodista Joaquín Maroto en As. Relevo ya contó que su vinculación necesitaba una revisión. Los miembros de su staff también verán mejoradas sus condiciones: Pablo Amo (segundo), Carlos Cruz (preparador físico), Miguel Ángel España (porteros), Juanjo González (técnico auxiliar), Pablo Peña (analista) y Javier López Vallejo (psicólogo).
Es el premio a una manera de vivir que conduce a ganar. De la Fuente no estuvo tan lejos de abandonar en aquellos años duros, pero su perseverancia ha tenido recompensa. Ya es campeón de Europa y, tras la celebración de este lunes en Madrid (hace un año le insultaron llamándole calvo en los festejos de la Nations en el WiZink Center; ahora su estatus ha cambiado), sólo pensará en reeditar triunfo en el Mundial de 2026.