EUROCOPA 2024

El día que España descubrió gracias a TVE que la Eurocopa es mucho más que Operación Camarón

Paco Caro, Marcos López, Juan Carlos Rivero y David Figueira/RTVE
Paco Caro, Marcos López, Juan Carlos Rivero y David Figueira RTVE

Es complicado meterse con Mediaset porque, al fin y al cabo, ahí sigue José Antonio Luque, excelente narrador tanto de fútbol como de baloncesto, pero el empeño en convertir cada partido en un supermercado llegó a irritarnos a todos. Lo normal a los treinta minutos de la primera parte era haber desconectado por completo del juego, abrumados por las promociones de la última película de Telecinco Cinema y hartos del despliegue, programa por programa, de la parrilla de toda la semana.

Los memes abundaron en las redes, que es donde el comentarista se juega su prestigio y la cadena, su inversión. Los partidos se vieron, claro, y se vieron mucho, pero entre la desgana y el volumen a cero. Eso no quiere decir que, cuando se supo que TVE compraba los derechos de la Eurocopa de este año, más de uno no levantara una ceja. La moda del momento había pasado a ser meterse con Juan Carlos Rivero y su habilidad para reconocer un jugador de otro o distinguir el clásico "Allez les Bleus" de la afición francesa de "La Marsellesa", himno nacional del país. Y no cualquier himno, la verdad.

Vaya por delante que, confusiones aparte, a mí Juan Carlos Rivero no me parece el desastre que muchos apuntan. Ahora resulta que todo el mundo adoraba a José Ángel de la Casa y habría que ver a José Ángel de la Casa en los tiempos de las redes sociales. Rivero es un narrador solvente, da ritmo a los partidos, interactúa con los demás comentaristas en su justa medida y solo tiene el inconveniente de que, como siempre le toca retransmitir a España, sus errores se magnifican y su imparcialidad se ve necesariamente comprometida.

Ahora bien, si hemos descubierto algo en esta semana de Eurocopa, es que TVE es mucho más que Juan Carlos Rivero. El fondo de armario que está demostrando la televisión pública y que solo tiene opción de brillar en eventos menores o, cada cuatro años, en los Juegos Olímpicos, es sensacional. Paco Caro está siendo una de las revelaciones, aunque ya lleve dos años presentando el "Estudio Estadio" y más de una década comentando el balonmano. Caro sabe para lo que está ahí y no es para destacar. Acompaña al espectador durante el partido y no le desvía: fútbol, fútbol y fútbol.

Lo mismo podría decirse de Paco Grande, por ejemplo. ¿Cómo es posible que este excelente periodista no haya sido el gran comentarista deportivo de este país durante décadas? A alguno le molestará su tono algo monocorde, poco excitado en tiempos de gritos y excesos, pero es una delicia oír a alguien que sabe de lo que habla, que se ha preparado el partido, que también es consciente de que su narración está al servicio del espectáculo deportivo y entiende a la perfección el contexto porque poca gente sabe tanto de la historia del fútbol y, más importante, de lo que es una competición.

Carlos Marañón, la estrella inesperada

A eso hay que juntarle una selección acertada en la mayoría de los comentaristas. No todos, ya lo sé. En un tiempo en el que parece necesario ser exfutbolista para poder opinar de fútbol, TVE se ha permitido algunas licencias, destacando la de Carlos Marañón. Marañón no es futbolista, aunque lo intentó, pero sí es hijo de futbolista, así que algo sabe de esto. Su mayor baza es que sabe hablar, sabe explicarse: hablamos de un tipo cultivado, director de la revista Cinemanía, que no entiende este deporte sin una dosis justa de pasión.

Hay multitud de exjugadores que, cuando les oyes comentar, parece que quisieran estar en cualquier otro lado o, al contrario, que entienden que las estrellas siguen siendo ellos y convierten el partido en un auto homenaje. Encontrar el punto medio es dificilísimo -aunque sucede: Albert Ferrer, desde su perfil bajo, Mario Suárez, desde su entusiasmo- y cabe preguntarse por qué hemos abandonado al comentarista que aporta fuera del campo por el comentarista que brilló en su día en el césped.

Marañón es un sabio. Un sabio al que le gusta, además, divertir al espectador. Lo hace en la radio y es bueno verlo ahora en la tele. Su tándem con Paco Grande nos recuerda que el fútbol no son datos vacíos, ni goles esperados, ni propaganda corporativa, ni exaltación patria o de los jugadores que forman parte de la liga patria. No. El fútbol es sentarte delante del televisor, junto a tu padre, o tu hijo, y divertirte. Perder el tiempo, si se quiere, pero con gusto. Una historia y luego otra y luego un contraataque y un tiro de Güler a la escuadra y un penalti que quién sabe, pero al que no vamos a dedicar media transmisión.

El fútbol es algo básico y contarlo debe partir del buen gusto. La radio es la radio y tiene otra función: sustituir a las imágenes. Junto a los clásicos del armario de TVE se van consolidando las jóvenes promesas: no solo Caro, que ya peina canas, sino la siempre eficiente Alicia Arévalo, curtida durante años en las retransmisiones de fútbol femenino y que por fin consigue su oportunidad ante un público más extenso. Por momentos, el despliegue me recuerda al del mítico Italia 90 donde se descubrió a Michael Robinson y donde Alfredo di Stefano dio sus últimos pasos como comentarista. No es decir poco, la verdad. A cada rato, en sus pantallas.