Lo que no se ve de la Eurocopa: el mito de las carreteras, los semáforos, la cerveza caliente y el 'cuando no es no'
Dos relatos de Relevo desde los dos puntos neurálgicos de un torneo que muestra que la maquinaria alemana no es percecta.

(Dos relatos de curiosidades de dos periodistas desplazados por Relevo a la Eurocopa de Alemania. Una fotografía de lo que no se ve, de aspectos organizativos, de vida y de las costumbres del país... La primera, desde el lado este, entre Leipzig y Berlín, con Sergio Fernández).
La injustísima fama de que los alemanes son de ideas fijas. Llegas al Red Bull Stadium a las 15.10 contentísimo por poder tener tiempo de sobra para trabajar y prepararte. Pasas los 846 controles normales previos. Llegas por fin a la puerta y te para el último retén de seguridad. Te para. No entiendes nada. No hay nadie. Te han revisado la mochila, puesto una cinta de seguridad y palpado mucho más de lo razonable sin demasiado pudor para asegurarse de que no eres una amenaza. Da igual, te dice que no, y que no. No habla inglés (algo mucho más habitual de lo que creeríais), ni por supuesto español. Al final le entiendes: hasta las 15:30 no puede subir nadie. Son las 15.26. Los cuatro minutos más largos de la Eurocopa. No había nadie... pero no. A las 15.29, sólo por chinchar, hice amago de entrar... No le hizo gracia.
Con el parking pasa lo mismo. Según lo importante que seas, tienes P1 (al lado del estadio, para Ceferin y presidentes y vips), P2, P3... P8, y ya el P10 que está en Austria. La prensa suele tener el P5 o el P4, que es bastante más que decente. Los días antes de los encuentros (conocidos como días de previa), el P1 y el P2 están, obviamente, vacíos porque allí sólo vamos los periodistas a trabajar. Parecería normal aprovechar esa circunstancia para usar el P1, o el P2, que son enormes y están vacíos, ¿no? Bienvenidos a Alemania. Una sola vigilante de seguridad se hace fuerte defendiendo el P1 (que es como un campo de fútbol y está VA-CÍ-O) y nos manda inexorablemente al P5. "Ahí pone P5". Ya pero están vacíos los cuatro primeros. "Ya, pero ahí pone P5". Argumento ganador, eso es así...
Una más sobre cuatro ruedas: los periodistas de prensa escrita tenemos una acreditación con los números 0 y 6, que marcan a qué zonas de los estadios tenemos permiso para entrar. Si, además, eres de una televisión o radio que ha pagado derechos, tienes el 7. Esto, que parece una tontería, es decisivo en muchos puntos del estadio. Es normal: si pagas tienes acceso a otras zonas para "broadcasters", se llama. Incluso si vas en el coche conduciendo con tu acreditación 0 y 6, no podrás pasar a alguna zona... salvo que... te cambies de asiento y conduzca el copiloto, que sí lleva el número 7. Increíble pero cierto.
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— UEFA EURO 2024 DE (@EURO2024DE) June 26, 2024
En general hay muchas situaciones de las que, en España (o en otros países), puedes salir fácilmente hablando y explicando, o incluso echándole un poco de jeta. No hay razonamiento que te permita entrar por la puerta 24 si tu puerta es la 23, olvídate. En Alemania ese factor no existe. Ya he aprendido a que no merece la pena ni intentarlo.
Si en Leipzig te pillan tres semáforos... lo mejor es que ya te pidas el día libre. No vas a llegar de todas formas. Todo fluye a otro ritmo y la verdad es que fluye bien. Ahora: si se pone en verde y te pilla distraído... te pitarán a las dos décimas de segundo. Y en las autopistas, si vas a 120 y te adelanta un obús, no te asustes: es lo normal.
Cerveza de tamaño máximo y el error del «medium spicy»
Cerveza y picante. Pedir una cerveza grande es una temeridad (por lo que me han dicho... 😎). Grande es "enorme". De un litro casi seguro. La de 0,4 es lo que para ellos es una caña (que vendrán a ser como 0,2, es decir, el doble). Y lo mismo pasa con el picante. El primer día, en Múnich, estuve a punto de crear una baja masiva entre compañeros del Marca y de Cope por convencerles de tomar un Schnitzel (filete empanado premium, que está riquísimo) "medium spicy". Gran error. A Alberto Rubio casi tenemos que ingresarlo. Sudando porque picaba como pegarle un mordisco a la muerte, pero se lo comió entero. Y, claro, no pasó la mejor noche de su vida...
Trenes. Para empezar os pido que no le contéis a nuestros jefes que, al parecer, los billetes de tren salen al 50% con la acreditación de la Eurocopa y es facilísimo sacarlos. A todos los que los sacamos en Madrid, previsores... pues eso que resulta que hemos pagado bastante de más. Luego es que hay una curiosidad que tampoco sabíamos: puedes comprar un billete para subirte al tren (a cualquier tren que vaya a donde has pagado), pero eso no te garantiza un asiento. Para eso debes pagar el asiento en concreto, que no es ningún drama, son como 6,50 euros más, pero es curioso.
Nos habían prevenido muchísimo sobre el caótico funcionamiento de los trenes y la realidad ha sido todo lo contrario. Muy pocos problemas, mucha comodidad y una puntualidad superrazonable. De nuevo, volviendo al primer punto de este texto: aunque el vagón de primera clase esté vacío, si tenéis billete de turista... ni lo intentéis. Aunque no haya nadie más en todo el tren. Es desgastarse inútilmente, vais a durar dos minutos y os habréis ganado un archienemigo en la figura del revisor para el resto de vuestras vidas.
Las carreteras y la cerveza son un mito... También la lógica alemana
(En la Región del Ruhr, la Eurocopa transcurre repleta de partidos en un radio de 60 kilómetros. Aquí, al menos, nada es lo que parece, como dice Alberto Martínez).
Al llegar a Düsseldorf, la primera excitación es cuál será el coche de alquiler. Te imaginas Alemania como ese paraíso para cualquier conductor, con autopistas enormes, asfalto impoluto como el verde del Bernabéu (el que debía ser, no el que fue últimamente), sin apenas límites de velocidad... Pero resulta que solo el Toyota Corolla híbrido y automático responde a tus expectativas. Alemania es un caos en la zona del Ruhr que conecta con Dortmund, Colonia o Gelserkirchen, con más obras que en la M-30 y en ocasiones colapsos como los de las Rondas de Barcelona, cuando para recorrer 50 kilómetros en coche por autopista necesitas cerca de una hora. La señalización ya es otra historia.
Suerte del coche, que te ahorra tiempo aunque te dé algún dolor de cabeza, especialmente al aparcar en los estadios (es muy difícil obtener pase de parking de la UEFA) y en los alrededores, porque en Alemania todos ellos están en zona alejadas de la civilización, en medio de parques como en Colonia o en Gelserkirchen, a las afueras como en Dortmund, junto al río y en una zona entre ferias y congresos como en Düsseldorf. Si te equivocas de entrada, te espera otro kilómetro para caminar porque en Alemania, ya lo hablaremos, cuando es no es no.
El tren es buena opción, pero la expresión es "preciso como un reloj suizo" (no alemán). La periodicidad de los trenes en las ciudades no es la mejor, y mucho menos el alivio cuando lo coges en medio de la marabunta. Las tres horas de espera de Gelserkirchen son el ejemplo de que Alemania no es siempre eficiente y de que en ocasiones da la sensación que no se han preparado demasiado.
Si la red vial no es la mejor, cuando te metes dentro del estadio, llegas pronto y no hay colas en los bares, vuelves a tener idealizado el modelo alemán de cerveza y bratwurst, comida sana. Que no falte. Nada comparado con la Premier, lamentablemente. La cerveza no te la sirven fría, por lo que a los cuatro sorbos ya te incomoda en la mano y en el estómago. O llegas sediento o se acaba convirtiendo en un engorro. En mucho menos tiempo se come uno el bocadillo, con un pan minúsculo y un trozo de carne que sí, tiene sabor, pero que no hace justicia a los 7 euros que cuesta. Pese a ello, y muy a mí pesar, la dieta alemana es casi siempre la mejor opción.
Maquinaria alemana, sí, pero ni mucho menos perfecta
Dónde Alemania si hace honor a su fama es en su poca flexibilidad. Si hay normas, hay que cumplirlas, aunque resulten absurdas. Si hay zonas a las que no se puede acceder aunque sean ilógicas, no hay forma de convencerles de lo contrario. Ocurre especialmente con las zonas mixtas, que se han convertido más en una tortura que en una oportunidad, y para llegar a ellas es necesario tatuarte el recorrido como Michael Scofield en Prision Break.
No es que la prensa seamos sibaritas, pero estamos trabajando y en ocasiones tenemos que bajar de la tribuna a la parte de abajo del estadio, salir con todo el público, intentar leer los carteles que anuncian la zona mixta sin voluntarios en la zona, u otros que lo desconocen, y dar la vuelta a todo el estadio para alcanzar nuestro cometido, como ocurre en Gelserkirchen o, en menor medida, en Düsseldorf.
La Eurocopa que no se ve es siempre la más interesante, la que se aleja de los focos y te desprende la realidad de un país que presume con razón de estadios llenos, atmósferas increíbles y una organización notable, pero que cuenta con mitos, leyendas y errores como en todos los lugares. Maquinaria alemana. Sí, pero no perfecta.