Los "grandes sueños" que inspiran a Arda Güler en la Eurocopa y en el Real Madrid

En el minuto 78 de partido, con la lluvia fina cayendo sin parar sobre el césped del Signal Iduna Park y el estrecho marcador de 2-1 a favor de Turquía ante Georgia en el mejor partido ya de esta Eurocopa, Vicenzo Montella realizó dos cambios. En uno de ellos, el 80 por ciento de los espectadores se levantaron de sus asientos y empezaron a aplaudir sin parar, como si hubieran presenciado una actuación memorable, ya fuese un concierto o un espectáculo del Cirque du Soleil, o estuvieran ante una despedida de verdad, como la de Toni Kroos. No es el motivo que se liga a Arda Güler, que tiene 19 años y una vida de sueños por delante, pero que 'solo' había marcado un golazo con esa zurda mágica que todo lo que lanza lo enchufa para poner por delante a Turquía.

"Arda", "Arda", "Arda"... Se escuchó sin parar. Su nombre en la camiseta de los aficionados es el más serigrafiado, especialmente en los más pequeños. Todos hablaban de Arda, también los periodistas, al que consideran su nuevo líder pese a su juventud, una especie de Messi a la turca. "No lo podía quitar", defienden a Montella, porque antes de ese tanto en el minuto 65 Güler estaba desubicado y perdido, fallón, más implicado en defensa que en ataque, lejos de ese amor por el balón que señalaba Carlo Ancelotti, sin conectar tiros ni pases, tan desquiciado que Kokcu lo tuvo que coger porque en una acción que reclamó un penalti inexistente iba decidido a protestar al árbitro. Su compañero le salvó de la amarilla.

Algo tiene Güler no solo para provocar los elogios públicos de Ancelotti y también los privados ("el entrenador Ancelotti también me envió un mensaje. Me mostró su apoyo", comentó), sino para encandilar a Montella, el seleccionador, un hombre de "grandes sueños", como explicó antes de la Eurocopa a la hora de plantear los objetivos: Turquía llevaba dos torneos sin pasar la fase de grupos, ahora ya ha puesto un pie.

La confianza del entrenador italiano, atacante talentoso, curtido en mil batallas, es clave para que Güler evada la presión que se le cae encima y que fue testigo este martes en una Dortmund similar a Estambul. Teñida de roja, era el hombre sobre el que recaían todas las expectativas. "Sabemos que es un jugador que te puede cambiar un partido en una acción, la gente espera que siempre resuelva", explican varios periodistas a Relevo que aguardan en la zona mixta la salida de los jugadores. "Y Montella lo sabe, lo intenta mantener el máximo", añade.

Por eso mismo, el seleccionador ha ido lanzando mensajes durante la temporada al Real Madrid, disconforme con los minutos que ha jugado: "Necesitaríamos que tuviera más oportunidades". Y de golpe las tuvo y respondió con seis goles en seis remates. Curiosamente a partir de marzo. "La Eurocopa es una oportunidad para que él demuestre su valía", añadió anoche Montella. "Llega a esto con la mejor mentalidad después de ganar la Liga de Campeones y la Liga", cerró.

Los mismos del seleccionador son evidentes. Güler estuvo perdido en la primera parte, más acostado en el derecho ("fue donde había rendido bien", dijo recientemente el seleccionador), luego como segundo punta, siempre con esa independencia que le hacía recibir balones y aparecer en posiciones intermedias, pero que sin tino. Hasta que cogió el balón y soñó en grande. Y la clavó a la escuadra. Y Turquía enloqueció con su niño de oro, que sueña con más goles y que, al volver de la Eurocopa, ganará a un tal Kylian Mbappé como competencia en el Real Madrid...