El sucesor de Manolo 'El del Bombo' también es manchego, fue periodista y colega de Elsa Pataky
Curro cogió el testigo en Catar y ahora, mientras el valenciano se deja ver de vez en cuando y otros opositan a su puesto, él se ha confirmado como el líder de la grada que anima a la Selección.

Colonia (Alemania).- La Selección, como ya es tradicional desde que se disparara la ilusión en torno al equipo en el Mundial 82, nunca camina sola. Es cierto que las aficiones de Croacia, Italia y Albania golearon cuantitativamente a la de España en la fase de grupos de esta Eurocopa de Alemania. Y que este fin de semana, la de Georgia hará lo propio en Colonia. Sin embargo, los internacionales nunca se han sentido huérfanos. Cualitativamente, ver tanto rojo alrededor del césped, un montón de banderas y el bombo siempre es de agradecer en el vestuario. Por eso, nada más salir a calentar y antes de abandonar el estadio, Morata siempre 'pastorea' a sus compañeros hacia el fondo más cañí para agradecer el incondicional apoyo.
Ahí, durante muchísimos años, siempre estuvo Manolo 'El del Bombo' caldeando el ambiente. El diario The Guardian le calificó en 2012 como el "aficionado español más famoso del mundo", ataviado siempre con su boina, cachirulo y camiseta de España. Una constante en todos los partidos de La Roja durante cinco décadas hasta que Manuel Cáceres Artesero, como realmente se llama el ciudadrealeño, cambió de vida a sus 75 años. Atrás queda el inicio de su repertorio en El Alcoraz siendo un adolescente y cuando empezó a viralizarse por la RAI en un Italia-España en 1980.
Él, sin duda alguna, marco el camino de otros muchos. "En el Mundial del 82 hice 15.000 kilómetros en autostop, con el bombo. Salí desde Huesca, donde vivían mis hermanos y mis padres. De Huesca a Lérida, de Lérida a Barcelona… Así fui yendo a los partidos más importantes de España y del Mundial, donde jugamos muy mal. Después, acabó el campeonato y yo lo había perdido todo. Había perdido el trabajo, porque tenía un bar en Huesca [luego tuvo otro en Valencia] y lo dejé todo por el fútbol", relató el propio Manolo en una charla reciente con Relevo.
Pero en Catar se tambaleó todo. Manolo no acudió al Mundial 2022 aunque era su intención. Según explicó el propio aficionado, la RFEF le proporcionó tanto entradas para los partidos como los vuelos al país de Oriente Medio. Sin embargo, no le dio alojamiento, requisito indispensable para entrar al país y, además, algo que él no se pudo permitir. "Me enfadé un poquito, porque podrían ser 11 Mundiales y me he quedado en 10", asegura. Así que con esta problemática latente llegó el turno de Juan José Abascal. Su heredero, también surgido de la Peña Marea Roja Fans (MRF), es quien se ha erigido ahora como el gran líder de la afición española. Aunque nació en Santander, Curro -como se le conoce por sus inconfundibles y anchas patillas- vive desde crío en Toledo y a sus "cuarenta y muchos" puede presumir de ser otro Quijote, un hostelero de referencia en la capital de La Mancha (su bar Tierra siempre tiene colgado el cartel de no hay billetes) y de haber sido un proyecto de periodista.

"¡Qué tiempos! Estudié en el CEU y allí conocí a Sergio Criado, el colega que a menudo me acompaña en esta locura de animar a la Selección por todo el mundo, juegue donde juegue. No es broma, lo conocí en la universidad y los dos compartimos promoción con Ana Pastor, Sonsoles Ónega, Berta Collado, Jalis de la Serna y compañía. Hace ahora 25 años que aquella promoción acabó la carrera", recalca Curro con orgullo, al que Relevo conoció un día en la barra de su local junto a la Plaza de Zocodover y con el que también ha compartido un buen rato por las calles de Alemania estos días para arropar al equipo de Luis de la Fuente.
"En esas aulas también estaba entonces la actriz y modelo Elsa Pataky. Como lo oyes. Yo iba de mañana a la 'uni' y ella de tarde, pero coincidimos bastante y al final nos hicimos colegas. Tomábamos café casi todos los días de la semana. Y fíjate, aunque ahora parezca mentira, era un chica de lo más normal. Destacaba por otras muchas cosas, pero no por ser tan tan guapa. Yo ejercí un tiempo como periodista pero ahora me dedico a otras cosas diferentes que se me dan mejor, a la hostelería y la cocina. Me viene de familia. Pero me lo paso pipa animando. Hay muy buena onda y es muy divertido. A mi hija cada vez le pica más el gusanillo y ya me pide un bombo pequeño para ella", sentencia esperanzado.
De mochilero a ser una institución
A Curro siempre le había llamado la atención el papel de los aficionados que, más allá de su club, dejaban todo para coger carretera y manta y apoyar a España. La influencia de los Toreros de Cantabria en la tierruca le animó a ir metiéndose poco a poco en estas peñas. Hasta que formó parte de Marea Roja Fans, asociación reconocida por la propia Real Federación Española de Fútbol, para poder tener acceso a entradas y dar rienda suelta a su pasión. Así se presentó a la Euro 2008, casi más de turismo que de otra cosa, y desde entonces fue empalmando fases finales de todo tipo, hasta que en 2014 fue cogiendo peso y en Catar (2022) saltó la sorpresa con ese cambio de rol.

Manolo no iba a ir y él mismo pidió a los de la peña que se hicieran con un bombo para que su tradicional despliegue no se perdiera. "Todo el mundo empezó a preguntar en el grupo quién o quiénes estaban dispuestos a hacer sus funciones de animación y yo, que me va la marcha a tope, acepté el reto y aquí estoy, encantado. Y cansa mucho, ¡eh! Yo, si digo que lo hago, cumplo a muerte hasta el final. No paro desde que salgo de casa hasta que vuelvo. Y desgasta mucho. Pesa tela", resume Curro con humor, recordando que todos los gastos corren de su cuenta. No ha tenido la suerte, hasta ahora, de Manolo de que le patrocinen o de que le costeen los desplazamientos. Esta misma temporada se dio una curiosidad: ambos coincidieron en la reaparición de Mnaolo en Granada en la fase de clasificación para la Euro y lo primero que hizo Curro, con humildad, fue pedirle una foto junto a su pequeña.

La verdad es que Curro se lo ha currado (nunca mejor dicho). Tras irse a la aventura por medio mundo como mochilero juvenil hace muchos años ("México, Guatemala, Colombia, Perú…"), a la Eurocopa de Francia en 2016 llegó a acudir en moto desde Toledo recorriendo 3.500 kilómetros de ida y vuelta. "Lo hice en 22 días por la vía Tolouse-Niza-Burdeos". Pero no es hasta Catar cuando empieza a tocar un bombo que ahora, con el paso de los años y la entrega, tiene customizado con el lema 'Toledo 2025 Ciudad Europea del Deporte'. "Los días de partido toco 12 horas porque me mola y lo siento. Hay que ponerle mucha pasión".
Y horas. Muchas horas. "A estos primeros tres partidos de la fase de clasificación he ido y venido porque no puedo dejar el bar solo. Tengo a siete u ocho trabajadores en él y un negocio así, si no estás, es muy complicado mantenerlo", recalca. Pero no piensa perderse por nada la mayor parte de la ruta de la muerte hasta la finalísima de Berlín del próximo 14 de julio. Lo que le permitan las obligaciones. A fin de cuentas es talismán. "Estuve en la Nations League que ganamos en Rótterdam y fue una pasada. Y lo mejor de todo, me fui a Sídney para apoyar a la selección femenina en un Mundial que ha pasado a la historia. Disfruté muchísimo. Ahora quiero seguir dándolo todo". Para ello tuvo que pedir autorizaciones a la RFEF, entradas (que paga religiosamente) y un salvoconducto a la UEFA para que le dejen acceder a los estadios con su principal herramienta de trabajo. "Te encuentras de todo, unas veces te dejan, otras no… He hecho de todo para poder llevarlo conmigo".

No hay mejor homenaje al precursor de esta pasión, Manolo. El emblemático animador de la Selección, que vive con 960 euros al mes según reconoció a este periódico hace meses en una entrevista con Cristina Bea, siempre estará en el imaginario colectivo del fútbol español. Y no hay más que escuchar a la gente cuando ahora ve a Curro: "¡Mira, el nuevo con el bombo!". A Manolo nadie le olvida ni él olvida a la afición: "Hace unos años no tenía ni para comer. Me he gastado millones y millones por el fútbol. Me ofrecieron 20.000 euros por un bombo, pero yo no se lo vendo a nadie, siempre los he regalado", dijo emocionado a Relevo. Está claro que esto, seas heredero oficial u oficioso de Manolo, ante todo es una pasión.