José Santos, el currito de la RFEF que casi lesiona a Morata fue arropado y ya tiene el perdón: "Una amarilla y punto"
El delantero, tras el susto por ser arrollado por el miembro de seguridad, habló con él, se dieron un abrazo y hasta bromearon.

Donaueschingen (Alemania).- El percance que sufrió Álvaro Morata nada más acabar la semifinal ante Francia en el Allianz Arena ya está olvidado. Quedará como una anécdota más en una concentración donde, por encima de todo, reina un gran ambiente. El delantero, tras el susto de haber sido arrollado por un miembro de seguridad de la Federación mientras festejaba por todo lo alto el pase a la final, no sufrió ninguno problema físico, podrá jugar el domingo y ya ha arreglado el asunto con el nuevo imitador de Pablo Alfaro.
El capitán de la Selección y José Santos, trabajador de la RFEF que ha sido noticia (vital) sin pretenderlo, hablaron ayer mismo en Múnich sobre el incidente, se fundieron en un abrazo tras aclarar lo que había sucedido y, cómo no, ambos acabaron siendo objeto de las bromas de toda la expedición. Morata, de hecho, ha quitado hierro al asunto en la mañana de este miércoles. Cuando el equipo abandonaba el hotel de concentración rumbo al aeropuerto de Stuttgart para regresar a la Selva Negra, ha sido tan tajante como bromista: "Estoy bien, amarilla y punto".
José Santos pasó un rato malo sobre el césped mientras soñaba por megafonía Mi gran noche de Raphael, el himno que la UEFA dispara con cada victoria de España. En su ímpetu por reducir a un aficionado que saltó al terreno de juego para abrazarse a los futbolistas y fotografiarse con ellos, se escurrió a la carrera y acabó impactando con fuerza contra el ariete del Atlético de Madrid. Una segada en toda regla como se conoce a ese tipo de barridas en el fútbol. Al principio se temió lo peor y no atinaba ni a disculparse.
El golpe fue duro y pilló al internacional totalmente parado, con la agravante de que no se esperaba el choque y estaba relajado sin tensar la musculatura. En ese primer instante, fruto de la preocupación y los nervios, Morata se quejó amargamente, maldijo y pidió explicaciones sin entender nada mientras cojeaba y hacía saltar las alarmas. Luego llegó la calma.
Poco a poco, y al mismo tiempo que se retiraba a vestuarios, los dolores en la rodilla derecha enseguida remitieron. Los fisios y médicos le exploraron rápidamente la zona afectada y enseguida descartaron cualquier lesión pese a los preocupantes mensajes lanzados por algunos medios. Santos respiró aliviado al entender que la gravedad de los hechos podía haber sido mayor y pasar a ser un protagonista inesperado. En ese momento el vídeo ya daba la vuelta al mundo. Ahora todo ha quedado en una anécdota graciosa.
Un compañero muy querido
Santos, según varios miembros de la expedición, es un trabajador muy querido en la casa que, además, goza de una excelente fama como profesional. Él es uno de los encargados por velar por la máxima tranquilidad alrededor del equipo en Alemania. Está presente junto a sus compañeros en todos los entrenamientos de La Roja en la ciudad deportiva de Aasen y no se separa ni un segundo de su radio de acción alrededor de los jugadores y del cuerpo técnico. Pese a que su rigor y seriedad siempre son máximas, en privado todo el mundo le reconoce como un encanto de persona y servicial.
Morata lo sabe y, por eso, es el primero en valorar a todos los trabajadores que acompañan al equipo a diario. Igual que el delantero se ha salido algo del redil con sus declaraciones sobre el cariño y el mercado, en privado nunca se ha movido ni un milímetro de sus funciones como líder. Siempre es el más atento con todos los integrantes de la Selección y, de hecho, ha sido uno de los más intensos negociadores con las primas que España tiene en Alemania para que a cada trabajador le llegue su merecido premio.