EUROCOPA | ESPAÑA 2 - ALEMANIA 1

El gol del héroe Mikel Merino se originó en una 'pelea' padre-hijo: "Siempre nos picamos"

El vestuario, exhausto, alargó la fiesta. Miguel Merino, emocionado: "No me creí el gol de Mikel hasta que la red paró el balón; el subidón es inexplicable".

Mikel Merino celebra su gol a Alemania. /REUTERS
Mikel Merino celebra su gol a Alemania. REUTERS
Manuel Amor
Guillermo González

Manuel Amor y Guillermo González

Stuttgart (Alemania).- Duró un segundo. Y se paró el mundo. Mikel Merino, en un escorzo imponente, se elevó y detuvo el crono. 100.000 ojos (y millones por la tele) puestos en él. Su cabezazo para batir a Neuer, marcar el 2-1 en el 119' y poner a España en semifinales de la Eurocopa fue para todo un país. Pero, sobre todo, fue para los que siempre le acompañan: su madre Maite, su mujer Lola... y su padre Miguel.

No se lo podía creer. El progenitor del héroe de España, para quien no lo sepa, se ganó la vida como futbolista. Y se la ganó bien: tuvo pasos muy destacados por Leganés, Las Palmas o Celta y dejó huella en Osasuna (196 partidos y 18 goles), con el que disputó competición europea en la 1991-92. Esa temporada, en una eliminatoria de la UEFA, anotó uno de sus tantos más célebres precisamente en Stuttgart. Su diana y un doblete de Jan Urban llegaron a poner 0-3 a los rojillos en un Neckarstadion lleno hasta los topes (el partido acabó 2-3) y regalaron el pase a octavos. La cita no se olvida y, curiosamente, sirvió de motivación para que Mikel hiciese historia en el mismo lugar 33 años después.

"Lo habíamos hablado. Siempre tenemos ese pique: Mikel debutó con la Selección en este campo y le quedaba la cosa de que yo había metido aquí y él no. No hace más que dejarme mal (risas)". Quien habla es el propio Miguel, que atendió a Relevo en las entrañas del MHPArena sólo unos minutos después de que su hijo tumbase a la anfitriona y se abriese un hueco en los anales del fútbol nacional. La emoción, como no podía ser de otra forma, se apoderaba de él: "Ahora mismo soy el padre más feliz del mundo; estoy muy orgulloso de Mikel. Se lo merece. Ha trabajado un montón durante toda su carrera para conseguir esto. Que lo haya logrado me llena de alegría. Estamos más contentos que nunca".

Miguel Merino: “Lo habíamos hablado; siempre tenemos el pique del gol”. RELEVO

La liturgia se redondeó con la celebración. Mikel, que acostumbra a obrar así, clavó en el córner el festejo de su padre aquella noche en Stuttgart: se marchó a la esquina, agarró el banderín y le dio dos vueltas para soltar después la furia por la boca. "Da la vuelta al banderín por respeto y para dedicármelo cuando marca. Yo hacía esa misma celebración. Hoy le ha tocado tirar de varias: para la novia (ya esposa desde que arrancó la concentración), para los amigos, para mí…".

Su padre, con gorra y dorsal '6', todavía no terminaba de dar fe. "No me creí que había entrado hasta que la red paró el balón. A veces el efecto óptico engaña... Después, el subidón es inexplicable. Tienes que vivir esto para poder decir qué es lo que se te pasa por la cabeza", trataba de explicar. Lo que tiene claro, eso sí, es que su niño, campeón de una Nations League y dos Copas en dos países, ya le ha "superado con creces".

"Yo también puse mi firma aquí (por Stuttgart), pero en un ambiente totalmente diferente y no en unas circunstancias que se recordarán para siempre. Veía la jugada y estaba deseando que le llegase el balón. Es un buen rematador. Y ha cumplido", enfatizaba con piel de gallina y mientras el resto de familiares desfilaban por la salida de las zonas VIP.

El gozo de los allegados, por supuesto, era comparable con el de los protagonistas, que alargaron la fiesta en el viaje de vuelta en autobús de Stuttgart a Donaueschingen (pernoctaron en su campo base y no en la ciudad en la que se jugó el partido). El vehículo, revelan desde dentro, fue una fiesta: vaciles a Olmo, cánticos a Merino, Omar Montes a todo trapo... El cansancio, lógico después de 120 minutos a cara de perro, se mitigó momentáneamente con la adrenalina de ganar. Hoy será otro cantar.

Miguel Merino: “Es inexplicable, un subidón”. RELEVO

El centrocampista de la Real también expuso ante los medios su sentir al sellar el gol más importante de su carrera: "Al principio no me lo creí. No he visto salir la pelota de mi cabeza, sólo cuando entraba, y después he escuchado un silencio increíble. No sabía qué estaba pasando. He tardado un par de segundos en darme cuenta". Su testarazo dejó muda a la ruidosa afición germana y enloqueció a los 8.000 seguidores de La Roja, eufóricos tras el encuentro: "¡Vamos a ganar la Eurocopa! ¡A tus pies, De la Fuente!".

Al técnico le debe mucho Merino. Siempre confió en él las inferiores y ha vuelto a tirar del navarro en la Absoluta. Aunque al txuri-urdin le gustaría desempeñar un papel más principal, sus esfuerzos hasta ahora tampoco resultan nada desdeñables: ayudó a cerrar las victorias ante Croacia (24') e Italia (salió en el añadido), cumplió con nota en el triunfo contra Albania que cerró la fase de grupos (90'), volvió a dar oxígeno en la recta final frente a Georgia (10', saltó al campo con 3-1) y salió a hombros después de sus 41' ante la Mannschaft.

A La Roja ahora le toca descansar, aunque todo se lleva mejor cuando el éxito es la guarnición. El júbilo de Merino y los suyos fue la tónica: Miquel Olmo (padre de Dani y entrenador) no cabía en sí tras ver al '10' recoger el MVP, Iñaki y los padres de Nico vivieron con enorme tensión la última proeza de los Williams ("en los penaltis casi les explota el corazón", cuentan), Lamine se fundió en un abrazo eterno con Mounir y Sheila... Los únicos rostros descompuestos se atisbaban entre el entorno de Pedri tras su última desgracia. Al canario, parte de la "familia" que también mencionó Mikel, se le dedicó realmente la victoria que coloca a la España de todos a dos pasitos de la gloria.