La nueva generación alemana se pone como espejo a los Kroos y Gündogan del Mundial de Brasil
Jamal Musiala y Florian Wirtz empiezan brillando en la Eurocopa del mismo modo que los centrocampistas de Madrid y Barça lo hicieron en el Mundial de 2014, con un año más.
A Toni Kroos e Ilkay Gündogan todavía les queda fútbol. El del Real Madrid ha decidido irse sin permitir que se aviste un futuro ocaso. El del Barcelona ha demostrado que aquel que le critica poco sabe de fútbol. El capitán, en el esquema de Nagelsmann, vive incrustado en la mediapunta. Le escoltan dos jóvenes correosos, Jamal Musiala y Florian Wirtz. Las dos generaciones son las que convierten a Alemania en candidata a todo.
Los mediapuntas de Bayern y Bayer, del 2003, se miran en el espejo de Gündogan y Kroos, ambos nacidos en 1990. Los veteranos tenían solo un año más que Florian y Jamal el día que tocaron el cielo levantando el Mundial, el de 2014 en Brasil. Los jóvenes, tras una experiencia complicada en Catar, tienen en su país la posibilidad de replicar con un título con la selección los primeros compases de las carreras internacionales de Toni e Ilkay.
Alemania juega con tres mediocentros: Kroos, Gündogan y Kimmich. Los tres con roles muy diferenciados. A los costados de Ilkay aparcan Wirtz y Musiala, dejando las bandas para las subidas de Joshua y un Mittelstädt al que se le vio atrevido en el partido inaugural. Wirtz y Musiala están llamados a encabezar la próxima gran generación de futbolistas alemanes. También del mundo.
Tan distintos como complementarios
Son tan talentosos como distintos. Por un lado, Wirtz, tras superar una grave lesión, se ha ido afianzando como un futbolista muy cercano al gol. Ha cerrado la histórica temporada en Leverkusen con 18 goles y 20 asistencias. Además, tiene el honor de haber descorchado la cuenta goleadora de la Eurocopa de este curso, con un buen golpeo desde la frontal. Su capacidad para dar el último pase le convierte en el deseo de todo el continente.
Por otro lado, Musiala es un futbolista que, pese a ocupar la misma posición, entra distinto por los ojos. Su plasticidad, de jugador dotado, elegido, le permite trazar conducciones rápidas y con cambios de pierna que eliminan rivales. Acabó el partido con cinco de ocho regates completados y sin fallar ningún pase. Tampoco falló a su cita con el gol, anotando el segundo en una fusilada desde dentro del área.
"Necesitamos a los magos, pero no nos sirve de nada si no trabajan defensivamente. Hoy hemos trabajado muy duro en todas las fases", comentó Nagelsmann en sala de prensa, que ya avisó en la previa que se trataban de "dos jugadores de talla mundial". El seleccionador explicó que pide a los futbolistas "que disfruten, que recuerden que es fútbol, que no es una cuestión de vida o muerte". Y en esas están Wirtz y Musiala, disfrutando y bailando en espacios reducidos como si todavía estuvieran en el patio de la escuela.
Alemania ha demostrado ser en los últimos años una fábrica de extremos: Leroy Sané, Adeyemi o Gnabry son algunos ejemplos, como también han participado en la banda Brandt, Draxler o Werner. Por este camino creció aquel Bayern de Hansi Flick. Aun así, Nagelsmann prescinde de este perfil en su plan de partido principal para nutrir de talento las posiciones interiores. Wirtz y Musiala están preparados para tomar el relevo de Gündogan y Kroos.