Serbia llegó a la meta y Montenegro murió en la orilla: crónica de una disolución que resuena en la Eurocopa
La relación entre Serbia y Montenegro también tuvo su repercusión en la Euro 2024.
A estas alturas, es difícil saber si sería correcto o no estar en sintonía con George Orwell cuando afirmaba que el fútbol es "como una guerra sin armas". Lo que es cierto es que, en Europa, ha librado batallas de una altura inmensa gracias a la libertad con la que puede sacarse el balón de una portería y volver a empezar. En el caso de las heridas de los Balcanes, ni son nuevas ni están cerradas del todo, por lo que el fútbol a menudo reabre las viejas discusiones para dirimirlas en un campo de fútbol.
La Eurocopa siempre cuenta historias alejadas del fútbol y que muestran que el viejo continente aún tiene heridas por cerrar allá donde mires. El caso de Serbia, clasificada a la fase final del torneo pone de manifiesto que, años después del conflicto de los Balcanes, la realidad particular de la zona sigue dejando escenas llamativas, incluso en torno al balón. En la cita de Alemania estará la selección de Dragan Stojković tras dejar en el camino a una Montenegro que tendrá que vivir la Eurocopa desde casa.
Los caprichos clasificatorios de la competición continental quisieron que Serbia y Montenegro se midieran entre sí para competir por un puesto en Alemania. Ambas vivieron unidas tres años con un apelativo que seguía evocando a Yugoslavia. De 2003 a 2006, vivieron un periodo en el que compartían piso y gastos, pero no charlaban por los pasillos. La representación parlamentaria era desigual y la tensión parecía seguir enfrentando a las dos naciones, que, si bien tenían muy claras las condiciones, no contentaban a nadie, especialmente a los montenegrinos. Estos, descontentos, resolvieron, mediante referéndum, separar los caminos definitivamente.
Los de Miodrag Radulović cayeron primero en marzo, con dos goles de Dušan Vlahović a domicilio, en el estadio montenegrino, Podgorica City. Ese primer varapalo supuso incluso un respiro mayor para Serbia, que lideraba con 6 puntos la clasificación del Grupo G tras ganar a su máximo rival en el grupo. Hungría iba cogiendo peso y Montenegro, que había comenzado bien con su victoria ante Bulgaria, empezaba a sufrir. En la vuelta, en Belgrado, al amparo del Rajko Mitić, Montenegro volvió a sucumbir ante Serbia, con doblete de Mitrovic, héroe local, al que se unió Tadić por la parte serbia y Jovetić por la montenegrina.
La selección de Stojković conseguiría llevarse el gato al agua tras ganar lograr 14 puntos en total, con 4 victorias, dos empates y dos derrotas. El conjunto montenegrino, por el contrario, se quedó en la orilla tras conseguir 3 puntos menos que Serbia en la clasificación general, quedando inmediatamente por debajo de sus vecinos territoriales, tras obtener sólo 3 victorias, ante Bulgaria (en ambos choques) y ante Lituania.
Esa falta de puntos por parte de la selección montenegrina los dejó en la estacada para poder sumarse a la Eurocopa de 2024, en favor de Hungría y Serbia, que sí lograron meterse en la competición que se desarrollará en el verano alemán de 2024 y en la que defenderán, además, la incesante sensación con estas dos selecciones de dejar a deber nivel y competitividad en los últimos años.
Un grupo lleno de matices geográficos en la vieja Europa
Pero ahí estaba el fútbol para que estos viejos conocidos tuvieran que seguir viéndose de cuándo en cuándo. La Eurocopa tuvo la culpa. Una Eurocopa en la que Montenegro aún no ha podido clasificar desde que en 2006 decidieran separar su camino del de sus vecinos serbios. En marzo de 2023, el Grupo G de clasificación a la Eurocopa echó a andar con Bulgaria, Hungría, Lituania, Montenegro y Serbia en la búsqueda por estar en Alemania este verano. De todas ellas, sólo dos serían agraciadas. Y todas parecían tener lazos en común en la historia reciente, en torno a un tiempo ya pasado, pero vivo.
"Jamás he tenido un problema por cuestiones políticas. Claro que todos teníamos sentimientos e ideales diferentes, pero entre los futbolistas no pasaba nada. Podíamos hablar de política, pero con respeto"
Seleccionador de MontenegroSin ir más lejos, en Montenegro ha empezado a entrenar Robert Prosinečki, que representa a la perfección el capricho identitario de una zona con muchas heridas abiertas aún. Nombrado en febrero de 2024 nuevo seleccionador de Montenegro, el exjugador de Madrid o Barcelona nació en Alemania, representó como jugador de selección a Yugoslavia y a Croacia y brilló con tremenda intensidad en el Estrella Roja de Belgrado, Serbia, consiguiendo incluso la Copa de Europa en 1991.
Que el fútbol se haya convertido en uno de los espacios de conocimiento y gestión de esa herencia cultural e histórica de los diferentes países en Europa habla de la importancia social que tiene este deporte en todas sus manifestaciones. Y la Eurocopa de 2024, como no podía ser de otra forma, sigue portando historias que así lo avalan, incluso antes de que el evento dé el pistoletazo de salida.