La sociedad padre-hijo que sustenta a la selección 164 del mundo: "A veces no todo es tan bonito como parece"
Koldo Álvarez, entrenador de Andorra, es el progenitor de Iker, portero del Villarreal B y futbolista más destacado del primer rival de España en su camino hacia la Euro (hoy, 21:30).

Badajoz.- Koldo Álvarez (53 años) es la mayor leyenda del fútbol andorrano y seleccionador del país desde hace 14. Iker Álvarez (22) ocupa la portería desde hace tres. Esta noche se enfrentan a España en Badajoz (21:30) en un partido siempre especial por medirse a un rival de tal nivel… y todavía más para ellos: son padre e hijo y la sociedad que sustenta a la selección del Principado, la 164 del mundo (por detrás de otras de tan poco pedigrí como Myanmar, Tahití o Maldivas) y que lleva casi dos años sin ganar un partido. Saben que meterle mano a un equipo como el de De la Fuente resultará difícil, pero afrontan la cita con ilusión y, sobre todo, con ganas de demostrar que no han viajado a Extremadura para servir como mero sparring a La Roja antes de la Eurocopa de Alemania.
Iker se erigió hace tiempo, con diferencia, en el futbolista más destacado de Andorra y en el único que juega en una categoría profesional: esta temporada ha ofrecido un rendimiento notable en el Villarreal B (Segunda) y oposita a ganarse una plaza en la primera plantilla la próxima temporada. Él, pese a su corta edad, aporta un bagaje del que el resto carece. Los otros cinco futbolistas con mayor valor de mercado para Transfermarkt militan en la liga local (Christian García, Eric de Pablos y João Teixeira), en Segunda eslovena (Cucu, que ha rozado el descenso a Tercera con el Krka) o en Tercera Federación (Joan Cervós, del modesto CP San Cristóbal). Entre todos acumulan un coste estimado de 3,2 millones. Sólo Pedri vale 80.
Una diferencia tan abismal debería traducirse en el terreno de juego, pero "en el fútbol no hay nada escrito", recuerda Iker, y el rival saldrá a plantar cara. "Vivimos para estos momentos", recuerda en conversación con Relevo desde el lujoso NH Gran Hotel Casino, a apenas cinco kilómetros del Estadio Nuevo Vivero. Más allá de lo que ocurra en el campo y del resultado final, tiene claro que es un compromiso "para disfrutar" y para celebrar "lo que le ha costado a cada uno" llegar hasta aquí. A él, aunque pueda parecer lo contrario, más que a muchos.
Cuatro horas de viaje a Manresa para cumplir un sueño
El guardameta es uno de los pocos casos de éxito que corroboran que un futbolista formado en un contexto de poca exigencia como el andorrano puede alcanzar la élite en un período de tiempo relativamente corto. Su padre, después de pasos por Toledo (1989-90), Atlético de Madrid (1990-1993) o Salamanca (1993-1994), colgó las botas en el FC Andorra en 2006 (pasó allí 12 temporadas). "Allí conoció a mi madre y allí me tuvieron. Yo empecé a jugar en el Inter d'Escaldes", cuenta Iker, que creció en La Massana, a sólo diez minutos en coche de Andorra la Vella. Su agilidad bajo los palos, pese a comenzar su camino como jugador de campo, no tardó en llamar la atención.
"En Andorra hay una liga propia, pero, si eres joven y destacas, suelen llamarte para pasar un proceso de selección y fichar por el FC Andorra, que compite en ligas de Cataluña", relata. Se marchó pronto al club que hoy preside Piqué y tampoco invirtió demasiado tiempo en acaparar las miradas de equipos catalanes… hasta que en cadete de segundo año tomó la decisión que ha marcado su por ahora corta carrera: fichar por el Nàstic de Manresa, una entidad formadora, pero alejada del estatus de canteras como las de Barcelona o Espanyol.
"Del Villarreal me convenció todo; te obligan a estudiar. Ahora quiero acabar mi grado en ADE"
Portero de la selección andorranaIker reconoce que en casa tuvieron "dudas", especialmente porque cambiar al Andorra por el Nàstic obligaba a su padre y a él a hacer cuatro horas de carretera -dos de ida y dos de vuelta- para entrenarse y jugar. "Mis padres me sentaron y me ayudaron a decidir; yo sólo me fijaba en el lado positivo y ellos me hicieron ver que aquello podía no salir bien… Pero… ¿y qué? ¿Qué hubiera sido lo peor? ¿Tener que volverme a Andorra? No me preocupaba. Yo quería ser futbolista profesional". Una única temporada le valió para saber que estaba en lo cierto. "Hicimos un año increíble, quedamos terceros, sólo por detrás de Barça y Espanyol, y empezaron a llamarme un montón de clubes. Rechacé varias ofertas atractivas". Eligió al Villarreal.
"Me convenció todo: el proyecto, el cariño… y la importancia que le daban a los estudios. Yo siempre he sacado muy buenas notas y nunca he querido dejarlos de lado. En la residencia te obligan a formarte", valora. Él, pese a jugar en Segunda y formar parte habitualmente de las listas del primer equipo, sigue sin aparcar los libros: cursa el tercer año de Administración y Dirección de Empresas y desea terminar el grado en los próximos dos. "En el club me insisten en que no lo deje. Si un examen te coincide con un entrenamiento, hacen lo posible para que des prioridad a los estudios. Te enseñan que hay otra vida más allá del fútbol", asegura.
Ante la presión. Ante la posibilidad de sufrir una derrota lapidaria
— DAZN España (@DAZN_ES) May 20, 2024
Ante eso, el ángel de IKER ÁLVAREZ parando un penalti clave para que @CanteraGrogueta siga creyendo en la salvación#LALIGAHYPERMOTION pic.twitter.com/84LDZauGMH
Después de pasar por el juvenil del Roda (equipo filial) y el Villarreal C, Álvarez ha cumplido este curso su tercera temporada completa en el B. Suma, en total, 56 convocatorias con el primer equipo sin haber llegado a debutar. "Ojalá pueda hacerlo algún día, pero no depende de mí", zanja al ser preguntado por su futuro -le quedan dos años de contrato y el filial acaba de descender a Primera Federación-. Su pensamiento, insiste, está sólo puesto en este parón y en frenar a los Morata, Ayoze, Lamine Yamal y compañía.
"Sabemos que va a ser muy difícil, pero cada vez estamos teniendo más tramos de aguantar la pelota. Sabemos que nuestra fortaleza pasa por tratar de ser seguros atrás y dejar la portería a cero", dice sobre el partido. "A priori la probabilidad es muy baja, pero es once contra once. Estaremos ahí", augura. En sus últimos compromisos han competido (derrota por la mínima ante Bolivia (1-0), empate con Sudáfrica (1-1), derrota ajustada contra Israel (0-2)...) y saben que no hay escaparate mejor que medirse a La Roja. Compartir un duelo tan especial con su padre, asevera, le produce "orgullo", pero sin dejar de lado el factor competitivo: "No todo es tan bonito como pueda parecer. A veces hay peleas que, en otra situación, quizá no se producirían. Sabemos cuál es nuestro papel". Cada uno lidera, desde su parcela, a una selección que busca dar pasos hacia adelante e inspirar a los niños andorranos: no es imposible triunfar saliendo de los Pirineos… e Iker es el vivo ejemplo.