EUROCOPA | SELECCIÓN

El vestuario muere con el discurso de De la Fuente pese a que estuvo media hora en el paredón

Jugadores y técnicos elevan a un técnico al que valoran porque toma decisiones sin miedo a la impopularidad. Ante Alemania estuvo en la diana desde el gol de Wirtz (88') al de Merino (119').

Luis de la Fuente celebra la victoria ante Alemania con Ferran Torres. /RFEF
Luis de la Fuente celebra la victoria ante Alemania con Ferran Torres. RFEF
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

Donaueschingen (Alemania).- Hace sólo tres días refrescamos las memorias. 'Los goles y los MVPs demuestran que España es mucho más que Nico y Lamine', rezaba la apertura de la web de Relevo. Y más que por una cuestión de datos -habían marcado hasta entonces jugadores tan dispares desde Carvajal a Morata, y fueron elegidos hombre del partido Fabián, Nico, Ferran y Rodrigo-, venía a cuento porque es el mensaje que esta Selección lleva tatuado a fuego. Un lema que no ha dejado de inculcar y repetir una y otra vez Luis de la Fuente desde que dio la prelista de 29 convocados a finales de mayo. Lo ha aireado a los cuatro vientos, contra viento y marea, sin importarle los riesgos ni la impopularidad. Y ahí está, en semifinales.

Eso es lo que más valoran del míster dentro de la caseta. Que sólo presta atención a lo que ocurre de puertas para adentro y que no se deja influir por nada ni nadie. Ni siquiera entra al trapo o se deja enredar en las ruedas de prensa. Mientras alrededor siempre ha habido tiras y aflojas con los convocados -como es sano y habitual- o con alguna apuesta personal -Pedri sin estar fino, Ferran, Ayoze...-, los días antes al comienzo de la concentración sólo tenía una obsesión: que los trabajadores de la Federación empapelaran la ciudad deportiva de Aasen donde trabaja el equipo, y la tuvieran a punto, con la docena de valores consensuados, y las palabras "equipo" y "familia" bien grande, en mayúsculas. Estos mensajes presiden cada día el campo de entrenamiento.

De ahí que anoche, en las entrañas del Stuttgart Arena, los abrazos fueran tan sentidos como si de verdad hubiera lazos de sangre entre los protagonistas de la hazaña de tumbar por fin a una anfitriona. Porque, aunque la victoria ante Alemania en los cuartos de final y los innumerables piropos lo tapen ahora, el seleccionador estuvo media hora en la diana como culpable de los que sólo se guían por el resultado y, cuando no cuadra, juran en arameo. Esos que le valoran, pero debaten sus decisiones con respeto, y los que nunca le quisieron y le tenían encañonado en el paredón. Fue justo el tiempo que transcurrió desde el gol de Wirtz (88') al de Mikel Merino (119').

Para entonces, el técnico riojano se había quedado sin Pedri (lesionado, dio paso a Olmo) y había sentado al capitán (Morata) y a los dos jugadores más en forma de la Eurocopa, Nico Williams y Lamine Yamal. Estaba dispuesto a hacer historia sin sus hombres franquicia y con jugadores que no estaban contando como Joselu (tres partidos sin participar), con el siempre discutido Ferran, con un futbolista tan polivalente como Oyarzabal que, sin embargo, siempre genera dudas al personal y con Mikel Merino en una posición inusual. Sus palabras en la banda antes de la prórroga, entre un ruido impresionante para catapultar a la Mannschaft, fueron en la línea de las que había repetido en las dos charlas previas en el hotel: "Paciencia, tened confianza, hay que saber resistir en defensa e ir arriba para aprovechar a la gente de refresco". Lo clavó. Si algo le valoran es que casi siempre sucede en el verde lo que anticipa.

Luis de la Fuente se dirige a sus jugadores antes de comenzar la prórroga de los cuartos de la Euro.  GETTY
Luis de la Fuente se dirige a sus jugadores antes de comenzar la prórroga de los cuartos de la Euro. GETTY

Si el vestuario estaba ayer eufórico y salió rumbo a la Selva Negra en un autobús que iba casi levitando fue, sobre todo, porque lo conseguido hasta ahora -semifinales contra Francia el próximo martes en Múnich- es cosa de 26 y no sólo de 11. Y no es algo de boquilla: ya han jugado 25 futbolistas. De ahí que, pese al disgusto de no poder contar con los sancionados Carvajal y Le Normand, además de Pedri, todo el mundo está tranquilo y empoderado. Donde en otra ocasión podría sobrevolar el pesimismo, el drama y las dudas, ayer había optimismo y golpes confidentes en el pecho para Navas, Nacho y Olmo. Ellos serán los encargados de dejar el banquillo para formar parte del once titular ante Francia en el Allianz Arena. Ese partido, pese al notable cansancio, se empezó a jugar ayer. Los futbolistas vibraron con la tanda de penaltis ante Portugal. Y pese a que cada uno tenía sus preferencias como adversario, el sentir general es que ya les da igual: cuanto mejores sean los rivales, más recordadas serán sus victorias.

Un altar para su entrenador

A lo bajini, como le gusta decir a Nico Williams, varios futbolistas y miembros del cuerpo técnico recuerdan en estas horas que el discurso de De la Fuente se vio ayer en su versión más extrema, pero que es desde el primer día lo que lleva transmitiendo. Al seleccionador no le ha temblado la mano para atreverse a tomar decisiones que han pasado de ser discutidas a aplaudidas. Quizás la más importante fue su empeño en mimar a Aymeric Laporte, esperarle a que se pusiera de nuevo a tono tras una maldita contractura y darle las llaves del equipo. Los palos por haberle permitido llegar más tarde y, a su vez, dejar a Cubarsí fuera de la lista fue la comidilla en el arranque del stage. El central hispano-francés está completando una Eurocopa impresionante. Ante Havertz regaló otro recital. En defensa, su otra gran apuesta fue la de Cucurella, contra pronóstico y entre un mar de dudas. Hoy, sin embargo, ya nadie discute que no será fácil sacar al pletórico internacional del Chelsea del carril donde ha hecho un surco.

Su insistencia en Morata merece un capítulo especial. Desde que De la Fuente llegó al cargo le dio un peso especial. Más allá de darle el brazalete, ha demostrado siempre que es un pilar fundamental. Con sus aciertos y sus fallos, el delantero del Atlético evidenció anoche a ojos de todo el mundo que no hay nadie que sienta a este equipo y a estos colores como él. Sufrió, se dejó la piel, remontó tras un primer tiempo algo impreciso, empujó desde el banquillo como el que más y entró en un colapso general fruto de la tensión porque lo siente como nadie. Al acabar el encuentro se emocionó, por los nervios, la alegría y la preocupación. Por momentos se vio fuera con una amarilla que no existió a ojos de la UEFA y ahora ya está en remojo (en el spa) en este dulce sábado poniendo los músculos a punto para la próxima batalla mientras también hace de DJ en el gimnasio. Si los más veteranos como Navas le respetan al máximo y le tranquilizaron, para los más jóvenes como Lamine o Fermín es un padre al que no dejan de acercarse y con el que compartir bromas. Anoche compartió foco con Merino en el reparto de collejas.

Y si algo ha hecho De la Fuente que le ha elevado entre sus jugadores es la defensa a ultranza que hace de cada uno de ellos. Y la protección que les ha prestado en todo momento. Sabedor de que en torno a la RFEF hay más ruido del deseado por la crisis institucional que se arrastra desde septiembre, el de Haro ha logrado que la plantilla esté totalmente aislada de corbatas y de los asuntos que acorralan a sus dirigentes y que nada tiene que ver con ellos. Ante las amenazas del TAD, la posibilidad de que el presidente Pedro Rocha sea expedientado o que lleguen a Las Rozas pronto nuevos directivos con otras ideas, él sólo habla de fútbol. No le ha hecho falta ni sustituir al destituido Albert Luque al frente de la dirección deportiva para no introducir a ningún agente externo que pueda incomodar a los futbolistas.

La prueba más evidente de que esta familia está más unida que nunca, en torno al discurso de De la Fuente, es ver a Álex Remiro. El realista, tercer portero y único futbolista de la Selección que aún no ha participado en lo que va de competición, salió hace unas horas por la zona mixta radiante y con el pecho hinchado. Y no hace más que ponderar el nivel de sus compañeros. Otro fiel escudero del seleccionador, ya casi a punto de meterse en la cama, dio una clave. Y es que dentro de la Roja nunca se han compartido las dudas que puedan existir fuera a nivel colectivo o individual. Al revés, sólo hay tiempo al elogio entorno a su líder y a la fe que contagia: "Luis es campeón de Europa Sub-19, campeón de Europa Sub-21, plata olímpica en Tokio Sub-23, campeón de la Nations League hace un año y ahora nos ha puesto en semifinales. Qué más da quién juegue y a qué cambie. Lo suyo es disfrutar". Y tanto.