EUROCOPA | ESPAÑA - INGLATERRA

Cómo se cocieron las grandes finales de España: el militar Villalonga, las comidas de 'coco' de Luis y las reuniones 'secretas' que Del Bosque conocía

Repaso a cómo fueron los días previos en la concentración de España en las Eurocopa de 1964, 2008 y 2012 y en el Mundial 2010.

Los jugadores e la Selección mantean a Luis Aragonés tras ganar la Eurocopa de 2008./
Los jugadores e la Selección mantean a Luis Aragonés tras ganar la Eurocopa de 2008.
Enrique Ortego

Enrique Ortego

Sexta final de competición grande. Atrás quedan cuatro de Eurocopa con tres títulos ganados y la del Mundial, también con triunfo final. Sólo se perdió la del 84 en París, super recordada en los días previos al partido contra Francia. Lo que ahora están viviendo Luis de la Fuente y sus hombres ya lo vivieron, con la obligada diferencia de épocas, las tropas de Vicente del Bosque (2010 y 2012), Luis Aragonés (2008), Miguel Muñoz (1984) y José Villalonga (1964). Son las llamadas vísperas. Los días previos. Cuando se acerca la hora de culminar todo el camino recorrido.

La Eurocopa 2012: “Estamos al límite”

Relevo viaja en este reportaje por cómo se vivieron por parte de los protagonistas aquellos momentos. Cómo prepararon sus respectivas finales. Esas jornadas que van desde la semifinal a la final. La línea de salida se fija en la última gran cita, la Eurocopa de 2012 y la meta se plantea en la más lejana en el tiempo, la de 1964.

Ucrania-Polonia. España ganó a Portugal en la tanda de penaltis (4-2) después de un apretado empate sin goles en el ahora derruido Dombass Srena de Donetsk. La expedición hizo noche en la ciudad del partido para viajar al día siguiente a Kiev y quedarse hospedada en el hotel Opera, en el centro de la capital. La noche fue larga-larga. No era para menos. No faltaban asuntos de conversación. Uno de ellos, preferencial, fue la tanda de penaltis que dio con los huesos de la Selección en la final.

Del Bosque reconocía a sus más allegados durante la cena que había sido uno de los días en los que más había sufrido en el banquillo. Las imágenes televisivas y las fotos de los periódicos dieron buena cuenta de ello al día siguiente. Sergio Ramos se paseaba pavoneando por el comedor. Todos le miraban por cómo había tirado el penalti. "Sí míster, sí, estoy un poco loco". Es más, antes de comenzar la tanda, cuando técnicos y jugadores ultimaban los preparativos, el defensa pasó por delante del seleccionador y comentó en voz alta: "Lo mismo nos llevamos una sorpresa con mi lanzamiento". Del Bosque, en el momento, no le dio importancia. "Casi ni me enteré de lo que me quería decir, pero después cuando lo tiró a lo Panenka lo entendí. ¿Qué pensé en ese momento? Prefiero guardármelo para mis adentros".

Ramos transforma su penalti ante Portugal a lo Panenka.  AFP
Ramos transforma su penalti ante Portugal a lo Panenka. AFP

Sergio ya sabía desde hacía muchos días que si había un penalti durante algún partido y le tocaba lanzarlo, o si se llegaba a una tanda de penaltis, iba a rematar como lo hizo. "Era el lanzamiento siguiente después de las semifinales contra el Bayern en el Bernabéu, en el que fallé. Sabía que en el siguiente que tirara tenía que hacer tanto ruido como en aquel, pero marcando, claro", confesó el jugador, que en un concurso de echaos p'alante ganaría la medalla de oro. "Sí, tengo dos pelotas", comentó cuando salía del hotel en busca de sus familiares. También la mesa de los jefes, como se conocía a la de los entrenadores, se habló de que Cesc había pedido tirar el último, aunque estaba previsto que fuera el segundo. "Nos dijo que tenía plena confianza después de lo del 2008 contra Italia y no le dijimos que no".

Aquel cuadro técnico de Del Bosque estaba formado por Toni Grande (mano izquierda y dueño de la estrategia), Javi Miñano (mano derecha y amo de la preparación física), Ochotorena (entrenador de porteros) y Paco Jiménez (analista de los rivales). El trabajo ya preparado para los últimos días no sufrió ninguna variación. Ni más entrenamientos, ni más descanso. Miñano, 12 años después, tiene una palabra para definir lo que ellos hicieron en esas horas previas a la final. "Nuestra consigna era la normalidad. No decir ni hacer nada especial. Se trataba de dar continuidad a lo ya hecho. No estar todo el día recordando a los futbolistas lo que se estaban jugando. Ya lo sabían de ellos. Vicente no era de darles mucho la lata con charlas o reuniones. Y nosotros, menos. No puedes decirles 'Chicos tranquilos, es un partido más'. Ellos ya saben que no es un partido más".

El partido de semifinales se jugó el miércoles. El jueves, al llegar a Kiev, los jugadores tuvieron jornada de descanso y el viernes volvieron a los entrenamientos en las instalaciones del Dinamo de Kiev, cuya residencia sirvió de hotel para gran parte de los enviados especiales de la Prensa española. Este escribano tuvo la suerte o el detalle de Viajes El Corte Inglés de poder dormir en la habitación de Valery Lobanovsky, el legendario entrenador del Dinamo y de la selección rusa. Un honor.

Preguntado por Relevo si hubo mucha diferencia entre las previas de la final del Mundial y de la Eurocopa, Javier Miñano cree que el equipo llegó en 2012 más oxigenado que a la final de Sudáfrica. "Supongo que los jugadores estarían igual de cansados y recuerdo que Del Bosque, en la previa del partido, os comentó que estábamos al límite, que era verdad, pero creo que, en líneas generales, llegamos mejor, al menos en el aspecto mental. Aspecto, el de la cabeza, que para afrontar esta clase de partidos también es muy importante. En el Mundial habíamos sufrido mucho después de la primera derrota contra Suiza. Recuerdo todo como muy agónico. La tensión que pasamos todos en la previa de los partidos contra Honduras y Chile no se la deseo a nadie. Había que ganar a ganar. Después todos los partidos fueron muy cerrados. Contra Paraguay, contra Portugal, las semifinales... La Eurocopa la recuerdo con menos sufrimiento, disfrutando más hasta la final, en la que hicimos el mejor partido en nuestra etapa al frente de la Selección".

Casillas levanta la Eurocopa de 2012.  EFE
Casillas levanta la Eurocopa de 2012. EFE

Desde la distancia, Miñano confiesa que a aquella final contra Italia el equipo llegó con una frescura parecida a la que está demostrando ahora esta selección de Luis de la Fuente. "Yo no estoy dentro, pero por lo que veo, por lo que me cuentan, este equipo está muy fresco mentalmente y físicamente también lo está demostrando sobre el terreno de juego. Los que estamos trabajando ahora fuera, como es mi caso, que continuo en la selección de Armenia, estamos recibiendo muchas felicitaciones por la imagen de energía, de positivismo, de juventud, de ilusión, de esfuerzo que traslada esta Selección. Me llama la atención la capacidad de atracción de los jóvenes. Su personalidad, su desparpajo dentro y fuera del campo. Los Yamal, Nico... Son más jóvenes que aquellos nuestros, pero tienen personalidad de cara al exterior y están realizando labores de veteranos. No tienen edad para mostrar todo lo que están mostrando en toda una Eurocopa. No dudo, además, de que los Carvajal, Nacho, Rodri, Morata... aunque sea más en silencio, están ejerciendo su papel y están pendiente de ellos. Tampoco les importa que los focos sean para ellos y pasar más inadvertidos, pero sin dejar de cumplir con sus obligaciones de veteranos, seguro. Es un placer verlos y ahora mismo son modelos futbolísticos y sus valores son extrapolables fuera del fútbol para la juventud actual".

Como era normal, llegaron al día siguiente las audiencias del partido de semifinales. Se volvió a superar el récord: 18.141.000 con el minuto de oro en los 19.085.000. Se superaba el dato de los cuartos de final del 2008 contra Italia, de la final del Mundial 2010 y de la final de la Eurocopa 2008. También se hizo oficial el traspaso de Jordi Alba, la gran revelación del campeonato, al Barça, e invitados por la Federación se incorporaron a la expedición Puyol y Villa, ambos lesionados por lo que se habían perdido el torneo.

Mundial 2010. El claustro y los croissants

Dos años atrás. 2010. El mismo cuadro técnico. Las semifinales contra Alemania se jugaron en Durban. 7 de julio. San Puyol. Gol de cabeza y a la final. Euforia desatada en el vestuario con la presencia de la Reina Sofía. Como estaba previsto, el equipo regresó a su lugar de concentración de todo el campeonato, en Potchfstroom. Lejos de todo. Una residencia universitaria con algún tinte de cuartel del Ejército. "Volvemos al claustro", dijo algún jugador a pie de avión en el aeropuerto de Durban cuando se despedían de las familias. Ellos tuvieron más suerte que sus familiares y los chicos de la Prensa. Su avión salió puntual. El nuestro, con cuatro horas de retraso. Las existencias de los bares se acabaron, mientras Pedro recibía felicitaciones por doquier por su gran partido contra los alemanes y al propio Pedrito y Busquets les comunicaban que habían aparecido sus respectivas carteras, que les habían desaparecido en las habitaciones del hotel y se les habían devuelto los 800 euros cambiados de lugar.

"Una final de un Mundial no es todo o nada, es solo fútbol. Los jugadores se tienen que dar cuenta que no son soldados que van a defender un país, van a hacer lo que saben"

DEL BOSQUE

Del Bosque no sacaba pecho por su penúltima jugada táctica. "Salió bien. Nuestra idea no era sólo que defendiera a Lahm, sino que le atacara como lo hizo". Corrillos comentando la jugada del córner del gol. Xavi, sonriendo, tira para casa. "Era una jugada made in Barça". Al día siguiente, descanso. Los jugadores salieron a comer al centro comercial del pueblo. No tenían muchos lugares dónde ir. El asunto primordial de conversación era el de las entradas. Mil compromisos. La obsesión del técnico y su equipo de trabajo es que en esos últimos días no se cayera en el aburrimiento. Lo que dos años antes, Luis Aragonés llamaba tedio.

El seleccionador optó por conceder esos días más entrevistas de las que le hubieran gustado. ¿Por qué? Además de para estar activo, por mandar mensajes tranquilizadores a los jugadores. Además de ahondar en la normalidad había que intentar huir de ansiedad. "Una final de un Mundial no es todo o nada, es solo fútbol. Los jugadores se tienen que dar cuenta que no son soldados que van a defender un país, van a hacer lo que saben". Villa reconoció que en las últimas 48 horas se le cerró el estómago y le costó comer. El sábado, previa del partido, viaje a Johannesburgo. A más de cinco futbolistas les costó conciliar el sueño.

Miñano no recuerda nada especial de las últimas 72 horas. Entonces no había esas cámaras hiperbáricas de ahora, ni las máquinas de hielo... "Bueno, haberlas había, pero eran mucho más grandes, nada que ver con las de ahora. Estuvimos viendo unos modelos, de hecho. Pero allí manejábamos lo que teníamos. A esas alturas del campeonato cada jugador necesita una recuperación individual, no de grupo. Todos no llegan igual. Por sus propias características, porque han jugado más o menos...".

"No creo que todos comieran croissants la noche antes de la final del Mundial. Muchos no podían dormir y no se les iba de la cabeza que iban a jugar una final del Mundial... tampoco es tan grave"

JAVIER MIÑANO

¿Y usted sabía la confesión que Piqué le hizo a Ibai, de que la noche antes de la final se comieron unos cuantos croissants con chocolate mojados en Cola-cao y que lo solían hacer habitualmente? A Miñano se le escapa una sonrisa que queda nítida al otro lado del teléfono. "Todo eso hay que manejarlo. A lo mejor alguno de nosotros lo sabíamos antes, pero sin duda todos nos quedábamos con lo positivo y lo positivo era que esas reuniones de grupo eran muy importantes y, además, se hacían casi todas las noches por lo que aportaban mucho para la convivencia y para el equipo. No es fácil juntar a casi todos los futbolistas en una habitación y que convivieran de esa forma. Evidentemente no era lo ideal que se comieran eso, pero quedaba en un segundo plano. Era mucho más importante ese ambiente de familia, de grupo, de convivencia, sobre todo después de todos los momentos de estrés que pasaron. En esas reuniones buscaban apoyarse unos en otros. Creo que es mejor eso que estén todos aislados en sus habitaciones. Ellos no ocultaban esas reuniones y todos los sabíamos. Esa unión hacía fuerte al grupo. Y más la última noche, en la que muchos no podían dormir y no se les iba de la cabeza que iban a jugar una final del Mundial... tampoco es tan grave y no creo que todos comerían los croissants...".

Iniesta levanta el Mundial.  EFE
Iniesta levanta el Mundial. EFE

Eurocopa 2008. Campeón y despedida

Otros dos años atrás. 2008. 26 de junio de 2008. Semifinales contra Rusia (3-0). Prater de Viena. El mejor partido de España en todo el campeonato. La víspera se había planteado la posibilidad de que en caso de victoria, la expedición oficial se quedara ya en la capital en espera de la final, para no hacer un doble desplazamiento, pero los jugadores pidieron volver a su hotel de concentración en Neustiffi.St. "Volvemos a casa, volvemos a casa", decían. Al Milderer Hof. La alegría generalizada se empañó cuando se confirmó la lesión de Villa. Se había tenido que retirar del campo tras el lanzamiento de una falta y las previsiones no eran buenas a solo cuatro días de la final. Los temores se confirmaron con un reconocimiento en la clínica AHK de Viena. "Microrotura fibrilar". Hubo cena y un par de cervezas de celebración. Al día siguiente, libre. Las familias se acercaron por el pueblecito escondido en la montaña que respiraba españolismo por todas sus empinadas cuestas.

Gol de Torres a Alemania en la final de 2008.
Gol de Torres a Alemania en la final de 2008.

En esas primeras horas como finalistas, se recrudece la situación sobre la marcha de Luis Aragonés. Los jugadores, tras el partido, habían levantado la voz sobre su continuidad y la habían pedido públicamente. Ya era tarde. De hecho, en ese momento, el equipo de trabajo de Luis contaba sus últimos días juntos. El primer técnico y Mendiondo (analista de los rivales y entrenador de campo) se iban a Estambul. Jesús Paredes (mucho más que un preparador físico) y Ufarte, segundo entrenador, a Madrid. Y Ochotorena, a Valencia. Hubo incluso el sábado, víspera de la final, un último acercamiento al vicepresidente Juan Padrón para convencerle de que Luis tenía que seguir, pero ya era imposible. Ya era entrenador de Fenerbahçe, con Mendiondo de segundo y Vicente del Bosque ya era el nuevo seleccionador, a falta del nombramiento oficial.

Se decidió adelantar un día el viaje a Viena. Luis prefería que los jugadores tuvieran unas horas más libres en la capital para estar con sus familias, incluida la suya. Allí estaban su mujer, Pepa; sus dos hijas mayores, María José y Marta, y cuatro de los 11 nietos que el técnico tenía entonces. Aún así, acudió a la cita marcada con este periodista. Ese viernes 27 de junio sus palabras ya tenían tono de despedida, de cierta tristeza que chocaba con el acontecimiento que tenía por delante 48 horas después. "No espero que nadie de la Federación me pueda decir en las próximas horas que si quiero seguir, no va a ser así. Si hubieran querido que siguiera me lo habrían dicho antes, no ahora. No hay nada más que hablar. Ya sé que fui yo, hace unos meses, quien dijo que me iba al finalizar la Eurocopa, pero normalmente la Federación solía ofrecer la renovación al seleccionador después de la clasificación y en mi caso no hubo ninguna oferta".

La reunión entre Mendiondo y Luis la noche antes de la gloria

César Mendiondo vivió esos últimos días en la concentración del equipo después de una buena paliza de viajes para ver a todos los rivales en directo. Sus recuerdos son nítidos. Celebró como uno más el triunfo. "Esa primera noche había una sobreexcitación absoluta en todos y cada uno de nosotros. Era normal. Estábamos en la final. Luis estaba contento, pero sin presumir, como decía él. Yo creo que esa misma noche comenzó ya a mandar mensajes a los jugadores. A su manera. No públicos. Se acercaba a uno y le decía algo al oído. Cogía a otro por el cuello y se lo llevaba a un rincón. Eran cosas suyas que seguro que ya se las habría dicho mil veces, pero que le gustaba repetirlas. Con Iniesta estaba todo el día diciéndole que tenía que chutar más. Y mira quién marcó luego el gol del Mundial. A Xavi le decía que tenía que llegar al área. Esos días lo que les decía a ellos y a todos es que ya había llegado el momento. Y lo repetía una y otra vez".

Por su parte, él ya había cumplido con la elaboración de su último informe, el de Alemania. El jueves por la mañana, subió a la habitación de Luis. "Siempre solía hacer la misma rutina. Me senté en la mesa que él tenía allí con todas las carpetas y los rotuladores y le dejé el informe encima de la mesa. Lo cogió y lo apartó a un lado. Me dijo 'Cesar, gracias por su trabajo. Ya no vamos a ver nada más. Ya conocemos de sobra a Alemania. Ni lo voy a abrir'. Me quedé un poco extrañado porque, normalmente, él abría el informe y comentábamos cosas. Me preguntaba. Yo le escribía un apartado con las virtudes que yo había visto en el rival y también de sus posibles debilidades. Le gustaba preguntarme, era como un examen. ¿Tú qué harías en esta situación? A él le gustaba escucharnos a todos, aunque luego hacía lo que él quería. Pero ese día no me dijo nada. Tanto que me levanté y me fui de su habitación".

Mendiondo nunca supo si, al final, Luis abrió y leyó su informe. Él está convencido de que sí. "A lo mejor, me dijo lo que me dijo para tranquilizarme a mí también y que no estuviera preocupado por lo que hubiera escrito. Lo que sí me decía es que ya habíamos hecho todo lo que podíamos hacer y que íbamos a ganar. No sé cómo podía estar tan convencido. Luego se habló mucho de lo de Ballack, a quien llamó "Wallace", pero yo creo que lo dijo para llamar la atención de los jugadores. Lo dijo una vez, se rieron y luego lo repitió unas cuantas veces para quitarles tensión. Eso era muy de Luis, como lo de aprenderse el nombre de los linieres, y llamarles por su nombre de pila. 'Joseph, Joseph', y el otro le miraba y Luis le saludaba. Como lo de Schweinsteiger. Les decía a los jugadores 'Ese se calienta mucho, le podemos expulsar, hay que decirle cosas, soplarle al oído...".

"En la Euro de 2008 fuimos la selección que más días libres dio a los jugadores durante el campeonato"

CÉSAR MENDIONDO

A Mendiondo le llamó la atención cómo en los últimos días Luis se comportaba como si fuera a continuar en la Selección toda la vida. "Él y yo sabíamos que el martes nos teníamos que ir para Estambul, que nos esperaban, pero mantuvo el tipo para que los jugadores no se dieran cuenta de que aquella experiencia se acababa, aunque lo supiesen. Trabajamos como estaba previsto. Jesús Paredes fue un maestro. Los dejo descansar. Fuimos la selección que más días libres dio a los jugadores durante el campeonato. Vinieron las mujeres, salieron a cenar. Se creó un ambiente de confianza y tranquilidad, que es el que estoy viendo ahora desde fuera. Lo que yo veía a aquel grupo en la cara se les ve a estos de ahora. Eran felices. Y ahora lo son. Lo que vivimos fue una maravilla".

¿Ansiedad en los últimos días? "La tenía yo que no iba a jugar, como para que no la sintieran ellos. La ansiedad siempre existe, otra cosa es que la sepas llevar y no te atenace. Y para eso Luis es el mejor. No te dejaba solo. Evitaba que pudieras caer en ella. No paraba de decirles cosas. Esos últimos días les repitió mucho lo de que si no hubiera llegado a la final con ese equipo y la hubiera ganado hubiera sido una mierda de entrenador. Estaba convencido de que íbamos a ganar. Como si ya hubiera jugado el partido. El día de la final los jugadores habían transformado el miedo en confianza".

1964. Villalonga, solo ante el peligro

No es fácil encontrar información poco conocida de aquella primera final de Madrid contra los rusos. Han pasado 60 años. Era la segunda edición la Copa de Europa de Naciones y la UEFA decidió que se jugara en terreno español, a pesar de que en la primera edición el Gobierno español tomara la decisión de abandonar el barco para no enfrentarse a la URSS que, precisamente, fue su rival en esta segunda cita. Cuatro selecciones disputaron la fase final después de una fase de clasificación.

El seleccionar de turno respondía al nombre de José Villalonga. Era el Ancelotti de la época. O el Guardiola. El penúltimo fracaso en el Mundial de Chile '62 condujo a la Federación a fijarse en el hombre de moda en el fútbol español. Deshizo el matrimonio Paco Hernández Coronado (seleccionador)-Helenio Herrera (entrenador) y dio todos los poderes al técnico que venía de ganar dos Copas de Europas, dos Ligas y dos Copas Latinas con el Real Madrid y que pasó al Atlético de Madrid para ganar dos Copas del Generalísimo, ambas ante su exclub en el Bernabéu, además de una Recopa.

España posa tras ganar la Eurocopa de 1964.
España posa tras ganar la Eurocopa de 1964.

Villalonga, militar de carrera, llegó hasta teniente coronel de Infantería. Sacó el curso de entrenador en 1949 y después se licenció en Educación Física, donde llegó a ser una referencia internacional. La aventura de la Eurocopa '64 y posteriormente la del Mundial '66 la afrontó solo. Ejercía de entrenador y de preparador físico. Consultados por Relevo, José Ángel Iribar (campeón) y Adelardo Rodríguez, que jugó la fase de clasificación pero no la fase final por culpa de una lesión, confirmaron que solo le ayudaba, en determinadas ocasiones, Sabino Barinaga, de Durango. Un futbolista de carrera larga y que marcó el primer gol en el estadio Santiago Bernabéu (14-12-1947). Después, aún tuvo más recorrido como entrenador. En el 64 solo estuvo en la fase final y en el Mundial '66 sí formó parte de la expedición oficial como ayudante de porteros, especialidad desconocida entonces en los equipos de fútbol.

Adelardo, medio en broma, medio en serio, recordaba sus autoritarios métodos. "Le tuvimos en el Atlético. Se notaba que era militar. No le hacía falta nadie más para llevar al equipo. Un adelantado a su época, sobre todo en lo concerniente a la preparación física". Sorprendió en su momento la nota oficial que dio la Federación para su nombramiento oficial el 25 de septiembre de 62. "José Villalonga será seleccionador con función de entrenador, con absoluta libertad de movimientos para ejercer sus funciones y desarrollar un plan general de actuación durante cuatro años y tendrá también la responsabilidad sobre los equipos B y aficionados y supervisará y dirigirá los equipos juveniles y aficionados".

Con esa potestad plenipotenciaria, Villalonga hizo tabla rasa con el pasado. Dejó fuera de su primera convocatoria a 14 de los jugadores que habían estado en el Mundial de Chile. Las ausencias más sonadas fueron las de los tres 'italianos', Luis Suárez (Inter), Luis del Sol (Juventus) y Joaquín Peiró (Torino), aunque a los dos primeros les terminó convocando para la Eurocopa donde solo jugó Luisito. Del Sol, oficialmente enfermo, pero realmente enfadado por no jugar contra Hungría las semifinales, se marchó de la concentración antes de jugar la final contra la URSS. El jugador siempre pensó que el técnico se lo había cargado por llegar tarde a la concentración.

Villalonga citó a 18 jugadores para disputar la fase final. Los concentro en un hotel de La Berzosa (Torrelodones), en la sierra madrileña, con una semana de antelación. Los entrenamientos se alternaban entre el Bernabéu y el viejo Metropolitano, aunque algún día se quedaban en un campo vecino al lugar de concentración. Desde el principio, los problemas se adueñaron del ambiente. Luis Suárez y Luis del Sol se incorporaron tarde a la concentración sin permisos de sus clubes italianos y la Prensa de la época presionó mucho al técnico para que los cambiara. También se le criticaba que no hubiera seleccionado a Paco Gento, una de las grandes estrellas del Real Madrid y que en su lugar jugara Carlos Lapetra (Zaragoza), que no era propiamente un extremo.

España y Hungría se enfrentaron en el Bernabéu (2-1). Triunfo local en la prórroga con tanto de Amancio. Antes habían marcado Pereda y Bene para los magiares. En la otra semifinal, que se jugó el mismo día (17 de junio) pero dos horas más tarde se enfrentaron en el Camp Nou, la URSS y Dinamarca (3-0). La final, cuatro días más tarde, también tuvo como escenario el estadio del Real Madrid. Lleno absoluto con el jefe del estado, Francisco Franco, en el palco. Donde no estuvo en la semifinal. España ganó en el minuto 88 con el famoso gol de Marcelino de cabeza a pase de Pereda. El partido muy igualado, parecía camino de la prórroga. Pereda y Jusainov habían sido los primeros realizadores. Hungría fue tercera tras derrotar, en Barcelona, a Dinamarca.

Los cuatro partidos se televisaron en directo. Y las extrañas normas del torneo contemplaban un partido de desempate en Valencia dos días después si la final tras la prórroga hubiera acabado en empate. En las semifinales, en caso de igualdad, el finalista se hubiera decidido por sorteo. En el reparto de las primas en el equipo español se diferenciaba a los titulares de los suplentes. Al no haber cambios, los primeros cobraron 100.000 pesetas por el título y los segundos, la mitad: 50.000. En caso de lesión del portero en el transcurso del partido, Villalonga tenía decidido que Zoco o Marcelino se pusieran bajo los palos. España vistió de azul para dejar a los soviéticos su rojo tradicional y al día siguiente de la final, el Caudillo recibió a los campeones en su residencia de El Pardo. Algunos no acudieron en el bus oficial del equipo y lo hicieron en el Mercedes de Rivilla, con el consiguiente lío en el protocolo establecido.